📝📷 Jorge López Novales.
Así que, con las fotos hechas de WarCry tras cuatro temas, y sacar alguna entre el público, nos fuimos al centro de Bilbao con la idea de llegar a las 22:00 al otro concierto que iba a tener lugar. Iñigo y yo nos encomendamos a los hados para poder aparcar, y nos sonrieron, porque pudimos llegar a la sala unos minutos antes del arranque. Llegamos a las primeras filas y nos agachamos para molestar lo menos posible (luego tendría una conversación muy seria con mi espalda).
No sabría describir esta sala de conciertos. Tiene un aspecto clásico, varias espirales donde se agolpa el público cubren la sala, con cuidados y llamativos adornos en el techo, unas pelotas muy gordas. Unas pocas escaleras salvan el espacio entre músicos y público. A eso hay que sumar una luz agradecida, un sonido impecable, y un hermoso público a juego.
Bilbao parece una ciudad en la que dos propuestas musicales “metaleras” pueden tener cabida, con respuesta masiva en ambas. Yo, al menos, no puedo más que sentir envidia de cómo se las gastan en esta ciudad en cuanto a recintos y público. Yo soy promotor, o banda, y se me caen los huevos al suelo, si me dicen que van a tocar el mismo día que yo WarCry en la misma ciudad, y a poco más de seis kilómetros. 450 personas metió el Reno en el Antzokia. Envidia -envidia de la sana- por lo que tiene esta ciudad, y tampoco hace falta ir muy lejos para encontrar propuestas igual de buenas en la zona.
Había visto al Reno en diciembre del año pasado, a muy poco de sacar su nuevo disco, “Regreso al Metalverso”. Así que esta noche estábamos ante una gira nueva. Y eso lo dejaron muy claro desde el principio: el cachondo video de presentación con el que abrieron. No quiero desvelar nada del asunto.
¿Y qué vino a continuación? Después de la irrupción, de rigor, del cariñoso reno, con abrazo con un congénere del público sin mediar berrea, se presentaron los cuatro músicos. Un segundo… sí, cuatro. Presentaban las pintas del libreto y el videoclip: forrados en lo que se guardan los bocadillos y unas gafas luminosas de colores. No sé si era un aspecto futurista o si han hurgado en el fondo de armario de Astrako (el de Los Mundos de Yupi), pero se agradece que no llevaran falda esta noche… porque desde nuestra posición Iñigo y yo podríamos habernos llevado algún golpe fortuito (una forma fina de no decir pollazo). Poco duraron los disfraces. Debían de tener un calor de cojones.
No podía faltar “Ancho Cipote”. Y es que no se habría perdonado la ausencia de clásicos. No podían faltar los medleys, el veranito mix o “Camino Moria” (el inicio del fenómeno Renardo). Así que metieron algunos de los temas nuevos, con buena respuesta de los presentes. Brillaron con nueva luz “Inteligencia Artificial”, “Esfinternet” y “Spoilerman”. Eché en falta la ausencia de “Gente mayor del metal”.
Jevo ejerció con su habitual locuacidad como frontman, ¿quién pudo evitar descojonarse?
Primer concierto con in-ears de la banda. Supongo que este avance no les supuso ningún problema porque dieron el concierto con bastante comodidad.
Con “Crecí en los 80” se dio por finalizado el asunto.
¿Qué más os puedo decir? Si os coincide cerca un bolo de El Reno Renardo, y os gusta, no lo desaprovechéis. Supongo que muchos ya sabéis cómo se la gasta esta gente en directo
Gracias Iñigo, sala y a la banda por todas las facilidades.
© Diario de un Metalhead 2024.
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