📝📷 Jorge López Novales.
El pasado siete de febrero tuvimos la segunda edición del festival Monorock. Un festival organizado por la Asociación Monorock que también gestiona el longevo Rockvera.
Este Monorock nació en 2024 con la intención de extender las activades de la asociación, siendo una versión más “light” que su hermano mayor Rockvera. ¿La diferencia? No se busca centrar el festival en las bandas que configuran el cartel. Sin tener el “grueso” en esos nombres propios, en el tema de directos, su afán es dar visibilidad a bandas locales, y dedicar algo más de atención a las actividades y exposiciones paralelas.
El Monorock arrancaba el viernes a las 18:00. El pistoletazo de salida se dio con la inauguración de la exposición fotográfica de Sergio Blanco, Felipe S.M, Nacho Asturias y José A. Muñiz. Posteriormente, tendríamos una mesa redonda dirigida por los Piratas de Libertalia (también parte de la organización del festival) en la que participaban José Mora (Humo, Mad Rovers, Totengott), Jorge Sanz (Monasthyr y Thörment), Rheme Pelaez (Raposu Rock) y Sergio Blanco (This Is Rock).

Llegué media hora tarde por esas cuestiones laborales que resultan ineludibles. Podría quejarme del horario, pero estaba delante de gente que. en el peor de los casos, podía haber sacrificado un día o dos de sus vacaciones para estar ahí. Así que vi irrelevante quejarme de lo cansado que yo pudiera estar. Me tomé una dosis de cafeína sobre la marcha y entré en materia.
Sobre la mesa de debate se pusieron temas como el formato físico, la salud de la escena, etc… Pensaba que las cosas iban a convertirse en el típico brindis al sol. Después la organización me demostró con hechos que ciertas tendencias pueden corregir una línea descendente en la situación de la escena y que no está todo perdido en temas de relevo. Y es que el Ciclu Xoven me ha parecido una auténtica genialidad.
En cuanto a la asistencia a esta mesa redonda… se pudo apreciar un mayor interés del público este año.
Hubo un momento especialmente reseñable: el premio, reconocimiento, a Sergio Blanco. No podía ser menos. La LEYENDA de la fotografía no se lo esperaba.
“En reconocimiento a los 30 años de trayectoria de Sergio Blanco.
Y su labor divulgando la cultura rock a través de sus fotografías.”
Visiblemente emocionado recogió el premio.

20:30. Arrancaba el Ciclo Xoven. Cuatro grupos iban a interpretar un pequeño repertorio. Eran bandas que podía haberse creado para la ocasión o con cierto recorrido, con la condición de que hubiera algún joven en sus filas.
Entre amigos y conocidos, el Llar mostró su mejor aspecto. Niños por doquier, jóvenes enarbolando sus móviles inmortalizando el momento (hay cosas que nunca podrán cambiar).
Arrancaron De Rockbots con una propuesta punk muy divertida. Sencillez y letras llamativas -también reivindicativas- arrancaron más de una sonrisa.
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Invulnerables |
A continuación, llegaron White Noize Music. Atrajeron la mayor de las atenciones con inéditas imágenes en el Llar (al menos para mi): nutrida presencia joven para animar a los suyos. Dejaron ver alguna versión y buenas maneras. Casualmente, dos Alumnos de Javy González (Monasthyr) dieron muestras de lo aprendido.
Los terceros fueron Invulnerables con un setlist muy amplio y trabajado. Sonaron clásicos del rock estatal, la banda sonora de nuestras vidas. Curiosamente, era la segunda ver que los veía y sonaron mucho mejor que aquella primera vez.

The Black Walkers cerraron con un solo tema. Fue una versión de Pantera. Solo tuvieron un mes para prepararse y se notó. Un pequeño problema técnico de la voz tuvo que ser subsanado.
¿Lo hicieron bien? ¿Lo hicieron mal? Eso era lo de menos esta noche.
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The Black Walkers |
Si organizara algo, lo primero que haría sería secuestrar a PABLO VIÑA. El sonido ofrecería esta noche garantías y si algo, puntualmente, fallaba lo veías teletransportarse de la mesa de sonido al escenario para enmendarlo. También había mucha gente de la organización pendiente de que todo funcionara correctamente.
Fue el turno de Humo. No pretendo dármelas de listo y ponerme a escribir sin más como si supiera de lo que hablo. Estábamos ante una banda instrumental de progresivo que incluye la etiqueta post rock, y es algo que no estoy acostumbrado a escuchar. Con todo lo que no sea post(re) ya me pierdo.
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Humo |
Me gustaron, pero se me hicieron pesados, sinceramente. Lo dicho, me falta mundo y les daré una nueva escucha en cuanto pueda. Agradezco salirme de mi zona de confort y no hacer fotos a las mismas bandas. También, en el fondo, no quiero acabar escuchando lo mismo de siempre, pero a este perro viejo le cuesta aprender nuevos trucos.
Como curiosidad. No había tenido oportunidad de ver a José Mora en su faceta de teclista y “frontman”. Se aleja de su versión como batería de rock más clásico con Mad Rovers y, obviamente, de metal extremo con Totengott.
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Humo |
Como buen festival que se precie, tiene que haber contraste para abarcar el mayor espectro posible. De un universo personal, de perdernos en extraños paisajes cósmicos, pasamos al power de unos tal Monasthyr.
Su trabajo más reciente es de lo más exigente que han sacado. Y de cara al directo han conseguido asentar la coreografía más desmadrada -sin dejar atrás sus tics escénicos- y dejar sitio para interpretaciones más eficaces.
Vi mejor banda que en el Karma Fest, mucho más cómodos en el escenario.

David Martínez parece que ya lleva toda la vida (casi tres años) y se ve reflejado en el peso de su guitarra (quizá un poco baja mi gusto, pero una guitarra nunca está lo suficientemente alta); un buen contrapunto para la guitarra de Javy (solos muy limpios). Se le notó algo estático, pero un pajarito me ha dicho que tuvo un problema al escoger sus pantalones (unos menos elásticos) y no estaba para grandes alardes.
Jorge Sanz en su línea habitual, buscó la complicidad del público e hizo “diabluras” a sus compañeros. Gestos, caras, durante los solos… Supo dosificarse bien durante todo el concierto. Buenos fichajes los de Maxi Valdez a la batería y Aurelio al bajo.
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Monasthyr |
Dieron un buen recorrido a su último trabajo, sin dejar de mirar atrás, y nos regalaron a los fans un tema nuevo “Desiertos de Olvido”. “Ángel Vengador” puso el habitual colofón a su actuación.
Y llegó la despedida. Esto no es poner un cable y listo. Esto no es pedir una llave a un ayuntamiento el mismo día para disponer libremente de una instalación. Alabo más el esfuerzo de un festival después de ver cómo funciona el interior de otros. Permisos, seguros, política… y todos los imprevistos del mundo a última hora.
El hermano menor del Rockvera crece y creo que ya han visto qué cosas pueden funcionar mejor de cara a una próxima edición.
A estas alturas, a lo largo de los años, lo que más se resiente es la capacidad de verse sorprendido por nada. Este viernes, para bien, fue una de esas raras excepciones.
© Diario de un Metalhead 2025.

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