martes, 16 de julio de 2019

Cállate la puta boca.


Por Sonia M.

Es complicado explicar brevemente lo que quiero. Es difícil hacerlo sin cabrearme y tirar el teclado por la ventana. Es difícil porque quizás para mí significa un mundo y para otra persona le parece que exagero. Pero lo que he vivido este año en el Resurrection Fest, para bien y para mal, necesito expresarlo de alguna forma. En otra entrada hablaré sobre las cosas buenas y malas de esta edición. Hoy quiero centrarme en la gente de pega. No sabría como llamarla.

Sé que es habitual con bandas muy conocidas que pase esto (sin ir más lejos el año pasado con KISS y SCORPIONS). Gente que va a ver una banda grande y ya está. Y lo respeto, siempre que no toques la moral a los que van a ver las demás a pesar de tus gustos, que a nadie le interesan. No me verías en un concierto que no me gustara tocando los cojones así porque só. Sin embargo, ahí entra la educación, que brilla por su ausencia en muchas ocasiones.

Creedme cuando os digo que soy una persona muy pacífica. Me tienen que tocar mucho los ovarios para que salte, pero cuando ocurre a veces tengo que echar el freno porque sé que a la larga la que sale perdiendo soy yo. Y me quedo con todo eso dentro por el imbécil de turno, y digo imbécil porque la mayoría de ocasiones me ha pasado con tío, no por nada, si fuera una tía lo diría igual.

Sé que todos hablamos en los conciertos, ya sea para comentar algún detalle o alguna cosa que nos llama la atención o nos emociona, pero TODO el evento... Ahí no estas viendo ni viviendo nada.

Entiendo que para que vengan grandes bandas que son parte en muchas ocasiones de mi historia personal musical se necesita esa gente que solo va por unas bandas grandes. Que estamos los que nos comemos el cartel entero todo lo que podemos hasta desfallecer por puro amor a la música y luego están los demás que prefieren algo concreto. Y de verdad, me parece bien. No tengo nada en contra, aunque se pierden muchos descubrimientos interesantes.

Lo que me jode mucho es que esté en una posición medio decente, sin molestar a nadie cuando va a tocar el cabeza por excelencia de la edición, en este caso SLIPKNOT, y haya hueco para que venga más gente sin molestar como quien dice. Que lleve unas cuantas canciones ya el concierto empezado, este yo en éxtasis recordando mis años de adolescencia escuchando esos discos que me parecían demoniacos como el “Iowa” y que de repente de la nada aparezca cuatro fulanos y se me pongan delante. Bien. Y que diga uno: “Genial, nos quedamos aquí que se VE de puta madre”. ¿Lo habéis leído no? Acto seguido y durante la hora y cuatro que quedaría de concierto se la pegaron de espaldas al escenario, hablando en corrillo entre ellos y casi para el final uno de ellos hasta se puso a grabar. ¿Qué, para verlo en casa? No entiendo nada, sinceramente. Intenté disfrutarlo todo lo que pude, a pesar de que el sonido era muy bajo y casi oía más a la gente de mi alrededor que a los propios SLIPKNOT.

No entiendo esto, en serio. Si quieres hablar y pasas del concierto, de acuerdo, te entiendo. ¡Pero no vengas a la primera puta fila a dar por culo! Me parece una falta de respeto increíble. Que sí, venga, que han pagado una entrada y pueden hacer lo que quieran, como yo. Pero manda narices, que hay sitio de sobra para que os deis la brasa sin molestar. Pero no, lo que está de moda es estar delante aunque ni mires ni te enteres de la mitad del concierto, y eso con uno de los nombres más gordos del cartel. No quiero ni imaginarme con una banda humilde.

¿Sabéis lo que les diferencia a este tipo de gente y a mí?  Que yo por lo menos tengo EDUCACIÓN y lo que no me gustaría que me hiciesen a mí, no lo hago. Ojalá se entendiera de una vez por todas que se puede disfrutar sin hacer sentir mal o incómodo a los demás y sin tener que llegar a decirle a nadie algo tan malsonante como "cállate la puta boca". 

© Diario de un Metalhead 2019.