lunes, 3 de diciembre de 2018

Rompiendo barreras. WARCRY. Avilés 24.11.2018. Crónica y fotos.


Texto: Larry Runner.
Fotos: Txen Yang.

¿WarCry en un teatro? ¡Qué me estás contando! ¿Qué fue del heavy metal? ¿Dónde va a estar la energía en un teatro? Menuda puta mierda. ¿Otra vez con la orquesta? Pero si al final están ahí atrás y ni te enteras. ¡Menuda puta mierda! Llega el día y llueve a mares. Salimos camino de Avilés y la autopista hasta arriba de gente cagada porque la carretera parece una piscina. Menuda puta mierda. Retención a la entrada de Avilés, a ver si ahora no llegamos por culpa de las obras. ¡Pero qué cojones! ¡¡¡Menuda putísima mierda!!!  Llegamos. Entramos y nos dan un regalo guapo. Por fin sentados, fila 5, mira qué cómoda es la butaca, a ver si me voy a dormir ... Por fin comienza el concierto y ...

Dos horas memorables. He visto a la banda muchas veces. He llegado a llorar de emoción con ellos, pero sin duda alguna el concierto del pasado sábado en el Auditorio del Centro Niemeyer de Avilés será por siempre especial.


El concierto era el colofón a una semana en la que WarCry ejerció una labor educativa importante, acercando el rock y el heavy metal a los jóvenes de Avilés en varias sesiones didácticas repartidas por diferentes escenarios de la ciudad. A buen seguro que muchos no tenían ni idea de lo que era el rock y que fijo que también algunos gracias a su labor han venido para quedarse. Indudablemente fue una semana dura para la banda y su entorno, porque conseguir que un ayuntamiento como el de Avilés se moje por el rock, de verdad, no debe ser fácil. Mi más sincero aplauso para esta fantástica iniciativa que rompió todas las barreras.

Respecto al concierto, reconozco que la idea inicial no me satisfacía a priori. Ver al grupo sentado, a palo seco, sin una cerveza en la mano, no entra en mi idea del heavy metal; sin embargo tengo que reconocer que al final acabé disfrutando de lo lindo. Fue una experiencia nueva, pues habíamos visto a WarCry con su espectáculo "Symphonic" en Oviedo, pero en aquella ocasión todo era distinto. La Orquesta iba al escenario del Rock y salía perdiendo, pasando su labor a veces casi desapercibida porque la potencia de lo eléctrico se los llegaba a devorar por momentos. En este caso era WarCry el que visitaba la casa de la Orquesta y todo iba a ser diferente y ... mejor.


La ocasión era especial y los detalles también lo fueron. A buen seguro que a pesar de tomar notas y querer fijarme en todo me perdí muchos de ellos. Pero tengo una explicación, y es que la libreta acabó tirada en el suelo porque la música acabó por arrastrarme y distraerme de la actividad de apuntar. Sí, al final acabamos dándolo todo y de pie, como todo el auditorio que presentaba un aspecto de casi completo. Muchos se lo perdieron con la disculpa del precio, 30€. ¿Caro? Depende del concepto de cada uno. He vivido bolos de 3€ carísimos. Los 30 del sábado los doy por bien pagados. 65 músicos en el escenario. No sé vosotros, pero yo no los veo todos los días. Sí que he visto espectáculos similares, pero era lo de siempre, la Orquesta que se venía al barro. Lo de ayer fue todo lo contrario, el grupo de heavy metal se iba al teatro, y sí, fue especial.

Lo fue como decía por los detalles, que saltaron a la vista desde el primer momento. La Orquesta no vistió como lo hacen las orquestas habitualmente, no. Los jóvenes de la Orquesta Sinfónica Julián Orbón y la Joven Orquesta Sinfónica de Cantabria salieron ataviados con camisetas de WarCry. Me recordaron a aquella vez que vi a U.D.O. en Wacken también con orquesta y los maestros iban vestidos con ropa militar como el grupo alemán. Los 60 músicos pasaban a formar parte de la banda, no eran unos apegados, unos meros acompañantes.


De todos es sabido lo importante de la pirotecnia en los conciertos de WarCry. Nos hemos habituado a ella y un show suyo sin fuego no puede ser lo mismo. Pues bien, en el teatro no cabía esa posibilidad, pero a cambio se apostó por un juego de luces que imitaba el efecto. No sé si ya era sugestión mía, pero creo que en los momentos de los fogonazos hasta sonaba ruido de llamas. Va en serio. A los lados, las musas del último álbum, presentes también en la batería de Yugueros, quien estuvo encerrado en una pecera para lograr un mejor sonido. Al fondo la pantalla más grande que yo recuerde haber visto nunca en un concierto de la banda. Los visuales estuvieron siempre presentes, aunque en honor a la verdad, creo que nunca los ignoré tanto como en esta ocasión. Había tanto sobre las tablas que lo que hubiese de fondo casi me daba igual. 

Antes de que las notas comenzasen a sonar vimos en esa enorme pantalla algunas imágenes de los días de atrás en las clases con los jóvenes, con declaraciones que llegaron a arrancar aplausos. Valores, heavy, la vida no es solo reggaeton, el rock mola ... Lo dicho, la banda rompió barreras.


La Orquesta sobre el escenario, todos en rojo y negro de WarCry, trabajo duro, con especial dedicación en cuerdas y vientos, que para adaptarse a las canciones se ven con algunas tonalidades difíciles. Comenzaba el premio a tantos días y a tantas horas de esfuerzo y ensayos. El colofón a un enorme esfuerzo. Empieza a sonar “Alma de Conquistador” y el teatro estalla. Detrás “Nuevo Mundo” y ya todo parece sonar bien. Víctor García nos da las buenas noches y se arrancan con “El Más Triste Adiós”. Comenzábamos a disfrutar lo que a los protagonistas les había llevado todo un año de trabajo. “Contra el viento” nos lo puso difícil para seguir sentados. Sólo un presente desde la primera fila permaneció en pie toda la noche arengando a la gente para hacer lo propio sin obtener resultados positivos. 

Llega “Mi Vida en un Beso”, en la que vislumbramos en algún verso al pletórico Víctor García visiblemente emocionado. Hacía mucho tiempo que no veía al vocalista cantar tan bien. Los hizo desde el primer momento. Si a alguien le da por mirar crónicas de conciertos de atrás, verá que en ellas siempre comentamos lo mucho que le cuesta arrancar. No fue así en esta ocasión.


Turno para la primera aparición del violinista invitado Vasko Vassilev interpretando la instrumental “Vodoo”. Se va entonces el sonido de la guitarra de Pablo García. El tema evidentemente queda deslucido, así que una vez recuperado el instrumento del guitarrista y por iniciativa de Pablo García, repiten el tema. Fue la primera de las entradas en escena del búlgaro, que aparecería otras cuatro veces, sobre todo al final. 

La orquesta sonaba brillante, bien de volumen, a la altura de las circunstancias. Enorme la labor del director Miguel Ángel Navarro al que se le veía feliz dirigiendo a los jovencísimos músicos y poniendo cuernos. Ellos también se lo pasaban en grande permitiéndose incluso el lujo de sumarse a la fiesta tirándose unas fotos o incluso encendiendo la luz de su móviles cuando el público se soltaba a ello en la grada.


Hubo varios momentos dignos de destacar a lo largo de la función. Quizás el primero que yo señalaría sería el de la interpretación de “Keops”. Soy de la opinión de que es la más emblemática canción de “Immortal” y probablemente la mejor que haya escrito nunca Víctor García. Con la Orquesta sonó sublime, y eso que ya anteriormente con “Aire” pensaba que no podía ser mejor. 

Otro de los momentos sensibles de distinguir sería el de “No Te Abandonaré”, donde Vasko Vassilev estuvo acompañando a Santi Novoa y Víctor García, únicos WarCry presentes sobre las tablas.


Especiales fueron también “Cada Vez” y “El Amor de una madre”; aunque para emocionante “Nana”, donde en una de las frases parecía que a Víctor se le hacía un nudo en la garganta. Y es que creo -sin temor a equivocarme-  que percibí en más de una ocasión unos ojos más brillantes de lo normal en el rostro del “León”.

“Muerte o Victoria” me puso de pie. Con ella Pablo García se subió por el pasillo hasta la parte alta de la grada donde se encontraba su familia. Entregado terminó el himno tocando con la guitarra a la espalda. En otro de los momento entrañables también hizo subir a su hijo al escenario para que el pequeño disfrutase de la experiencia de estar sentado en medio de toda una orquesta.


El concierto se acercaba a su fin y Santi Novoa -al que se le veía tremendamente feliz por tener en la sección de viento a sus dos hijos venidos de fuera para la ocasión- soltaba la arenga para que el público se pusiese en pie. Así vimos el apoteósico final, que consistió en “El Guardián de Troya” y por supuesto el himno “Hoy Gano Yo”, canciones a las que se sumó Vasko Vassilev y que sonaron como nunca antes.

Las caras de felicidad en el escenario y en la grada lo decían todo. Todos felices, con los músicos saludando al final de la actuación. El show había terminado pero nadie quería abandonar el teatro. Así que para cerrar definitivamente la noche, la banda volvió a saltar al escenario, ya sin la orquesta detrás para regalarnos un “Tú Mismo” que coreamos incansables, con algunos músicos de la Orquesta sumándose sobre el escenario de forma espontánea para disfrutar de tan privilegiada situación del quinteto que sin duda, ofreció una de sus mejores actuaciones de todos los tiempos.

Foto cortesía de Aníbal Siñeriz.

Sin duda alguna, una noche para recordar, una actuación única e irrepetible. A buen seguro que tras el enorme éxito la banda quiera repetir experiencia en algún otro escenario similar, pero difícilmente llegará a ser tan especial como la celebrada en su tierra, rodeados de amigos, familiares y mimados por los fans más acérrimos, algunos de los cuales se desplazaron a Avilés desde los más recónditos lugares de España. Como diría Dani Sevillano: BOLAZO. 

Gracias WarCry, maestros acompañantes y crew por darnos tanto a cambio de tan poco. Y también por el detalle que se nos dio a la entrada, el cual guardaremos con cariño por siempre. Gracias a la Concejalía de Cultura del Ayuntamiento de Avilés. Su implicación en cuerpo y alma llegó más allá de lo que jamás pensaríamos que se puede hacer desde un ayuntamiento. Sois todas y todos muy grandes.

www.warcry.es

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