miércoles, 28 de agosto de 2019

MONARCH: Go Forth ... Slaughter (2017, Autoeditado) USA.


Por Larry Runner.

MONARCH son un cuarteto de las afueras del norte de San Diego. Practican auténtico old school thrash y vale, no han inventado nada, pero ni puta falta que hace.

Y es que soy amante del estilo en la vertiente americana, la que ellos practican y tengo que decir que hacía mucho que no me encontraba una banda que me llegara tan adentro. Desde los comienzos de Warbringer, Havok y Evile que no disfrutaba tanto de una banda del estilo.

Matt Smith comanda a esta banda además de enfrentarse a la guitarra no solo de forma rítmica, si no también ejecutando algunos solos. Su labor se complementa con el maestro del shredding  Casey Trask. Ellos son los padres de un sonido que persigue una base speed. Y es que la velocidad marca los designios de los temas de este brutalísimo “Go Forth... Slaughter” que tanto estoy disfrutando en los últimos días.


Adam West a la batería y Alex Pickard forman la sección rítmica que guía a los dos seis cuerdas y que aporta la parte más dura, intensa y contundente del sonido de los norteamericanos.

Han mamado del sonido de las bandas clásicas de su california natal. El feeling de grupos como Death Angel, Exodus o los mismísimos Slayer está en su ADN y cuentan que en los últimos años han compartido cartel con los primeramente citados además de otros grandes como Warbringer o Nervosa, lo cual les ha hecho ser algo más que una referencia en su zona. Temas como “Bloody Assault” rememoran la esencia de los mejores años del thrash californiano, aquel que hacía que la gente se tirara de cabeza desde el escenario sin pensárselo, el que nos volvía locos hace casi cuatro décadas. 

Al contrario de lo que sucede con otros elementos que nacen hoy en día, el groove panteriano no está tan presente. Esto es puro thrash para arrancarte la cabeza haciendo headbanging. Realmente aniquilador, con poco lugar para las pausas, que aparecen únicamente para tomar aire y desembocar siempre en un arrebato de velocidad que siempre va acompañado de un espectacular solo.


Solos que abundan en todos y cada uno de los temas, con ambos guitarristas alternándose en la labor, mostrando un virtuosismo insultante para una banda tan joven que basa sus letras en la guerra el las malas obras humanas. 

La velocidad de Slayer, el feeling de Death Angel, el virtuosismo de Exodus y el frescor de los primeros Children of Bodom, que no es que estén muy presentes en lo musical, pero que quizás sí lo estén en la forma de tratar algunos solos y algunas partes rítmicas, eso sí, subiéndolas siempre de velocidad. Solo la final "Sonic Reaper" baja de intensidad. En ella la banda se pone el traje de NWOBHM, demostrando que saben hacer más que correr. 

El disco ha llegado a mi poder tarde, muy tarde, pero da igual, ahora lo gozo y recupero el tiempo perdido. Altamente recomendados. No se puede debutar mejor. Lástima de portada.







© Diario de un Metalhead 2019.