viernes, 2 de febrero de 2018

Metallica Loves Lisbon. 01.02.2018, Lisboa. METALLICA. Crónica y fotos.


Por Larry Runner.

METALLICA abrieron tour en Lisboa ayer noche. 20.000 personas pedimos cita con la banda de heavy metal más grande del planeta y llenamos a reventar el precioso Altice Arena, bautizado originalmente como Pavilhão Atlântico y que cambia de nombre constantemente según el promotor de turno.

Lo de banda de heavy metal más grande del planeta era algo que tenía en la cabeza desde que los ví hace una década en Madrid por última vez. Aquella noche estuvieron increíbles y con un repertorio insuperable. Anoche aquí en Lisboa, más de lo mismo y confirmación por todo lo alto. Olvídate de Kiss y sus tirolinas, de Iron Maiden sus Eddies y sus telones. Siempre hacen lo mismo, cambian las cosas de sitio como el entrenador que cambia un delantero por otro sin variar el esquema. Poco hacen por innovar su show. Metallica siempre va por delante, en todo. Al que no le guste, que no mire, pero está claro que hay mucha gente a los que nos gusta y lo que digan los “haters” nos la trae más floja que al Blackie de los WASP sus mallas.


El viaje a Portugal fue un placer, sin sobresaltos, con muy poco tráfico. Desde mi casa al hotel tardamos 6 horas de reloj habiendo hecho dos paradas. Si eliges bien tu ruta, la estudias un poco, y no le haces demasiado caso al GPS, te plantas en nada en la capital portuguesa. Las seis horas pasan a cinco con el cambio horario. Así que salimos a las 7 de la mañana de Turón (Asturias) y a las 12 estábamos aparcados frente al hotel, para posteriormente buscar un lugar donde comer. Algo que no nos costó, pues la zona donde está situado el Altice Arena está llena de restaurantes e incluso tiene un centro comercial al lado diseñado por Calatrava cuya estructura como todas las del fulano es un espanto y una ruina (hay pasarelas cerradas al público porque se resbala según nos contaron), pero en el que también encuentras tiendas y una gran cantidad de bares para hacer tiempo, Fnac incluida.


Tras unos intensísimos cacheos logramos acceder al Arena y allí nos encontramos frente al fantástico escenario, situado en el centro. En uno de los fondos una gran zona acotada para la gente de las mesas de luz y sonido y en el techo una enorme cantidad de cubos que subían y bajaban con las canciones y en los que se proyectaron imágenes durante toda la noche, algunas personalizadas para la cita portuguesa. Luego en el transcurso del show habría muchas más sorpresas que no se veían así a bote pronto. En cada esquina del pabellón había un buen grupo de focos para iluminar al grupo desde todos los ángulos. El equipo de sonido casi se multiplicaba por cuatro, para proyectar al mismo en todas direcciones. Un alucine, aunque en ese sentido, nada nuevo.


Repartidos por el Pabellón podías encontrar varios puestos de merchan, con algunos productos bastante originales e incluso un par de camisetas personalizadas para Portugal, una futbolera con los colores de la selección.

Kvelertak ejercían de banda telonera y así se les trató. Bajos de volumen, el escenario les vino grande. Al principio cada uno en una zona sin moverse, bien pensé que sería por el tema de monitores, pero casi al final fueron girando como hacen Metallica de continuo. 


En disco me desconciertan, no puedo decir que realmente me gusten del todo. Era la primera vez que les veía en vivo y la verdad, me vuelvo como estaba. No acabo de entender su propuesta musical, no es que lo hagan mal, para nada, no es eso. Son esos cambios tan bruscos que me desconciertan, que pasan de lo extremo al hard rock sin avisar. Cuando estás disfrutando de algo que te recuerda a Thin Lizzy de pronto entra una berrida, se acelera todo y te descuadran. Tocaron con muy pocos aún en el pabellón. Las gradas con ellos estaban casi desiertas. El escaparate de tocar con Metallica es evidentemente brutal pero la respuesta de la gente con ellos fue muy fría durante los cuarenta minutos.


Por fin llegó el momento, la locura. Se apagan las luces, se ilumina el pasillo de acceso al escenario, suena el “Ectasy of Gold” de Morricone y el pabellón lo tararea. Salen los cuatro jinetes, rápidos, sin detenerse. Se suben al escenario y arranca “Hardwired”. La locura. “Atlas, Rise!” va detrás. De repente empezamos a estar incómodos. Demasiada gente, demasiado apretados. Me temo que no vamos a poder ni movernos. Al menos en nuestra zona no había forma. Intentamos cambiar de sitio pero imposible, todo muy apretado. De repente, los de seguridad eliminan el pasillo de acceso al escenario y vemos la luz. Cambiamos al otro lado y todo mucho mas desahogado. Ya se podía caminar para todas partes sin problema. James Hetfield nos da el buenas noches y nos dice que va a haber también “old stuff”, se despachan “Seek and Destroy” y el Pabellón se viene abajo mientras los cubos suben y bajan con sus proyecciones de imágenes de video y primeros planos de los músicos. Detrás “Harvester of Sorrow”.


Poco más tarde llega uno de los momentos de la noche: “Now That We’re Dead”. Suena a gloria, a clásico, vibramos como locos. De repente terminan el tema y se ponen los cuatro, uno en cada lateral y con un tambor delante. Se marcan toda una batucada al más puro estilo Sepultura y lo gozamos viendo como James dirige las operaciones.

James Hetfiel nos dice que van a darnos material auténticamente heavy y que la siguiente es una de sus favoritas: “Dream No More”. Para él quizás lo sea, para el público estaba claro que no. Todos un poco paradillos, algo que enseguida se remedió con “For Whom the Bell Tolls”. La emoción hace que “Halo of Fire”, que comienza James en solitario a la guitarra, suene a clásico también. Los Adán y Eva de Durero se paseaban por los cubos y el tema acaba con un James Hetfield diciéndonos que Kirk “es la polla”.


Se quedan Trujillo y Hammett solos en el escenario. Algo preparan. No sabemos qué. De repente tocan un tema que no logro reconocer. Los españoles que por allí pululaban ponían la misma cara de póquer, los portugueses … entregados. Me dije, “para mí que ésta es una de los Xutos e Pontapés. No me equivoqué. Un chaval me lo confirmó al acabar el tema. La canción era “A Minha Casinha”. Fue un momento importante en el concierto, casi mágico, como el posterior homenaje a Cliff Burton con imágenes proyectadas en los cubos y Trujillo clavando el “(Anesthesia) Pulling Teeth”.


Con “Creeping Death” aparece el fuego por vez primera y detrás “Moth into Flame” con luces flotando por el escenario para las que utilizaron unos pequeños drones que no veíamos, consiguiendo un efecto nunca visto y realmente original.  Tras ese mágico momento dan paso a la traca final en la que incluyen “Sad But True” -dedicado a las mujeres presentes en el concierto-, el apoteósico “One” -que me puso la carne de gallina- y “Master of Puppets” para cerrar antes de regresar con el bis.

“Spit Out the Bone” fue la última de las nuevas, con la bandera portuguesa ondeando en las pantallas, y para cerrar “Nothing Else Matters” y “Enter Sandman”, en la que Lars, la lía, como te lo cuento. Se perdió. Cualquiera aguanta ahora a los haters. Si sacan el directo sin retocar nada, lo vais a percibir. 


“Metallica loves Lisbon”  dijo Hetfield antes de irse. Nosotros también, y a Metallica, por supuesto. Los más grandes del planeta se despidieron de forma cercana a la gente y con un auténtico chorreo de púas tras el vivido musicalmente.

© Diario de un Metalhead 2018.