jueves, 19 de diciembre de 2024

La demostración de lo evidente. DREAM THEATER, Lisboa, 16.11.2024. Crónica.


📝 Alejandro Rochu.
📷 Jorge López Novales.

Como quién no quiere la cosa ya han pasado cuarenta años desde que tres estudiantes de Berkeley, Petrucci, Portnoy y Myung, decidieron hacer una banda que revolucionaría el progresivo para siempre, dándole otra dimensión al mezclarlo con sonidos más duros de los que se escuchaban hasta la fecha, en comparación con sus predecesores; hablamos de grupos como Yes, Rush o Queensryche.


Primero se llamaron Majesty, pero por cuestiones de derechos tuvieron que cambiarlo, quedando finalmente DREAM THEATER  como nombre definitivo. Después de un par de cantantes se unió James Labrie, el que es por derecho propio el cantante que el grupo necesitaba y el que necesita seguir siéndolo, mal que le pese a algunos haters de la escena. Junto con ellos el maestro Rudess al teclado, que nunca ha hecho olvidar del todo a Moore o a Sherinian, pero que seamos sinceros, ha participado  del noventa por ciento de la carrera de la banda, y que por ello, si alguien tiene derecho a llamarse teclista histórico de la banda es el bueno de Jordan. Pero, vamos al tema del concierto, que es a lo que venimos, no a una clase de historia. Aun con todo os anticipo que habrá tiempo para analizar los dos temas más candentes, Portnoy o Mangini y por supuesto el estado de James Labrie. 

Optamos por ir a Lisboa un viaje muy atractivo para pasar el fin de semana desde que tenemos vuelos directos en Asturias. El concierto empezó puntual a las 19h, como es costumbre con las noches de DT, en dónde regalan siempre tres horas de show que a los fans de la banda se nos hacen hasta cortos. Para contextualizar debo decir que era la octava vez que los veía en veinte años, e iba con un poco de temor pero con mucha ilusión. Tener ilusión era fácil por volver a verlos con Portnoy, y el temor era por el estado de Labrie al inicio de la gira, y por la irregularidad en los directos desde que se marchó su técnico de sonido habitual de las dos primeras décadas. En estos casi diez años he escuchado conciertos que no estaban sonorizados como se merecen DT, y es una cosa que en músicos y empresas tan profesionales me ha extrañado siempre muchísimo. Conciertos donde el bajo era inexistente, sonidos de caja, teclados y guitarras completamente sobredimensionados respecto al resto del grupo, etc… 

No sé hasta qué punto la vuelta de Portnoy hace que puedan mejorar estas cosas, pero lo cierto es que las cosas mejoraron. Es sabido que Mike es un enfermo del detalle, hace setlists estudiados, y seguro que se preocupa de que el producto final sea el mejor posible. No me imagino que la caja suene que atruene mientras sus timbales no se oyen, como pasó con Mangini varias veces (no era culpa suya), y que ningún técnico no le diga a alguien… “amigo, soluciona esto porque así no puede sonar la batería”; y es que trabajar para Mike Portnoy conlleva esto, no hay relajación, estás jugando con una leyenda. Sea por lo que sea este concierto demostró que con él a bordo DT es otra cosa. Abrieron con "Metropolis Part I", opción arriesgadísima para empezar, pues por un lado pone al público patas arriba para comenzar a tope, pero por otro es una pena que esa canción sea la que sirva para regular niveles y calibrar el sonido. La canción sufrió de principio a fin, con un sonido caótico y donde Labrie fue “lo menos malo”. Es una canción exigente y con la garganta fría tuvo que tirar de recursos para no arriesgar demasiado y no destrozar el tema, y lo consiguió, dejando un resultado al menos decente. Con "Overture 1928"siguieron los ajustes de sonido que poco a poco iban empastando y cuajando. En "Strange deja vu" empezaba a sonar coral y con equilibrio, envolviendo, lo que se espera de esta banda, y con una regularidad que parecía que habían perdido, al menos habitualmente. En ese momento y con el siguiente tema "The Mirror", quedaron claras varias cosas: la primera que iba a ser una noche apoteósica en lo musical, que quizás era lo previsible con ese setlist y la vuelta de Portnoy, pero lo segundo era menos esperado, y era ni más ni menos que el regreso de Labrie. Os ahorro decirlo el resto de la crónica pero estuvo impresionante, dentro de sus limitaciones, y de la dificultad de los temas que tenía por delante; porque no olvidemos que lo que hizo en estudio Labrie durante dos décadas fue impresionante, y a pesar de todo solo sufrió en el último tema del concierto, "Pull Me Under". El resto del bolo tiró de recursos, arriesgo solo cuando debía y mantuvo un nivel casi notable, por imposible que parezca. Alrededor todo el mundo comentaba lo mismo, llegando a dudar si habría truco, pero nada de eso, se notaba que las líneas vocales eran distintas de las originales y por momentos improvisadas. Era obvio que estaba cómodo, y fue una auténtico subidón para los que estábamos allí. La voz de DT es Labrie, y debido a sus altibajos en directo la gente ha olvidado lo que cantó este tío en los buenos tiempos, llegando a tacharlo ahora de inútil, o decir que nunca dio el nivel en la banda, y eso además de injusto es una burrada, porque si alguien dio personalidad frente a otras bandas que surgieron en la época fue él, con un tono melódico sin el que sería imposible definir a la banda y a muchos de sus grandes temas.


Seguimos con "Panic Attack", donde directamente todo se vino abajo, que manera de sonar, hacía tiempo que no disfrutaba tanto de los neoyorquinos. En este momento ya estábamos en éxtasis, como cambia la banda con la leyenda en la batería. Justo después venia el primer tema de la era Mangini, "Barstool Warrior", auténtica delicia de tema y que es por derecho propio una de las preferidas de los fans de esa época, si no la más. Aquí toca el segundo inciso, pues mucho se estaba diciendo, viendo videos de la gira, que Portnoy no era capaz de tocarla como Mangini, que era “demasiado técnica para él”, y debo decir que… es verdad, tengo que reconocerlo. No me hacía falta venir a Lisboa para decirlo, Mangini es más técnico y más rápido que Portnoy, pero mejor batería? Rotundamente no. Si por técnica y velocidad fuera, Mangini sería mejor que Jeff Porcaro, que Danny Carey o que Neal Peart, y no es así. Estos últimos, igual que Mike Portnoy, pasarán a la historia de la música y no es por casualidad. Estos baterías saben darle peso y solidez a una canción, simplificar partes hasta el punto de que sus dibujos hacen hablar a la batería con sus fills; el propio Portnoy ha explicado que no le gusta usar claqueta porque prefiere llevar el tempo por donde él quiere o por donde pide el momento de la canción o el propio estado de ánimo de la banda, y eso amigos, eso es ser batería. Ponerte una claqueta en el oído con el único fin de ser un robot y poder meter la mayor cantidad de golpes posibles a mucha velocidad no te hace mejor batería, te hace ser un gran interprete, pero hasta ahí. Las canciones con Portnoy tienen otro groove, otra intensidad, se respira en cada tema, es difícil de explicar, pero si alguien me entiende ya me doy por satisfecho.

Siguieron con la versión de las demos de "Hollow Years", muy  emotiva y donde Labrie se encontró mucho más gusto en melodías menos exigentes, dándole opción de lucirse y seguir desatándose. En este punto me di cuenta de que una vez más la fuerza de Portnoy sobre el conjunto no tiene fin, pues su vuelta a los coros desde la batería esa otra cosa se nota enormemente. Para finalizar el acto dos pepinazos, "Constant Motion" y "As I Am", que sonaron como apisonadoras, ambas impecables, pero de las dos fue As I am se llevó la palma, hacía tiempo que no la oía con esa pegada y ese equilibrio en el sonido. 

En el descanso hubo una suite creada para la ocasión donde un mix orquestado de temas de estos cuarenta años, encargado a un compositor externo, sonaba mientras en la pantalla iban saliendo imágenes de portadas y cosas así. Hay una cosa clara, DT nunca han sido unos genios en cuanto a imagen: sus videos, artworks y diseños de escenografías siempre han sido muy reguleros, y esta vez no fue la excepción. Mejor usaban las pantallas para mostrarnos a nuestros ídolos mientras hacen lo que mejor saben hacer, pero bueno, ellos sabrán.

El setlist tuvo momentos gloriosos, pues muchos temas llevaban muchísimos años sin tocarlos, y para los fans que acudimos y que los hemos visto tantas veces fue un extra de motivación, si es que hacía falta más. En este aspecto el acto II fue el más esperado pues nos tenía tres joyas guardadas que llevaban sin sonar nada más y nada menos que veinte años. Arrancaron con Night Terror, su nuevo single, un tema que de mano lo primero que notas es el sonido clásico de la batería de Mike y que creo que continúa la línea oscura de Black clouds, último disco con Portnoy en 2009. Suena potente, tiene cambios de estos que te hacen mover todo el cuerpo, y un inicio demoledor que no se si os habéis dado cuenta pero parece de los mismísimos Angelus apátrida. En resumen es un tema que aúna todo lo que los fans esperábamos con la vuelta del hijo pródigo. En directo estuvo contundente, pero le pasó algo que hubo en algún momento más de la noche, por poner algo en negativo, y es que el teclado y la guitarra en momentos puntuales pasaron por encima de la mezcla y taparon ligeramente por momentos a la batería, ese mal endémico que ha sucedido estos años en demasía, pero que esta noche al menos, fue en momentos muy puntuales. Ya de mano el hecho de poder escuchar el bajo de Myung de principio a fin fue otra de las grandes alegrías de la jornada. Una bella "This is the life", fue el segundo y último tema elegido de la era Mangini, pero si os soy sincero me fui a por una cerveza, el tema no está mal, pero no me transmite, y vi la ocasión clara y meridiana.


De aquí al final la cosa se puso a un nivel estratosférico, "Under a glass moon", qué bien cantada por Labrie, y qué temazo, la gente no paraba de hacer gorgoritos, air guitar, air drums… que pasada, progresivo en estado puro. Y para acabar el acto dos auténticas maravillas para los sentidos, "Vacant/Sream of conciousness", la instrumental que entró en el setlist donde todos creían que iría la célebre "The dance of eternity" , y que gran acierto. La finalmente escogida llevaba sin sonar en directo veinte años y fue una maravilla, que ejecución, la gente directamente o no parpadeaba o cerraba los ojos y se dejaba llevar, como fue mi caso. Se podían oír a la perfección todos los matices, todos los arreglos, simplemente música con todas las letras. Y no fue menos la que despidió el acto, otra de las grandes esperadas durante dieciocho años, "Octavarium". Aquí no solo fue el sonido y la ejecución, es que las melodías que maneja este diamante de veinticuatro minutos de duración son capaces de poner el pelo de punta, y en ello tiene mucha parte de culpa Labrie. Una de las mejores canciones de la banda para mi gusto, y que consiguió que me saltaran las lágrimas, y no es la primera vez que lo consiguen estos genios. Ojalá pudierais escuchar algún día lo que se vivieron en esos momentos en el pabellón luso, nos dolían las manos de aplaudir.

Para terminar pusieron un video de Mago de Oz, la película, no la banda, donde Dorothy nos decía que ningún sitio como el hogar, perfecta introducción para "Home", otro de esos temas que nunca me cansaré de escuchar y en la que Labrie volvió a dar el do de pecho, y donde las melodías de Rudess tienen un carácter y una personalidad que hicieron de ese disco uno de los más grandes de la historia del Prog.

Penúltimo tema, "The Spirit Carries On", canción trascendental y emotiva como pocas, pero que en esta gira se lleva el premio gordo, pues se usa como homenaje a la hermana de Portnoy recientemente fallecida al inicio de la gira, y por si fuera poco por otro motivo más, pues justo ese día en concreto, en ese escenario, también se cumplían cuarenta años del prematuro fallecimiento de la madre del mismo Portnoy en un accidente de avioneta. Fue impresionante ver a quince mil personas cantando la canción entera con el flash de sus móviles en el aire en todo momento. Por desgracia tenía que llegar el final en algún momento, pero cómo hacerlo? Pues con la canción que empezaba todo, el primer single del primer disco que despuntó, con su primer videoclip y su presentación al mundo de todo lo que vendría después, premio Grammy incluido hace dos años (muy tarde para mí gusto), "Pull Me Under". He de reconocer que no fue el mejor final, la canción estuvo perfecta, pero Labrie ya fue incapaz de defenderla, ya fuera por agotamiento o porque no decirlo, porque cantar la cancioncita se las trae, y un exigencia tan grande después de tres horas de concierto fue ya demasiado. Aun así nada puede enturbiar la gran noche vivida en Lisboa por los amantes de Dream Theater, que por supuesto ya estamos contando las horas para el siguiente show. Larga vida al Prog y larga vida a su mayor estandarte.

Nota.- Las fotos son del concierto del pasado año en Avilés.

© Diario de un Metalhead 2024.




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