Fima Invitada: Jorge López Novales.
Pero, ¿quién coño necesita nuevas bandas estatales? ¿Para qué perder el tiempo hablando de ellas?
Hace unas semanas, esperando para entrar a un concierto, le comentaba a un colega que ese misma noche se estaba desarrollando la Semifinal de Metal Battle de la zona Norte, y que el sábado continuaría. Su respuesta: “Nah. No me suena ninguna banda. Sólo conozco a Hate in Veins y no iría por ver sólo a un grupo”. Me pareció una contestación coherente con estos tiempos que corren, así que tampoco me cabreé, después de todo estábamos esperando para ver a Gigatrón.
No existe un mandamiento en la militancia heavy que nos obligue a escuchar y juzgar sin prejuicios todo lo nuevo de bandas para nosotros desconocidas, bien sea que lleven ya muchos años en faena o grupos que se aventuran con su primer trabajo. Alguno se escudará en que los mejores discos del metal de la historia ya se han hecho. Es posible, pero… ¿deberías conformarte sólo con eso? A no ser que no te interese que evolucione la escena y, estrictamente, te preocupen sólo los nuevos trabajos de los dioses del metal, creo que no.
Existen miles de grupos a la sombra de los consagrados, aquellos que han podido vivir estrictamente de su música. Son dioses que han permitido que medren a su sombra un montón de bandas que se limitan a versionar sus canciones y otras que los copian sin tapujos para crear su nuevo material propio. Se estrecha la escena para lo nuevo, lo original. A pesar de encontrarnos con bandas técnicamente cada vez mejores y con mayor acceso a medios de grabación profesionales a buen precio, no es fácil destacar y puede que no lo hagas con tu primer disco. En la reseña de un nuevo trabajo de un grupo encontramos que, para simplificarte la vida, te vinculan estilísticamente con una o varias bandas archiconocidas. A estas alturas ya es complicado buscar un sonido que alguien, tras unos pocos segundos de escucha en una de tus canciones, no diga con suficiencia: esto suena a… y al poco te diseccione y eche abajo todo tu trabajo sin partir del beneficio de la duda que sí concede a un grupo internacional. Si te ayuda a mejorar y te lo dice alguien que sabe… cojonudo.
¿Nunca habéis comprado un disco por la portada sin haberlo escuchado antes? En aquellos tiempos, en mi caso mediados de los 90, sí, y te esforzabas por conseguir que aquello que había caído casi por casualidad en tus manos, te gustara. No podías quedar como un gilipollas que había malgastado el dinero que no se bebía; en un arrebato, hasta podías comprar la maqueta de un grupo local, que, como con todo, escuchabas numerosas veces hasta “encontrarle el puntillo”. Por el contrario, también te podías encontrar que, del álbum en cuestión, sólo te gustaran una o dos canciones, las que ponían habitualmente en la radio, te saltabas las baladas y conocías las canciones por su número más que por su título…Sea como fuere, basabas tu criterio en las numerosas escuchas.
Pero ahora, ¿quién compra discos en edición física? ¿Merece la pena para un grupo nuevo sacar un cd? No dejan de publicarse estudios que insisten en cómo tu colección de discos muere lentamente; se pudre ante tus ojos. ¿Y qué más da? Actualmente se está desarrollando toda una ola de especulación amparada por Ebay, Discogs, Todocoleccion… o más bien por nosotros, los que todavía depositamos nuestra fe en lo físico. Ves a la misma gente hurgando en las tiendas de discos de segunda mano buscando su santo grial. Mientras tanto, la tecnología te desplaza y se esfuerza en hacerte ver que estas obsoleto. Pestañeas y tu nuevo coche (con suerte) te presenta un acceso usb desbancando al lector de Cd…y… ¿ahora qué? cientos de canciones mezcladas que acabas saltándote para escuchar siempre las mismas de los de siempre; si vuelves a pestañear, tienes que comprar una unidad de cd/dvd externo para tu ordenador porque ya no lo traen. En casa los cd´s se comen tu espacio. Es la cultura musical del S XXI, en la que empiezas, casi a la fuerza, a encontrar atractivas las ediciones digitales del Bandcamp y el disco duro se llena de miles de horas de música que no vas a escuchar en tu vida, quizá porque tardarías varias vidas en escucharla.
Ante esta situación, ¿cómo podemos satisfacer nuestra ansia de bandas nuevas (o no tanto)? Pelearte con youtube o spotify, ir a conciertos, leer reviews... herramientas para metalheads autodidactas, si es que aún quedan.
¿Para qué coño son las reviews? ¿Hasta qué punto son útiles hoy en día? Deberían ser una herramienta para que gente con más música que tú, te hiciera ir un poco a tiro fijo y descubrir cosas interesantes. En la Metal Hammer, por ejemplo, tardas dos segundos en leer todos los detalles sobre el disco (independientemente de la antigüedad del grupo) que presuntamente se está analizando y te quedas como estabas. Es lo más cercano a decir que te has leído un periódico entero en lo que te tomas un café y que ya entonces, podrías ser tertuliano en cualquier programa de actualidad, la cultura del titular. En otras revistas, tenemos estrellas, puntuaciones que no muerden la mano que les da de comer (sería una tontería hacer lo contrario). Los medios underground son más coherentes a la hora de juzgar su escena e implacables cuando uno se desvía de ella; la Rock Estatal, al contrario, abarca demasiado, con decenas de reseñas de todos los géneros del rock, mezclando rock, punk, metal… sin tapujos. Pocos habrá que se la lean entera.
Otra cosa es que un disco esté a años luz de tus gustos, si la reseña está escrita con criterio, ha cumplido su función real: en mi caso, por muy bien escrita que está la reseña de Simón de un disco por ejemplo de… Messuggah, por mucho criterio que tiene, no voy a matarme por conseguirlo pero tampoco me voy a poner a hablar mal del grupo gratuitamente por ello; Y si algo me gusta y parece que no lo hace a nadie más en el mundo, da igual lo que se diga. Elecciones personales.
Pero, nosotros militancia heavy… ¿quién coño necesita nuevas bandas nacionales? ¿Por qué vamos a ponérselo más fácil? Ya es todo un logro conseguir que alguien escuche tu música, para sumar todo un trecho hasta que un nuevo fan pague dinero por la materialización de tus esfuerzos y luego enfrentarse a la verdadera esencia de tu grupo, el directo. En vez de eso, te aplastaremos sin miramientos y no te daremos la oportunidad de crecer. Seguro que luego perderemos el culo alabando a cualquier grupo que venga de fuera.
© Diario de un Metalhead 2018.