martes, 6 de agosto de 2019

CHAMAKO WEY: Pendejos Fronterizos (2019, Autoeditado)


Por Larry Runner.

Érase una vez dos bandas de la comarca del Nalón, en la cuenca minera asturiana cuyas vidas se cruzaban en los escenarios de la zona. Unos más veteranos respondían al nombre de Human. Los otros más jóvenes se llamaban Radioactive Monkeys. Un día hubo cruce de cables y de repente de ambas formaciones surgió una nueva que aunque tardó tiempo en asentarse de forma definitiva acabó por sacar a la luz este disco de debut titulado “Pendejos Fronterizos”.

CHAMAKO WEY es el nombre del grupo que ha parido este disco de catorce cortes y algo más de treinta minutos rellenos de mala hostia. Caña pura y una buena dosis de cachondeo con espíritu mexicano. Lejos parecen ya los tiempos de aquellas dos bandas. Y es que la música de CHAMAKO WEY está a años luz de lo que aquellos dos nombres ofrecían.

Con una base rítmica potente y más que compenetrada fruto de los muchos años tocando juntos, se apoyan unas guitarras cargadas de riffs asesinos que sin falta de complicarse la vida logran sin perder ni un solo ápice de fuerza, dar vida a melodías que por momentos logran hasta ser pegadizas. 


Con algo de hardcore, bastante de groove y toques de death, CHAMAKO WEY nos trae una oferta como otra no conozco yo en España. Herederos del feeling Brujería, los langreanos se despachan a gusto gracias a tener al frente a un vocalista que va sobrado de recursos para jugar con los tonos y los estilos. Capaz de cantar limpio, rudo, gutural y darle al screaming si hace falta, Manu se muestra sensacional al frente del combo. Con un tío así delante casi puedes hacer de todo.

Los temas son cortos y directos, pero a diferencia de otros grupos con su misma actitud, aquí encontrarás solos eminentemente heavies, lo cual convierte todo en mucho más divertido y hace que su sonido huya de la  la simplicidad que muestran muchas de las nuevas bandas. Grupos que no hacen más que ocultar su mediocridad a través de la potencia, algo que aquí, evidentemente, no pasa.


La actitud macarra se respira desde la intro y aunque la diversión llega incluso hasta la depravación sexual -con la trilogía más macarra que yo haya visto nunca- no falta la crítica social.

Diez temas propios y dos covers. Al final del álbum a modo de bonus vienen versiones de Fear Factory (mejora la original) y, como no, de Brujería. 

No sé lo que durará este grupo, pues me da a mí que todos son unos culos de mal asiento, pero al menos han parido un buen disco. Por cierto, David Fanjul, hermano del bajista, ha sido el encargado de toda la parte técnica de grabación, mezcla y masterización. Enorme el mérito de sacar adelante un trabajo tan bueno con una grabación casera. Realmente alucinante, como todo el trabajo gráfico que lo envuelve.

Discazo.







© Diario de un Metalhead 2019.