Recuerdo la primera vez que vi a Mad Rovers… Fue en una semifinal de FestiAMAS en la Fresneda. Luego los vi en un Morgana en Oviedo.
De aquella, no les tenía cogido el punto. En mi juventud había omitido casi todos los cimientos de toda la música que ahora me gusta. No fue hasta que llegó su segundo trabajo “Times of Revelation” (nunca mejor dicho), editado por The Fish Factory en 2022, cuando me cambió completamente el chip con su sonido.
Presentaron un disco muy ambicioso que aunaba la esencia de un sonido añejo en un envoltorio hard rock (la etiqueta progresiva siempre me ha echado para atrás, pero aquí no se me atraganta). Da vértigo imaginar la calidad de un nuevo material en el que vuelvan a dar un nuevo paso al frente.
Otras tres veces más los he visto (y algún concierto me he perdido), en poco tiempo, hasta llegar esta cuarta, en la Sala Acapulco. Hoy jugaban en casa tras cuatro años.
Había buen ambiente y se empezó puntualmente.
The Electric Buffalo |
El sonido de Mad Rovers hace que sea perfecto para una combinación con una banda puramente heavy metal (recordemos a Striker) o más hard rock (Alto Volto). En este caso, esta noche venían acompañados por The Electric Buffalo con un sonido que más tira al rock sureño (más clásico por decirlo de alguna manera). En este sentido andaba yo un poco perdido. Pero pocos no saben quién es Álvaro Bárcena (metido en mil movidas), el bajista Sergio Tutú (gerente de los estudios Tutú en Corvera), Wilson deCalle (batería) y el teclista Sam Rodríguez.
Sólo tienen dos trabajos en la calle. El último trabajo, “Keepin´ it Warm”, data de 2016 y están trabajando, desde el año pasado, en sacar otro.
¿Qué tal sonaron? Sonaron muy bien. Pero tardé en meterme en el concierto y apreciarlo debidamente. Hay que añadir que hubo algún problemilla con la nueva batería de Jose Mora… nada que no se pudiera solucionar y que no castigó el ritmo de sus temas.
Era complicando no quedarse embelesado, viendo cómo iban desgranando densos pasajes instrumentales.
Llegaron a interpretar una versión de The Allman Brothers (Mountain Jam). No me la voy a dar de listo y decir que sabía lo que estaban tocando en ese momento, me lo dijeron después.
Con “Love Overdose” se despidieron.
Mad Rovers |
Llegó el momento de Mad Rovers. Esta noche no hubo invitados. Fue verlos desde otra perspectiva. Además, mueven bastante los temas del setlist de un concierto a otro. No digo que fuera malo. Fue bastante interesante, verlos sin la intensidad de dos guitarras o tres. Digamos que fue verlos al natural.
Entraron con todo. Su “Fulltime Slave” no puede ser más balsámico después de una larga semana. Sin tregua, arremetieron con “Today”.
Y ya fue, antes de “Superhero”, cuando se dirigieron al púbico. Miguel Vallinas no tiene precio como frontman. Una de las contras que pongo, fue no se apreciaba bien el sonido de su voz, sobre todo en los tramos finales.
Chema dio algo más de protagonismo a su saxofón. Aunque tuvo que permanecer más estático que en otras ocasiones. Como siempre muy buen trabajo al teclado.
Mad Rovers |
Carlos Suárez estuvo muy fino, como siempre, con la guitarra. No fallan Javier de Coupaud al bajo, ni José Mora a la batería.
Sabes que el final está próximo cuando llega la exageración, la exigente “Fallin´ Down”. ¿Tres minutos de solo? Me gustó el toque que le dio Carlos. Me dice lo mismo un pasaje de guitarra interpretado ultrarrápido o a medio gas si tiene alma.
Y nos regalan “Evil Ways” y “Wild Road” para rematar esta velada.
Fue una noche de descubrimientos (The Electric Buffalo) y me volvieron a confirmar que Mad Rovers es una banda que nunca me voy a cansar de ver en un escenario.
Un saludo a la buena gente que se cruzó conmigo.
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