domingo, 12 de agosto de 2018

"Donde el silencio no existió". WARCRY, 11.08.2018. Gijón. Crónica y fotos.


Texto: Larry Runner.

Tras meses de negociaciones y muchos tiras y aflojas que se alargaron hasta incluso la misma tarde del concierto -estuvo a punto de suspenderse- Warcry acabó actuando en Gijón. Era la primera vez que la banda pisaba la villa y en honor a la verdad, hay que decir que fue todo un éxito.

Cuando apenas faltaban diez minutos para empezar éramos cuatro gatos. Me asustó un poco ver a tan poca gente frente al enorme escenario situado en la plaza de la Playa de Poniente. Con el comienzo de la música todo cambió y  en apenas tres temas aquello se cubrió de gente habiendo mucha más que en su último concierto de Oviedo. Es difícil calcular, pero me atrevería a decir que entre cinco y seis mil personas estábamos presentes.


Era gratis, lo cual siempre resta mérito a lo de la asistencia, y entre la audiencia demasiada gente curiosa, ya sabéis. Ancianos sin nada mejor que hacer, mucho pijo que pasaba por allí, etc. Lo de siempre. Lo cual conlleva a que por momentos la situación sea incómoda con niños que dan por culo, madres que no callan -ni un momento de silencio-, zoquetes que no paran de sacarse fotos de espalda al escenario e incluso algún que otro retrasado que se dedica a grabar a la gente cuando agita la cabeza como si en vez de a un metalhead estuviese grabando a un marciano. Lo de tener un palo selfie todo el puto concierto grabando ya es de juzgado de guardia.

Sí, en estos conciertos pasan estas cosas, cada día me gustan menos y tras lo de ayer me planteo muy seriamente lo de ir a ver a Barón Rojo en Avilés. Allí será peor, porque además de toda la fauna presente ayer vendrán los del “yo era heavy” y será el acabose. Para los grupos es bueno, pues les acerca a otro público y les hace crecer, pero para los que vamos normalmente a conciertos, es una porculada.

Soltada la mala baba, habitual en mí en este tipo de saraos veraniegos -ayer eché en falta la lluvia de aquel San Mateo para que quedáramos solo los de verdad- vamos con la narración de lo que fue el concierto en sí.


Dos horas y media de show, más de 20 temas y una entrega total es lo que ofrecieron unos Warcry a los que ví muy felices sobre el escenario, quizás tanto como para relajarse por momentos más de la cuenta. Nunca me importaron las pifias, un grupo ha de pasárselo bien para poder contagiar a los de abajo. La perfección para los progresivos y que se masturben con ella, a nosotros no nos hace tanta falta. Queremos canciones que cantar y si a veces va un error, pues se perdona. Tranquilos, es un comentario, no hubo nada grave, no vamos a sacar sangre, que ya estáis pensando mal.

“Alma de Conquistador” fue el tema con el que abrieron. El sonido era un horror, la guitarra de Pablo García no se escuchaba, Víctor García mal y faltaban decibelios. Casi lo habitual en un concierto de Warcry. La verdad es que con la segunda canción mejoró lo de la guitarra y para la tercera, “Contra el viento”, ya iba bien, sonando todo compacto aunque el líder seguía renqueante.


El decorado además de una enorme pantalla de fondo donde disfrutar de los visuales que acompañan a las canciones, tenía a ambos lados un par de enormes pantallas verticales para los primeros planos. El público no parecía calentar, probablemente desconcertado por lo mal que estaba sonando aquello. “Cielo e infierno” me encantó personalmente, pero el la audiencia se paró aún más con ella, como si no funcionara en vivo. Costaba calentarse y no era por la temperatura.

De repente llegó “Coraje” y ahí sí. El sonido iba ya mejor y Víctor García aterrizó por fin. Llegó a Gijón algo tocado tras el Leyendas. Quizás hasta un poco afónico, pero no me digáis como lo hace, el muy cabrón los agudos los da a la perfección. Así que tardó algo más de lo habitual en calentar, pero lo hizo. Eso sí, su voz se mantuvo algo más rota de lo normal durante toda la noche, aunque como digo, sin ningún problema con los agudos, con lo cual, los momentos más brillantes estuvieron presentes.


Momentos brillantes que tenemos que resaltar de una manera especial. Hubo varios. Quizá el primero fuera el de “Huelo el miedo”, con una larga introducción de Santi Novoa a los teclados que dejó patidifusos a algunos curiosos de alrededor que fliparon con el virtuosismo del melenudo.

Aprovechando la ocasión de tener a tanta gente delante, Víctor García cambió momentáneamente de vestuario con “Muerte o Victoria”. Para la canción vistió la camiseta con los colores del URSA, un modesto equipo de fútbol creado en Oviedo recientemente y que este año sale a competir en categorías inferiores vistiendo de negro y luciendo el logo de Warcry en la camiseta. En el puesto de merchandising se vendieron algunas de esas equipaciones. El cantante está muy involucrado en la puesta en marcha de este club y nos lo hizo saber. Soltaron unos globos enormes con los colores de los equipos que no me digas cómo, desaparecieron en unos minutos como por arte de magia.


Estábamos disfrutando de “Odio”, uno de mis temas favoritos de “Donde el Silencio se rompió ...”  cuando nos vimos asaltados por vendedores ambulantes. La historia iba a peor. Menos mal que con el paso de los minutos algunos de los curiosos se abrieron de la parte delantera y nos pudimos arrimar un poco más y escucharlo mejor. Como digo faltaban decibelios. Luego nos enteramos de que la cercanía del acuario era la causa de dicha falta de potencia. Era para no estresar a los peces. Vaya tela. Que pongan el escenario en otra parte. Todos los veranos maltratando a los animales. Menos mal que esta noche disfrutaban de buena música. No quiero pensar el sufrimiento de estar metido en una pecera con Maldita Nerea sonando a toda hostia, como iba a suceder al día siguiente. Maltrato animal total.

Todo iba bien con algo de pirotecnia en algunos temas, y un genial “Así Soy” en el que me encantó Santi Novoa con sus teclados a lo Jon Lord. “Devorando el corazón” sonó a gloria. La noche transcurría, ya había pasado el momento de Pablo García y su lluvia de riffs famosos pero los anunciados coros no aparecían. Por fin lo hicieron.


Alrededor de un centenar de coristas se situaron en la parte trasera del escenario y con ellos interpretaron la mejor de las versiones de “Keops”. Solo por ese momento había merecido la pena acercarse. Con “Nana” se escuchó más a la gente que a las corales, que eran dos unidas para la ocasión, La Polifónica Gijonesa y el Coro Joven de Gijón. Hay truco, ambas son corales dirigidas por Santi Novoa. Sonó muy bien y costó más de la cuenta bajar a los invitados del escenario. Alguna se mostró realmente eufórica con el momento. “Capitán Lawrence” y un muy cantado “Tú Mismo” - donde Rober García se pudo lucir en el frontal - sirvieron para despedirse antes del regreso para el bis.

Una más que emotiva “No te abandonaré” con Santi Novoa al piano y Víctor García solos sirvió para el regreso. Fue genial. El emotivo momento no tardó en romperse. Una mano cornuda aparece en el centro del escenario para la traca final y con ella caen “El Guardián de Troya” -espectacular Víctor García- y el “Hoy gano yo” que como siempre sirvió para cerrar.

Al final no fue tan épico como nos lo vendieron. Solo dos temas corales, aunque lo de “Keops” como digo, mereció mucho la pena. Épica fue aquella noche de lluvia en Oviedo, lo de ayer fue un buen concierto. Uno más de los muchos que les hemos visto.

Más de dos horas de olvidarse de los problemas de forma gratuita. Quizás nos quejamos demasiado ...

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