martes, 20 de noviembre de 2018

VIDRES A LA SANG: Set de Sang (2018, Blood Fire Death / Discos Macarras / Hecatombe Records)


Por Larry Runner.

VIDRES A LA SANG es de esos grupos que te suena el nombre pero que yo, personalmente, no ubicaba. Luego fisgando la cada vez más amplia colección extrema de mi estantería, sí que encontré algunos temas suyos repartidos en recopilatorios. 

Llevan ocho años separados, justo los que va a cumplir Diario de un Metalhead, de ahí que nunca antes hablásemos de ellos. Según hemos visto en facebook, había gente hambrienta por tenerlos de vuelta, sobre todo en su tierra, en Catalunya. Normal, cantan en catalán y con lo buenos que son, normal que por allí haya peña que saque pecho con ellos. 

Nos cuentan desde Blood Fire Death que son pioneros del metal extremo cantado en catalán y únicos en su especie, lo cual será verdad, no digo yo que no, aunque cada vez nos llegan más discos cantados en catalán. 


En su música, extrema pero asequible para oídos poco acostumbrados a las sónicas drogas duras, la melodía triunfa de lo lío, y si bien cuando se ponen en plan veloz se lo hacen muy bien, cuando bajan de revoluciones ganan de lo lindo, fusionando en su música un montón de estilos no tan extremos como pudiéramos esperar. Tintes de progresivo hay por doquier, con algunos ritmos enrevesados que te clavan a los auriculares para no poder despegarte. Por otra parte hay heavy metal también, los coros al menos, lo son, alcanzando en temas como “Emergiré” lo sublime. Cuando se ponen en plan doom como en larga “Miraré de no tornar-me a perdre” son ya la puta polla, rozan lo sublime, aunque sin duda la joya es el hit inicial “El Vents Bufen a Favor” (el que no lo entienda que se lo haga mirar, eso te pasa por no ser ni de derechas ni de izquierdas, eres nulo para los idiomas y para muchas más cosas).

Todo suena natural y cristalino, tocable en vivo, sin artificios ni arreglos imposibles y no son otra banda más de black-death por lo que digo de fusionar de otros estilos. La producción es realmente fantástica y es un disco que entra más que bien. Eloi Boucherie es el padre de esta criatura, pues además de aportar guitarra y voz se ha encargado de grabar y producir el disco en su The Farm Of Sounds Recording Studio. Le acompañan en la aventura Albert Martí a la guitarra solista -menudos solos, sobre todo el de “El Mur”, que me encanta- ; Marcos GArcía (bajo) y Jordi Farré (batería), al que si tuviera al lado le invitaría a una birra por hacerlo tan bien.


Cuentan además con una colaboración de esas que antes se vendían con una pegatina en la protada, la de Martin Méndez de Opeth en  “Miraré de no tornar-me a perdre”. No está mal, ¿eh?

La mezcla y masterización vienen firmadas por Javi Félez en los Moontower Studios, de donde han salidos trabajos de algunas de las más grandes bandas de metal extremo de este país como Foscor o Barbarian Swords.

Hay veces que cuando me pongo a escuchar un álbum pienso “este es de los que se quedan”, pero luego no es así y pasa a la estantería para tardar en retornar al reproductor. En este caso creo que de verdad se va a quedar. El grosor melódico, con ese tono vikingo a veces, tiene la culpa. Ni siquiera la progresiva y larga “El Mur” se hace pesada. Y la final "L'órbita del cor", con ese comienzo a lo Slayer tiene un puntazo. ¿Mi favorita? "El Poble Redemptor", una maravilla.

Enormes. Ojalá consigan lo que no lograron ocho años atrás. Casi apostaría que sí. Ahora van a tener mejores apoyos y gente que crea en ellos.

Demoledores. Absténganse rancios. 







© Diario de un Metalhead 2018.