Originarios de Los Ángeles, DEATHKINGS comienzan a dar
guerra en 2011. Después de una serie de idas y venidas de personal la formación
se estabiliza con Nicolas Rocha como bajista y cantante, Mark Lüntzel y Daryl
Hernández a las guitarras y Sean Spindler en la percusión.
Con dos LPs, un
single y un Split en el mercado, producidos siempre al amparo del colectivo
artístico Midnite Collective, el número de canciones que tienen publicadas es
de exactamente nueve. Tanto su primer disco, Destroyer, como este All That Is
Beautiful están formados por temas largos no bajando ninguno de ellos de los
once minutos de duración.
Estableceremos unas coordenadas que sirvan al lector
para situar la propuesta musical de la banda utilizando tres etiquetas que nos
sirvan como punto de partida: Post Metal, Doom y Sludge. Post Metal, ya que nos
encontramos numerosos pasajes a lo largo del disco en los que predominan las
atmósferas opresivas y la evolución desde la limpieza y ligereza de ciertos
momentos hasta llegar a un muro de sonido distorsionado al máximo donde los
acordes se mantienen en el tiempo elevando la intensidad de forma progresiva hasta llegar a
culminar para desvanecerse por unos instantes y optar por un nuevo camino. Doom
Metal porque a todo lo anterior se le suman largas progresiones de riffs
oscuros, crudos y secos que ayudan a radicalizar la propuesta. En ocasiones
estas partes Doom pierden pesadez y densidad paulatinamente adquiriendo un tono
sucio pero más melódico y derivando en lo que conocemos como Sludge Metal.
Los miembros de la banda no dudan en mostrar su amplitud de miras al afirmar que no son más que "un ruidoso grupo de Rock" en el que tienen cabida los numerosos géneros que escuchan cada uno aunque afinan más la respuesta nombrando a Neurosis, Killing Joke, Voivod, Sepultura, Motörhead, Pink Floyd, Darkthrone, Cocteau Twins o Sigur Ros. Me gustaría añadir que su sonido me recuerda en diferentes momentos a los también californianos Isis y a los ingleses Paradise Lost.
En lo que respecta a la interpretación y producción de
Sol Invictus, The Storm, The Road To Awe
y Dakhma es muy importante destacar,
en lo relativo a la percusión, la combinación de sonido amplio y grande de los
platos con la profundidad de los tambores y el bombo y la opacidad del sonido
hueco de la caja. La interpretación de Sean Spindler, básica y primitiva en
unos momentos y contundente aunque contenida en otros, supone uno de los
elementos esenciales de este All That Is
Beautiful. La voz de Nicolas Rocha se adapta a lo que requiere cada parte
mostrando tres tipos de registro, limpio, rasgado y, sobre todo, gutural, dando
cuerpo al desamparo y al sufrimiento que quieren trasmitir llegando ese dolor a
traspasar la barrera de lo emocional para situarse, por momentos, en lo
puramente físico.
Las guitarras acometen riffs demoledores a lo largo de
los temas adquiriendo diferentes texturas pasando de ser absolutas
protagonistas a través de una distorsión máxima a sonar unplugged en otros momentos. Los diferentes cambios de estado
guitarreros surten de tensión y emotividad a cada uno de los pasajes. El bajo
aparece y desaparece según la intensidad y distorsión que las guitarras pongan
en liza adquiriendo incluso momentos protagonistas y cambiando de grosor según
las exigencias.
Con All That Is
Beautiful puedes abandonarte a tu suerte y dejarte en manos de las canciones
para sentir como afloran los diversos sentimientos negativos que llevas dentro
de ti. Miedo, frustración, dolor… Cierras los ojos y te relajas pudiendo
incluso mimetizarte con la música para que ella grite y se exprese por ti
acercándote a los recovecos más escondidos de tu ser. Puede llegar a
convertirse en un verdadero placer sentir como la música te lleva de un estado
a otro exponiendo cuerpo y mente a una experiencia sónica espectacular.
© Diario de un Metalhead 2016.
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