Por Larry Runner.
No me gusta el Leyendas del Rock. No me convence. Lo que no quiere decir que por ello no haya estado. Sí que lo conozco. Y es que soy de los que cuando habla es con conocimiento, no soy como los tertulianos de la tele o un cualquiera de facebook que raja a la ligera y sin razón.
Y no, claro que no, no hablo del cartel, que siempre es acojonante. No entiendo que nadie eche mierda encima a la organización por el billing. Siempre es espectacular. ¿No te gusta? Cuando la oferta es tan enorme y tan variada si no encuentras en ella bandas apetecibles el problema lo tienes tú, no el festival. O estás reviciado o te gustan bandas que no meterían a 20 personas en un bar y por ello los grandes festivales no apuestan por ellas. Móntate tú una historia para ti y los cuatro que te dicen que irán de los cuales dos al final ese día no podrán porque tendrán un cumpleaños o cualquier estúpida disculpa para no acudir.
Dos veces he estado en el festival y tengo algunas razones para no haber regresado. Todas ellas son muy personales, por supuesto, pero imagino que tan respetables como las de los que lo defienden, como algunos amigos míos muy cercanos e incluso algunos miembros del staff de Diario de un Metalhead, pues no todos pensamos igual.
No me gusta por su emplazamiento, que se ha quedado pequeño hace tiempo y que apenas goza de oferta hotelera. Villena y alrededores no son sitios turísticos. Vale que hay monumentos bonitos para visitar, pero la gente que acude a la ciudad o está de paso o tampoco es tanta como para que la zona se llene de hoteles. La última vez nos tuvimos que alojar en la provincia de Albacete, casi nada.
No me gusta por su clima, al que considero extremo. Y es que a mediados de agosto, te pongas como te pongas, allí no hay Dios que aguante ese jodido calor. El camping parece un campo de refugiados Sirios. Quizás la gente de la meseta lo lleve mejor, también los del Levante y los que se bajan de Barcelona, donde en verano viven en una sartén. Pero para los del norte y en este caso para un asturiano como yo, que en el momento de escribir estas líneas -finales de julio- goza de una temperatura de 21 grados en el exterior, puedes creerme, Villena en agosto es lo más parecido a las calderas de Pedro Botero. Sí, es un puto infierno.
Ahora salta la noticia de que la organización negocia con el ayuntamiento de Benidorm, incluso estudiando un cambio en las fechas. Apoyo la moción. Me sumo a ella en todos los sentidos y me parece más que razonable. Brillante diría.
Si se hace un poco más adelante en el calendario se evita la lucha de intereses con otros festivales. Esa encarnizada batalla que se vive en verano es insana para todos, promotores y audiencia. Por otra parte, el clima es mucho más benigno, sin extremos, lo cual para un festival es ideal. El microclima con el que viven en Benidorm es ideal.
Si se lleva a Benidorm la oferta de alojamientos es la mejor que te puedas imaginar. Teniendo en cuenta que en verano la ciudad pasa de sus algo más de 60.000 habitantes a casi el medio millón, sabes que por falta de alojamientos no va a ser. Benidorm en ese sentido es el otro extremo, con hoteles por cientos, campings a patadas y cientos de miles de camas disponibles. Es la mejor ciudad de España para el viajero, sin ser para nada un sitio caro. De ahí su éxito. Y pobre del ignorante que aún se piense que es un sitio para viejos. Hay para todas las edades.
Si al final el Leyendas del Rock se cambia a Benidorm, mi opinión sobre el festival dará un giro de 180º sin duda alguna. Lo del título de este artículo quedará para la posteridad y a buen seguro que pasaré a ser un defensor del evento. Tras casi tres décadas viajando a Benidorm para descansar, créeme, creo que puede ser el lugar perfecto, con varias ubicaciones muy válidas. No tengo nada en contra de Villena, un sitio que me gustó cuando lo visité por vez primera hace muchos años, mucho antes del Leyendas, pero no es el mejor lugar para un festival. Ni de lejos. Y desde luego, para algo así, está a años luz de Benidorm.
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