Diario de un Metalhead. Capítulo XXIII: Discos de cabecera.

En estos tiempos de mierda en los que vivimos, a los que nos han llevado cuatro mangantes que por acumular ceros en sus cuentas en paraísos fiscales se han cargado aquello que llamábamos "estado de bienestar", si no tienes una válvula de escape como la que tengo yo con la música estás perdido. Te amargarás.

Y es que toda la vida veías que había gente a tu alrededor que le podía ir un poco mejor o peor. Normalmente a los que les iba peor era porque tenían poca cabeza, porque derrochaban, porque se drogaban, o por lo que fuera, pero no te llamaba la atención. Era lógico.

Pero a día de hoy me considero un afortunado por conservar mi empleo y cobrar lo que cobro, aunque viendo la situación que me rodea, me empiezo a preocupar. Amigos en paro desde hace más de un año, algunos desde hace dos. Sin derecho a ninguna prestación de ningún tipo. Algunos con hijos. Regresando al hogar de sus padres. Perdiendo el poco patrimonio que habían acumulado. Preocupaciones por todas partes. Personas maravillosas, que nunca hicieron daño a nadie. Trabajadores cumplidores, buena gente a los que en algunos casos han dejado en la calle por reducción de costos, porque sus jefes quieren ganar más, sin ni siquiera dar opción de ningún tipo a conservar el empleo.

No importa los años de tu vida que hayas estado en una empresa. No importa lo bueno que seas. Importa lo que te pagan. Lo demás da igual. Yo aún conservo mi empleo, pero me paro a pensar que sería de mi si ahora lo perdiera. Llevo toda mi vida laboral, veintiún años, en la misma empresa. Si las cosas no fueran bien, no sabría a donde ir. No se para que serviría. Siempre he sido bueno en lo mio, pero eso fuera de mi empresa nadie lo sabe y nadie lo va a valorar como ahora se me valora. A nadie le importa.

Toda esa carga, todas esas preocupaciones hacen que a veces te duela la cabeza. Que duermas mal. Que te den ganas de llorar. Pero en el fondo tengo mucha suerte. Un simple gesto, un apretar de botón y solucionado. Allí está siempre. La música. Va siempre conmigo, y si por casualidad un día no me he acordado de coger ningún cd para la furgoneta, no importa. Allí están los "discos de cabecera". Siempre están ahí. No salen. Son sagrados. Con el tiempo van variando, pero no mucho. 

Uno de esos discos siempre es de un mismo grupo, por supuesto, siempre tiene que haber un disco de Iron Maiden. Desde que se editó ese disco es "The Final Frontier". El otro fue durante mucho tiempo uno de In Flames, el "A Sense of Purposes". Pero hace tiempo que lo cambié, hace ya hace casi tanto como el de Iron Maiden. Es un disco en castellano, de una banda de hard rock. Yo diría que de la mejor banda en su estilo del país, los valencianos Uzzhüaia. El "Trece Veces Por Minuto" va a todas partes al lado de "The Final Frontier". 

Es de esos discos que cuando tienes el día torcido te levanta la moral. Con temas para cantar, que te mejoran el ánimo automáticamente. Nunca sabrán ellos lo muy agradecido que estoy por ese disco, por esas canciones. La de veces que me han ayudado a encarar alguna jornada torcida, de esas en las que el ánimo está por los suelo. Canciones como "Magnífico Fracasado", como "Durango", como "La Mala suerte" hacen de mi vida una vida mejor. Siempre que lo pongo me darían ganas de llamarles y decirles simplemente una palabra: "gracias".

Esos son a día de hoy mis discos de cabecera. Los que me relajan. Los que van siempre conmigo. Los que me hacen la vida más fácil. ¿Y los tuyos? ¡Deja un comentario!

© Larry Runner 2012