viernes, 11 de septiembre de 2015

VENOMOUS MAXIMUS: Firewalker (2015- Napalm Records) USA.


By Diego Rodríguez Liébanas.

VENOMOUS MAXIMUS lograron llamar la atención en 2012 gracias al buen trabajo realizado en su primer larga duración Beg Upon The Light. Su mezcla de Doom y Heavy Metal clásico y, sobre todo, dos temas diferentes como fueron Moonchild y Path Of Doom les abrieron las puertas de la discográfica austriaca Napalm Records. Tres años después el cuarteto de Houston saca a la luz Firewalker que supone una lógica continuación de lo que ofrecieron en su primer trabajo con un plus en lo referente a sonido, interpretaciones y composiciones que le da una mayor consistencia al trabajo.

El álbum comienza con una intro que no llega al minuto y que sirve para poco más que centrar nuestra atención y dar paso a White Rose que empieza a ritmo de cabalgada y tresillo maideniano para convertirse en un buen tema de Heavy Metal “Doomizado” con un trabajo de guitarras realmente destacable por parte de Christian Larson. La interpretación de Gregg Higgins así como la producción de sonido de su voz sigue unos parámetros similares a su anterior disco. Un buen inicio que nos deja con ganas de más.

imposible dejar de centrar la atención
en la interpretación vocal

En una onda similar seguimos con Through The Black aunque con un punto más oscuro. Pese al buen trabajo instrumental es imposible dejar de centrar la atención en la interpretación vocal de Higgins cuyas maneras poco ortodoxas y tan personales suponen gran parte del atractivo de VENOMOUS MAXIMUS ya que dota de una personalidad potente y definida a la banda. El cantante va a su aire y suelen molar mucho los caminos que se inventa y su peculiar tono muchas veces cercano a Andrew Eldritch de Sisters Of Mercy o Pete Steele de Type O Negative.

Dark Waves comienza como un Doom de lo más clásico para luego afrontar ese riff de guitarra que consigue hacer sonar a la banda por momentos como ninguna otra, aspecto bastante destacable para un grupo con la corta trayectoria de VENOMOUS MAXIMUS. No han recargado el sonido con arreglos y la banda suena directa, potente y con la presencia de un cierto aire retro que no predomina. La siguiente es la enorme Oct 14th en la que meten una marcha más alcanzando su tope de velocidad, intensidad y cierta oscuridad metiéndose en un terreno que me recuerda enormemente a los suecos In Solitude. El álbum continúa con la instrumental atmosférica Firewalker que tiene un punto extraño en cierta manera conseguido por unos coros que rompen la melodía ensuciando de una manera peculiar el resultado final.



El séptimo tema es Angel Heart, el cual, a pesar de las escuchas, me parece el más anodino del disco y el que menos miga tiene. La banda le intenta dar la intensidad de los otros temas y parece que por momentos arranca pero se queda en un quiero y no puedo. Volvemos a la senda buena con la épica My Machine que se convierte después de varias escuchas en uno de los temas más reconocibles del disco. Diferentes riffs y continuos cambios de ritmo muy a lo Judas Priest configuran un tema de alto nivel. Fire In The Night, que retoma la senda más Doom, es un buen momento para destacar la buena labor de Trevi Biles ya que el bajo tiene mucha presencia a lo largo de todo el disco. Firewalker termina alto con una gran canción como es Take On The Grave ya que supone otro de los momentos destacados del disco por la intensidad que desprende.

Firewalker demuestra que VENOMOUS MAXIMUS siguen por buen camino, el disco es un buen trabajo y mola mucho pero… quizá me esperaba un poco más ya que no he notado un salto realmente considerable con respecto a su primera obra. Los puntos fuertes sobre todo en lo referente a interpretación vocal y guitarras siguen ahí, ese toque oscuro y de misterio también lo tenemos pero todo eso ya estaba en Beg Upon The Light. Creo que esta banda puede dar mucho más de sí y sorprendernos en el futuro con una obra que realmente dé la campanada. Seguiremos su evolución con interés.





© Diario de un Metalhead 2015.

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