sábado, 29 de octubre de 2022

Me encantan las tracas. SECTA, Avilés, 28.10.2022. Crónica y fotos.


Texto: Larry Runner.
Fotos: Jorge López Novales.

Enorme velada la vivida el pasado viernes en Avilés. No se me ocurre mejor forma de cerrar una olvidable y aburrida semana laboral que la ofrecida por los asturianos SECTA.

Querían presentar ante los suyos su debut discográfico “Nada nos va a parar” y lo hicieron a lo grande, ofreciendo un show exclusivo con fiesta posterior. A lo grande.

El concurso FestiAMAS, en el que vencieron, les sacó del anonimato en el que llevaban instalados más de dos décadas. La Sala Santa Cecilia, un céntrico lugar avilesino destinado a la celebración de encuentros privados, fue el sitio escogido por el grupo para colgar un sold-out, todo hay que decirlo, sin demasiado mérito, y es que las entradas nunca salieron a la venta. Sólo se podía acceder por expresa invitación de la banda, suerte que nos llegó por correo electrónico y que por supuesto no rechazamos. Habría que estar loco para no acudir.

Empezaron un poco más tarde de la hora fijada, las tempranas ocho de la tarde, esperando que estuviéramos todos. En la sala presencia de menores y de muy mayores. Familia, amigos, gente cercana y criticones como nosotros o el equipo de Heavy Metal Brigade, que también estuvo presente.

Abrieron con un tema nuevo, “Panzer”, canción que vendrá en su segundo disco y que sirvió para ir calentando motores. Riff directo y sencillo, como no podía ser de otra forma. SECTA suenan a AC/DC por todas partes, y es lo que hay. Alguno seguro que les crucificará por ello cuando les escuche por vez primera, pero nadie tiene derecho a decirte que dejes de tocar lo que te gusta. Si no te va, pasa de ellos y ponte con otra cosa, será por bandas ... Pero lo que está claro es que a ellos es lo que les llena, y en vez de ponerse a vivir de las canciones de los australianos montándose un tributo, han elegido tocar en honor del grupo de los Young con canciones propias y además en castellano, lo cual es sin duda una dificultad añadida. No se cortan en salir con camisetas del grupo, ellos son así, pero no les verás viviendo del “Highway To Hell”.

“Harto de ti” fue la primera de las propias. El precioso local estaba lleno. Ambientazo y birra en mano. Buena visión desde cualquier ángulo y un sonido espectacular, porque ya desde el principio el sonido fue realmente alucinante. Sin duda la sala está preparada para ello, pero tener a Miguel Herrero en la mesa son palabras mayores. No veas como sonó “Electroshock”.

Poco a poco el público fue conectando, enganchándose a los temas. Sin duda gran parte de la culpa es la invitación a cantar que te hace la banda tirando de coros, tarea en la que se aplican todos a excepción de Ger Gilsanz, su guitarra solista. A nuestra derecha JuanPa Cotera, el rítmica, ejercía sonriente en el papel de Malcolm Young, disfrutando más que un niño en la mañana de Reyes. A Pelayo Vázquez, el bajista, lo veíamos bien, encaramado en lo alto del escenario al lado de la batería para dejar más espacio a un Ger y un Michael Arthur Long que son los que montan el show sobre las tablas. Bueno, lo de las tablas es un decir, porque terminaron asaltando la barra del local, caminando sobre ella.

Michael Arthur Long no se reserva prácticamente ninguna de las habilidades que muestra con Drunken Buddha. El vocalista empezó un tanto comedido para terminar por los suelos y sin camiseta. Imposible aguantarse ante una sala llena y entregada. ¿Quién no lo haría? Faltó mayor euforia en el pit para que se nos tirase encima, pero, repito, el público no era el normal de un concierto del género, aunque no por ello dejó de disfrutar de todos y cada uno de los temas. La primera vez que escuché al gijonés cantar en español, me sonó hasta raro. Ahora que tengo quemado el “Nada nos va a parar” ya es muy distinto.

Las canciones se fueron sucediendo. Tocaron el "Nada nos va a parar" (al que aquí cambiamos el nombre en su día por el de "Dame tu miel" cuando subimos la reseña, y no nos dijeron nada ...) entero, de tirón, con la única salvedad de regalar otra nueva por medio, una “Dulce Dinamita” que me dejó ya de primeras muy buena impresión. Mejor que “Panzer”. El segundo disco va a molar.

“Nada nos va a parar” parecía la despedida, interaccionando con el público, pero no, cerraron con “No se acaba el show” invitándonos a la posterior fiesta en una céntrica sidrería. Allí acudimos después para ponernos finos de tortillas y empanadas cerveza en mano o sidra, cada uno lo que eligió. Todo gratis. Pudimos charlar un rato y conocer de cerca a Pelayo y Juanpa, cuyas voces sonaron recientemente en nuestro programa aunque aún no les conocíamos más que de verles en el escenario. Queríamos haber charlado con el resto de la banda, pero cuando nos íbamos a poner a ello ya era demasiado tarde y se habían ido. Tuvimos tiempo de hablar un rato con Michael Arthur Long, por supuesto. La relación de este medio con Drunken Buddha es muy especial.  

 

Lo que empezó siendo un viernes de mierda por la jodida jornada laboral acabó siendo un precioso día gracias a Secta. No hubo ni un momento en que pensáramos en el sofá de casa. Aunque se lo dijimos en persona, no queremos dejar de volver a decirlo, gracias por la invitación.

Sí, no han inventado nada, pero que no hayas descubierto la pólvora no te quita de que te puedas hinchar a tirar petardos. Me encantan las tracas.

© Diario de un Metalhead 2022.






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