lunes, 10 de octubre de 2022

ROAD REPORT: De gira con STEVE VAI por USA.


Dani G. es guitarrista, cantante, técnico de sonido, productor y ahora hasta actor, pues acaba de debutar en el cine haciendo un cameo en la recién estrenada película "Vamos a Volvernos Locos". Estos días se encuentra de gira por Estados Unidos formando parte del crew de STEVE VAI.  Nos parecía que podía ser una experiencia digna de compartir. Siendo como es amigo de esta casa, Jorge López Novales le lanzó la caña y en un par de wasaps el asunto estaba cerrado. Gracias Dani G. por apuntarte a un bombardeo si hace falta. Aquí va la primera y apasionante entrega de las aventuras de un asturiano en la corte del rey Vai.

Texto y fotos: Dani G.

Parte I

En verano de 2022 tuve la tremenda suerte de que me llamaran para trabajar con uno de mis ídolos de toda la vida: Steve Vai. La gira fue tremendamente fantástica e inolvidable, entablé una relación fantástica con Steve y mi trabajo se saldó con un éxito total, incluyendo el mérito de ser el primer técnico en 42 años que consigue que Mr. Vai se cambie de utilizar monitores de toda la vida (altavoces que se ponen en el suelo) a utilizar InEars (los auriculares inalámbricos). Además Steve, en una situación totalmente atípica, me pidió que hiciera una letra para salir a cantar cada noche “For The Love Of God”, su tema más famoso. En aquel momento pensé que lo decía en el calor del momento y la idea se diluiría con la noche, pero cuando al día siguiente me pidió que la ensayáramos juntos vi que no se trataba de un farol… Después de dos meses por Europa puedo decir que personal y profesionalmente fue un éxito y una alegría para mi. En un principio se trataba de un trabajo puntual para un sustitución, pero las cartas jugaron a mi favor y tras la gira Steve me pidió que continuara trabajando con él. Al fin y al cabo, ¿quién soy yo para decirle “no” a Steve Vai?.


Llegó el momento de viajar a USA. Maletas facturadas en mi querido aeropuerto de Ranón y vuelo a Madrid para enlazar con un siguiente vuelo a Los Angeles. Una docena abundante de horas después aterrizaba en el aeropuerto de “LAX”, y tras pasar los correspondientes controles de aduanas me encontré con mi amigo Carlos Arellano, el otro técnico de audio de Vai, que ha trabajado también con estrellas desde Cristina Aguilera a Juanes, y nos dirigimos a la mansión Vai en Encino, a unos 40 minutos del aeropuerto. Allí nos recibieron Fire y Julian, los hijos de Steve y a quienes ya conocía del tour europeo. Después de coger unas bebidas nos acercamos “The Harmony Hut”, el estudio que Steve tiene al otro lado del jardín y donde han grabado innumerables artistas. Allí estaba la banda al completo ensayando. Qué gozada entrar allí y ver muros de guitarras y equipo. La banda me recibió con todo el entusiasmo del mundo y al poco de llegar Steve me pidió que ensayara “For The Love of God” con ellos. ¡Qué sorpresa!, desde el principio pensaba que lo que pasó en Europa se quedaría en Europa, pero ese momento me confirmó que oficialmente Steve me quería cantando con él en América. Las cosas se ponían más interesantes todavía. 

Tras disfrutar de una copiosa cena tailandesa en el jardín de los Vai nos pusimos a preparar todo para cargar el trailer del bus que acababa de llegar y que nos llevaría de viaje por las próximas 10 semanas. En ese momento el cansancio empezó a hacer mella. Al fin y al cabo llevaba alrededor de las 29 horas danzando por el mundo sin dormir. Con todo cargado montamos en nuestro estupendo singledecker (un autobús de un solo piso) equipado con salón principal, cocina, baño, ducha, 12 literas y un salón trasero convertido en habitación para que puedan dormir Steve y Pia (la mujer de Steve).

La primera mañana me desperté al lado del venue. Estábamos en “El Cajón”, un teatro muy mítico de la zona de Los Ángeles donde hacen todo tipo de espectáculos. Puntuales como un reloj accedimos a la sala y comenzamos con nuestras rutinas: preparamos las lineas, microfonía, chequeamos los canales… Siempre tenemos entre 6 y 10 asistentes locales que nos ayudan con lo que necesitamos. Normalmente hacemos un pequeño break a mediodía para comer, y después chequeamos que todo esté correcto para que quede listo para las pruebas. Entre las 4 y las 5 se lleva a cabo el “EVO”, que viene a ser un meet & greet con Steve, donde él les cuenta su filosofía de vida y conversa con la gente durante esa hora, para acto seguido hacer la prueba de sonido frente a los EVO. Esta suele durar sobre una hora, y en ella repasan pequeños detalles del show. Además a Steve le encanta improvisar un rato y sacar ideas para futuros temas. Desde el primer show me llamó mucho la atención la amabilidad y la educación que desprende la banda cuando se comunican con los técnicos durante las pruebas para pedir cualquier cosa. Siempre es de una manera súper delicada, y prácticamente te piden perdón por tener que pedirte algo más. No estamos hablando de cualquiera: a Steve lo conoce todo el mundo. Pero consigo lleva a Jeremy Colson a la batería, que ha estado con Billy Idol, Sebastian Bach, Michael Schenker…, Philip Bynoe al bajo, que ha estado con Gary Cherone, Thomas Lang, Slash, Ring of Fire… y Dave Weiner a la segunda guitarra, que es una animal y se complementa con Steve a la perfección.

Siempre hay un buen rato para descansar antes del show, así que aprovechamos para hacerlo en los camerinos, cenar, dar un paseo o lo que cada cual quiera hacer, hasta que media hora antes del show activamos todo para confirmar que cuando salgamos a escena todo esté perfecto. En este primer show parecía que solo hubieran pasado unos días desde el último concierto en Europa: la banda está super sólida y el espectáculo que ofrecen es de mucho nivel y con una complejidad bastante grande. Siempre me encanta la parte en la que Steve toca una frase y la banda tiene que repetirla. Steve lo hace muy rápido y los intenta putear, pero es que la banda es muy buena y lo clavan. Hay momentos para clasicazos como “Tender Surrender” o “Bad Horsie” (donde proyecta un trozo de “Cruce de Caminos”), y llegando al final siempre hace un discurso de presentación sobre las cosas que le molan sobre mi y salgo para hacer una noche más “For The Love of God” junto a Steve. Para mi es simplemente increíble. En Europa funcionó muy bien, pero es increíble que aquí en América la gente se vuelva loca con esto.


Tras terminar el show recogemos todo y nos vamos de nuevo al bus para viajar a la siguiente ciudad. Normalmente estamos una o dos horas tomando algo y charlando en el bus hasta que comenzamos a caer rendidos y nos vamos a nuestras literas. 

La segunda mañana teníamos día libre en Riverside. Nos fuimos a comer un sitio mítico de la zona donde sirven bocatas, como en todas partes aquí. De la que íbamos para el sitio no paraban de decirme que la comida allí era buenísima que iba a flipar, pero cuando te sientas a comer y ves que te han traído un bocata con tres lonchas de embutido, queso, y dos litros de salsas, te das cuenta de la suerte que tenemos en España respecto a la comida. Para un asturiano esto es delito. 

Entramos al hotel hacia la 1pm y descansamos un buen rato. Con Steve siempre es un lujo: vamos a buenos hoteles y tenemos habitaciones individuales. A media tarde Phill (el técnico de luces) y yo nos fuimos a dar una vuelta y a cenar ramen en una especie de centro comercial donde solo hay restaurantes, que estaba pegado a la sala donde estaríamos al día siguiente. A las 11 de la noche ya estaba en la cama (probablemente roncando). No fue la mejor noche del mundo: entre lo mal que me sentó el ramen y que el aire acondicionado empezó a hacer ruidos raros no había quien durmiera. Total, que antes de las 9 de la mañana estaba bajando para probar un auténtico desayuno americano.

El concierto en Riverside fue prácticamente igual que el anterior: un teatro casi lleno, con un público entregadísimo al show. Tras recoger tuvimos una pequeña reunión para ver qué podíamos mejorar de cara al resto de la gira, y partimos rumbo a uno de los conciertos más interesantes para mi: Las Vegas. 

La siguiente mañana mis ojos no podían cerrarse de nuevo a las 7 de la mañana, así que me levanté para recargar pilas y después de desayunar en el bus me lancé a dar un paseo por la zona. Las Vegas es un sitio muy peculiar y extravagante. Me da la impresión que cada hotel (porque allí son todo hoteles y tiendas) quiere medirse sus partes haciendo la construcción más llamativa. Pude ver desde montañas rusas hasta pirámides egipcias. Hay puentes para cruzar la carretera principal a los que puedes subir en escaleras mecánicas. Y gente. Mucha gente. En cada hotel hay un casino (a los que no entré, no vaya a ser que me dé por ponerme a jugar a las 10 de la mañana). A las 11 de la mañana estaba ya de vuelta para comenzar el día de nuevo, esta vez en “The House of Blues”, una cadena de salas de conciertos que hay por todo EEUU. Tras preparar todo nuestro equipo hicimos la correspondiente parada para comer, y a la hora habitual comenzamos las pruebas. Hoy Steve quería presión en el escenario, así que cambiamos un poco el planteamiento de las pruebas y añadimos una nueva mezcla en los sidefill (los altavoces que ponemos a los lados del escenario que sirven para que los músicos puedan escucharse). Esa noche sería una de las pocas que tengo invitados para esta gira: el jefe de seguridad de Joe Perry (Aerosmith) y un par de amigos querían venir al show y dejamos unas invitaciones a su nombre. Para la hora del show comenzó a vencerme el cansancio y eché de menos dormir un par de horas más esa mañana. Pero sarna con gusto no pica y la vuelta por Las Vegas mereció la pena. El concierto fue estupendo, y como guinda hubo dos invitadas: la guitarrista Nili Brosh, que viene de trabajar con Tony Macalpine, El Circo del Sol o el compositor Danny Elfman, y la fantástica Ellen Alaverdyan, una jovencísima promesa del bajo de tan solo 10 años que toca que te mueres. Salieron para el bis y montamos una fiesta estupenda.


A la mañana siguiente llegamos a Phoenix, y pude levantarme un rato antes para ver cómo cruzábamos por el mítico desierto de Arizona. Lo primero que pensé fue “¿cuánta gente estará enterrada aquí por deudas de juego?”. Todos vemos eso en las películas, y no creo que sea muy diferente en la realidad…

El escenario de Phoenix era un poco “imposible”: un escenario circular tipo a lo que había llevado Metallica en alguna gira, pero a pequeña escala y mezclado con una sala de fiestas para que los yayos bailen. En esta sala tuvimos un pequeño problema con las frecuencias más graves, que se amplificaban en el centro del escenario, pero no fue nada que no se pudiera resolver retorciendo unas cuántas roscas y botones. La noche fue un éxito nuevamente, y después del concierto vino bastante gente, entre ellos un gran número de hispanohablantes, a saludarme a mi posición y sacarse alguna foto porque les había encantado mi pequeño aporte al show.


Hacia la una de la madrugada partimos a Las Vegas de nuevo listos para nuestro siguiente día libre. ¿Qué puede pasar un día libre en Las Vegas?... 

¡Pues todo eso y mucho más, dentro de unos días!

Continuará...

© Diario de un Metalhead 2022.

 



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