lunes, 9 de julio de 2018

SCAPE LAND: Evil Mind Pieces (2018, Autoeditado)


Por Larry Runner.

Si no los hubiese visto en vivo, diría que no podrían nunca defenderlo sobre un escenario. SCAPE LAND serían una de esas bandas incapaz de tocar su disco en directo. Y es que hay que atarse los machos para sacar adelante los temas de este “Evil Mind Pieces” delante del público.

Los gaditanos de Chiclana se vienen con un segundo disco espectacular, para el que al final de esta reseña me faltarán adjetivos. Y es que “Evil Mind Pieces” es pura magia;  uno de esos discos que has de saborear despacio, a cucharaditas, como si fuese tu yogur favorito y solo te quedase ese y ninguno más en la nevera.

Han ido mostrando partes del libreto con cuentagotas. Un trabajo gráfico que han cuidado al máximo-como el musical-  plasmando el concepto de las “malvadas piezas mentales”. El autor de las magníficas ilustraciones es el mismo de su debut: J. Jesús Fernández.

Si eres una persona con prisas, no te pinches “Evil Mind Pieces”. Para disfrutar un álbum así, hay que tomarse un buen tiempo, no se puede hacer a la ligera, porque te perderás tantos detalles que no lo disfrutarás de verdad. No notarás en el paladar la esencia de un trabajo complejo a la par que melódico, tanto como para que te enganche.


Y es que si en su debut demostraron la enorme capacidad técnica que poseían basándose para ello en el retorcimiento de las canciones, en esta oportunidad aflojan un poco en ese sentido. Aunque hay estructuras complejas y cambios dentro de los temas que te pueden volver loco, bien es verdad que las melodías hacen que todo eso no sea lo primordial y aún a pesar de las complicaciones sonoras, los temas penetran en tu cabeza para quedarse. 

Sí, han mejorado la fórmula con creces. Siguen manteniendo la parte técnica al más alto nivel pero han sabido dar vida a auténticas canciones -que no temas- lo cual hace a “Evil Mind Pieces” un disco muy superior a su predecesor y en el que el comportamiento humano está reflejado en forma de los episodios que conforman las canciones. 

El álbum se viene apoyado en una base rítmica auténticamente bestial, con un trabajo realizado que probablemente sea de lo mejor que se haya parido desde Andalucía si de metal hablamos. Y mira que he escuchado cosas buenas venidas de esa tierra, pero lo del tándem Josema/Adrián es un flipe. Colócate unos auriculares y verás. No exagero, sobre todo con lo del batería. ¡Madre de Dios!

Las guitarras me vuelven loco. Y es que el bueno de Diego ha parido música de muchísima calidad con su instrumento. Riffs asesinos que conviven con pasajes melódicos hasta el límite. Los solos nunca exceden el tiempo necesario, penetran en la canción sin forzar, aportando luz, sumando, jamás restando y el trabajo a la hora de hacer rítmicas le da una capa de brillo a las canciones.

Sobre toda esa clase y buen hacer a nivel melódico y virtuoso se incorpora la voz de Iván, sin duda uno de los mejores cantantes del país. No, no exagero. Es más, no admito ni discusiones ni comparaciones. Es un grande y punto. Y es que su registro incluye agudos, graves, gritos y guturales llegando incluso al pig squeal cuando el tema lo parece requerir. No hay límite alguno en su trabajo, en sus líneas vocales que cambian constantemente para ofrecer un resultado que yo al menos nunca me había encontrado en un disco. Nunca había visto nada igual. Si ya en en el debut “Scape Land” veíamos que el tío tenía recursos, ahora mismo su trabajo es sencillamente deslumbrante y sinceramente, creo que inimitable. No sé yo si en el caso de irse del grupo alguien podría ocupar su puesto de manera convincente. Sinceramente lo veo imposible.

En “Evil Mind Pieces” te encuentras death, heavy metal, thrash, progresivo (mucho) y hasta hard rock si me apuras, pero todo ello va combinado y aunque pudiera parecer una locura o un batiburrillo, nunca lo es. Las canciones cobran vida, tienen sentido y algunas rozan lo sublime, siendo grandísimos temazos. La calidad es tan alta que es difícil destacar algún tema, pues todos son buenos. Aún así haré un esfuerzo.


Abren con “Evil”, todo un hit donde están magníficos aunque yo en esta primera me quedo con el solo de Diego, al que no le sobra una nota a pesar de alargarse de pleno, como el tema. Más de seis minutos que se hacen cortos. 

De “Take em Out” resaltaría el trabajo de la sección rítmica y los guturales de Iván, que me recuerdan mucho a los del amigo Daniel C. Pérez de Ravenblood, otro grande y de lo mejor en el estilo de este país si no el mejor.

De “I Am” me quedaría con el estribillo, pegadizo a pesar de la complejidad de la canción que con todo ello nunca pierde la melodía. Los cambios de Iván de gutural a limpio están lejos del trabajo cansino que ofrecen en esos juegos las bandas de metalcore. Ojo al bajo de Josema, como juega en una parte de la canción con la batería de Adrián para meterse la guitarra de Diego y luego los gritos de Iván en un momento Purple que explota con un solo digno de otra época.

“Crazy” nace grunge para luego cambiar el registro y dejando entrar a Iván del que no puedo expresar con palabras su trabajo en la canción. Tienes que escucharla. Me vuelve loco.

“Gods Love” comienza pausada, acústica, suave, casi jazz, haciéndote temer la llegada de una explosión. Entra la voz de Iván acompañada de coro. Cierras los ojos, la sientes. De repente todo se rompe, entra la tormenta y la velocidad y una vez más Iván juega con dos veces, una rasgada, enfadada y otra limpia y melódica. Heavy Metal. Sublime.

“Don't Break Me Up” vuelve a comenzar tranquila, pero llegados a este punto no te fias. La voz es la más limpia del disco, y la canción parece ligada en espíritu a su predecesora “Gods Love”. Se arranca como power ballad para acelerarse después en tono maideniano pasado por el filtro del Goteborg sound. Temazo, todo un hit y quizás lo mejor del disco. Quizás. Me mata.

Tras un corto pasaje instrumental titulado “Breath” se viene “Alive”, en un tono Pearl Jam aunque más contundente. Evidentemente luego el tema acelera, gana fuerza y queda lejos de la melosidad del sonido ñoño plañidero de Seattle. Aún así probablemente sea la que menos me gusta del disco. Si no fuera porque la batería me vuelve loco ...

“Mind Pieces” es una canción directa, al mentón y oscura con tono Black Sabbath. Dura, cañera, contundente, con un toque de groove y un Iván que no puedo evitar que aquí me recuerde a Ozzy. Quizás la menos loca de todas por tener un tono más conocido, más tirando a clásico.

Al final, he hablado de todos los cortes, y es que, en definitiva, Scape Land han parido EL DISCO. Este año están llegando auténticos discazos, y en esta misma web podéis ver las críticas de muchos de ellos, algunas firmadas por mí. Este es uno de los más grandes sin duda.

Sublime. Bendita locura. Gracias quillos y enhorabuena.

https://www.facebook.com/ScapeLandBand


© Diario de un Metalhead 2018.

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