miércoles, 19 de octubre de 2022

Desvirgado. BRUTALFLY + THE BLACKENING. Gijón 15.10.2022. Crónica y fotos.


Por Jorge López Novales.

Un nuevo sábado de octubre. La gente toma las calles de Gijón con este extraño calor y unas tímidas gotas, al final del día, iban a tratar de imponer un poco de cordura. 


Volvemos a la Sala Ángeles y Demonios después de la descarga del día anterior. ¿Qué tal se daría la noche con Brutalfly y The Blackening? 

La premisa. Hay grupos que este año ya he visto dos, tres, incluso cuatro veces. Ver a Beast Inside también era un buen plan para esta noche (habría acabado perdido en el monte), pero opté con desvirgarme con esta gente. Después de dar unas buenas escuchas al trabajo de Brutalfly “I was an experiment”, editado este mismo año, venía con bastante curiosidad por saber cómo sonarían en directo. De The Blackening tenía ya unas buenas referencias.

La hora orientativa para acercarse a la sala eran la nueve. Poco tuve que esperar para que vinieran los colegas de medios (creo que hay varios clones de Jose Ángel y Naves). En cuanto público pronto se constató que tendríamos una mejor entrada que el día anterior.

Brutalfly, la banda local que hoy abriría la velada. El trío se especializa en hacer bandas sonoras para recrear escenarios imposibles. ¿Cómo sonaría una tormenta alienígena? ¿Una tormenta de thrash?.  Tiene un sonido thrash “experimental” (no uso el palabro progresivo), con muchos matices, que lo hacen impredecible.

Me sorprendió la fidelidad con la que recrean su trabajo. El esfuerzo de clavar hasta el más mínimo detalle. Un buen sonido ayudó a apreciarlo. Pasajes instrumentales con muchos cambios. La batería de Mochy podía pasar de la sutileza a la contundencia en instantes.

Arrancaron con “Pandemic Dreams” y encarrilaron doce cortes. Interpretaron, entre otros, uno de los temas que aparecerá en un futuro nuevo disco “T. tu hell” (si me adhiero a la simpática transcripción literal de setlist). 

Didi interactuó bastante con el público sin llegar a ser algo que estorbase en el ritmo del concierto. Incluso en algunos momentos se fusionó con el público con su guitarra. Mientras, César, al bajo no paraba de sonreír. Estaban disfrutando y lo contagiaban con naturalidad. Buen ambiente.

Hubo un sorteo. La mano inocente que extrajo la papelina fue la del técnico de sonido (se bromeó que acababa de salir de Villabona). Una camiseta acabó con nuevo dueño.

Tras la tormenta llegó una relativa calma.

Desde Pamplona llegaba de “The Blackening”. Se autodenominan “Thrash-Groove metal”. Tienen en su haber un trabajo autoproducido llamado “Stultifera (Heaven of Madness)” de este mismo año. Ha costado bastante encontrar información de la banda en internet (más allá de sus dos singles en youtube). Lo más difícil, sacar un buen disco, ya lo han hecho, así que no moverlo en redes tiene delito.

En julio presentaron un nuevo bajista, Ia Paca lo primero que hizo en la prueba de sonido fue medir la distancia que unía su instrumento al amplificador. Se pasó casi más tiempo mezclado entre nosotros.

Empezó “Infamy break” y sobre la marcha se solventó un problema con la voz. El sonido mejoró casi de inmediato.

Haciendo honor a su nombre todo se volvió oscuro de repente. La tralla que metieron no era normal. Buena parte de la culpa de todo era de su batería, una máquina implacable.

 

Tocaron casi íntegramente su disco, a lo que habría que sumar una versión, aún más salvaje que la editada por Metallica, y estamos hablando de “Whiplash”; y otra de Machine Head “Old”. Está claro de dónde vienen las raíces de la joven banda.

“The Blackening” acabó con “F.O.K-F.O.S” y volvió la luz. 

Se despidieron con una canción cachonda, cuyo género no sabría clasificar (aventuraría rap). A continuación, con música de fondo de Ghost, salí fuera bastante rápido de la sala.

Tras las despedidas de rigor, volví contento a casa.

Aprovecho para saludar a toda esa gente que me hizo sentir como en casa.

© Diario de un Metalhead 2022.


 

 


No hay comentarios: