By Leonidas Trismegisto.
Acaba de llegar el verano y la gente empieza a invocar aberraciones tales como tumbarse en plancha a lo largo de toda la costa y conseguir un moreno lombarda guapísimo para rodar un documental del maravilloso spa Treblinka.
No menos aberrante es el mestizaje de una bebida tan sagrada como la cerveza, mezclándola con refrescos o gaseosas. Con cicuta se la mezclaba yo.
Hoy os traigo, aún jugándome una lapidación sumaria a manos de los belgófilos, otra de esas mezclas sin sentido que no deja de hacerme gracia. La cerveza son tres ingredientes básicos, pero ya tuvo que salir el listo de turno a introducirle frutillas del bosque y tapar todo el buen sabor de la cerveza.
Mort Subite, una lambic con un 15% de frambuesa o melocotón, creada por Alken Maes – Heineken, guapísima para ir a un picnic con los putos osos amorosos y Auryn tocando la flauta.
Es la cerveza por la que, una inquietante mayoría, comienza a beber y gran parte de esa mayoría, aun más inquietante, sigue consumiéndola. A esa gente os voy a decir una cosa: La cerveza es una bebida amarga, con cojones, con la suficiente cantidad de matices y sabores como para convertirla en una putilla más maquillada que David Bowie.
Se que los que leéis este blog sois hombres y mujeres con las gónadas más gordas que la campana del Gorriaga y si alguna vez hollasteis los multicolores caminos de este tipo de aberraciones, de seguro que estáis siguiendo el tratamiento pertinente a base de recias cervezas como las que os recomiendo en este blog.
El metal sin alear y la cerveza sin violar, por favor.
Maridaje: si de verdad os gusta esta cerveza, meteros en el baño, haceros una coleta y mirándoos al espejo, fijamente a los ojos, comed un plátano bien gordo. Sin pelar. Sin llorar.
© Diario de un Metalhead 2015.
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