By Juan Tomé Nestal.
Entre los muchos recuerdos musicales de mi adolescencia, uno de los que más claro está es el de aquella tarde de primavera en que paseando con los amigos por el pueblo, me llamó la atención una cassette que, entre otras, se mostraba en el expositor que tenían en la pequeña tienda de electrodomésticos donde nos solíamos surtir de cintas y vinilos.
Entre tonos naranjas y azules, destacaba la silueta de un tío sujetando una Flying V. Lo nuevo de MICHAEL SCHENKER, y yo, con el dinero justo en el bolsillo (de aquella debían de ser unas 700 pesetas). Por supuesto, ni me lo pensé y sacrifiqué mi fin de semana por tenerlo inmediatamente. Hice bien, pues su adquisición no hizo más que llenar mi adolescente existencia de maravilla.
Treinta y dos años han pasado desde aquel momento y por fin me he podido poner frente a frente con el portento alemán de la guitarra (no tendré en cuenta el Kobeta porque casi ni lo vi y el concierto fue demasiado corto) y además en un momento de forma que todo el mundo dice es maravilloso, su segunda juventud. Cuando hace unos meses nos enteramos de su visita a la cercana Santander, no dudé un momento en adquirir la entrada y con ella en la mano me dispuse a afrontar la larga espera. Y bien que mereció la pena esperar pues lo que el señor Schenker nos ofreció el pasado Viernes en el Escenario Santander es algo para recordar.
A nuestra llegada a la capital cántabra, nos encontramos con que uno de los grupos que lo telonearían, MAXXWELL se había caído del cartel, con lo que el inicio del concierto se retrasaba un poco para evitar problemas. Los primeros en aparecer sobre las tablas, sería la banda multinacional afincada en Mallorca y de nombre FYRE!, a cuyo frente está la gran vocalista argentina Alejandra Burgos que con su gran voz y su belleza, llenaba de sobra el escenario. Pero a su lado también están buenos músicos como el bajista Lars Ratz, y el guitarrista Tolo Grimalt, ambos antiguos miembros de METALIUM. El sonido de la banda se puede encuadrar dentro de un hard melódico, con ciertos dejes AOR y que en directo suena genial. Sonaron un buen puñado de temas de su disco de debut, entre los que destacaron los singles Get The Hell Out y Devil Is Me. Para cerrar, utilizaron la bonita versión del Stairway To Heaven que también cierra su disco. Una banda para tener muy en cuenta y que desde ya mismo sigo con interés.
Y llegó el momento. Busqué mi sitio en el foso de fotógrafos y me preparé para que diese comienzo algo que llevaba tanto tiempo esperando y deseando. Y para que no fuese menos, la cosa empezó a lo grande, con el Doctor Doctor a todo trapo mientras la banda iba entrando. Mis nervios se soltaron y casi ni me di cuenta de que todo había empezado. De repente tenía ante mi a Mr Schenker. Pero no sólo eso, la sección rítmica de los SCORPIONS más míticos iba a ser su soporte y además un gran cantante como Doogie White (al cual no me habían puesto demasiado bien) le daría voz a las letras. Además como teclista y segundo guitarra estaba el competente Wayne Findlay que demostró ser de gran ayuda en las rítmicas. Y desde ese momento no dejaron de caer temas míticos uno detrás de otro. Por allí se dejaron ver cañonazos de todas las épocas del teutón rubio e incluso alguno que no pertenecía a su carrera, como el Rock You Like A Hurricane (supongo que añadida como homenaje a Buchholz y Rarebell) y la versión de Before The Devil Knows You Are Dead en homenaje a Dio. Into The Arena, Cry For The Nations, Coast To Coast, Lights Out, Blackout, Rock Bottom… Grandísimos temas de sus diferentes etapas con UFO, SCORPIONS y de su primera época en solitario y que consiguieron hacer que mi precario corazoncito diese más botes que el cuerpo que le rodea. Michael, como ya dije antes, se encuentra en una forma increíble. No para de moverse por el escenario y sus dedos siguen moviéndose sobre las cuerdas con total maestría. Y Francis y Herman siguen siendo una máquina de ritmo totalmente compenetrada a la perfección, tal como lo fueron en su época SCORPIONS.
Desgraciadamente, como todo en esta vida, el concierto llegó a su final. Pero no fue tristeza lo que sentí, si no una gran alegría por haber podido escuchar en directo todos esos temas que me llevan llenando el espíritu desde mi más tierna adolescencia.
El retorno a casa fue como estar en una nube. El deseo de volver a verle en alguna otra ocasión acrecentado. Y las ganas de disfrutar de la música y la vida, al máximo.
© Diario de un Metalhead 2014.
3 comentarios:
Bueno creo no vimos el mismo concierto sobre todo en lo que se refiere al cantante y al bateria, pero bueno para gustos ya se sabe. Saludos
Yo esta vez no fui a verlo, pero lo vi en el Leyendas y fue un desastre por lo mal que sonó todo, como siempre pasa allí. Eso sí, que Doogie White desafinara no fue culpa de la mierda de equipo de sonido.
Supongo que Juan Tomé llevaba muchos años con ganas de ver a Michael Schenker y cuando uno es tan fan disculpa más cosas y tiende a idealizar. A mi me pasó seguramente hace bien poco con Dianno.
Gracias por leernos y gracias por el comentario.
Un saludo Jose.
A veces la pasión y las ganas nos hacen ver un concierto de forma diferente....me habían puesto tan mal a Doogie,que me sorprendió que no fuera un desastre...Y Tener a Herman aporreando la batería era suficiente para mi...Pero sobre todo poder estar a un metro escaso de Schenker,fue lo que me dió el subidón.....Geracias por tu amable comentario Jose.
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