domingo, 11 de febrero de 2018

Slayer no apestan.


Por Simón García López.
Hace un tiempo que vengo observando en redes sociales una especie de desprecio a Slayer por diversos motivos, entre los más comunes los siguientes:


• La mala calidad de sus guitarristas.

• Que hayan seguido con su carrera tras la marcha (una vez más) de Lombardo, y sobre todo la muerte de Hanneman.

• Los directos del grupo, donde algunos aprecian su decadencia hasta el punto de llegar a decir que se arrastran por los escenarios. 

• La gira de despedida tras anunciarse su retirada, este es el último y más reciente.

• La mala calidad de sus últimos discos, sobre todo a partir del “Divine intervention”. Sus últimos 20 años de carrera metidos en el mismo saco. 

Con algunas ideas de las expuestas estoy en total desacuerdo, pero veo que a otras, en el fondo, no les falta razón. Por todo ello, mi intención con este artículo es aclarar todos estos puntos y poner dar el valor que merece y nadie le debería de quitar a una de las bandas más importantes de la historia del metal.

Está claro que en cuestión de opiniones hay de todo y así debe de ser. La gente en las redes sociales dice lo que quiere y le da la gana, pero hay algunas cosas que considero inadmisibles, comentarios carentes de respeto y argumentos sin base sólida, sin más espíritu que el destructivo. Tras la pantalla de un ordenador y con un teclado en las manos, tras el anonimato y la protección de las paredes del hogar, se puede hablar de todo sin que nadie sepa si sabes de lo que hablas o no. Todos sabemos de lo que muchos son capaces. Es imposible, pero me encantaría saber si, por ejemplo, la gente que resume los últimos 20 años de Slayer como una mierda ha escuchado de verdad todos los discos editados para poder lanzar una opinión tan osada y simplista. Me encantaría saberlo, al igual que me encantaría saber si han escuchado los primeros 20 años de vida del grupo para asegurar que todo en ese momento fue excelente. 

Respecto a esto, los más viejos o no tan viejos del lugar, recordarán el vapuleo que llevó “South of Heaven” cuando salió. Las críticas no son una cuestión de la modernidad, en los primeros 20 años de Slayer también las hubo, aunque ahora no se recuerden por la fragilidad de la memoria o el simple desconocimiento. Aún el otro día por una revista nacional publicó como anécdota una review de un concierto de Metallica en España presentando “Master of Puppets”, donde el firmante ponía a parir al grupo asegurando que si ese era el futuro del Heavy estábamos arreglados. No hacía falta tiempo para demostrar que arreglado estaba él. Las críticas siempre han existido y las vacas sagradas del estilo, aun en sus mejores momentos, también las han sufrido, el natural e inevitable.


Volvamos al tema en cuestión e intentemos dar respuesta a todos los puntos. 

Es innegable que guitarristas mejores técnicamente que los de Slayer en el Thrash los ha habido a patadas, pero ser bueno técnicamente nunca ha asegurado buenas composiciones. Slayer tenían un sonido propio, sus guitarristas lo tenían, siempre lo han tenido y con matices minúsculos mantenido, y esos punteos de palanca y tan fuera de lugar han sido una influencia para innumerables grupos de Thrash y Death posteriores, desde los primeros Sepultura, pasando por Vader a los primeros Cannibal Corpse. Siendo unos guitarristas normalitos han creado himnos atemporales, discos memorables dentro de la historia de la música y riffs demoledores como los de “Angel of death” o “Hell awaits” o “Reign in blood” que están dentro de todos los rankings de mejores riffs de metal. Todos aquellos que os mofáis de su calidad, podéis seguir sentados en casa haciendo escalas para subirlas después a Youtube o Facebook y recibir unos cuantos likes, pero recordad que hasta la fecha, no habéis hecho nada que trascendiese lejos de vuestro grupo de amigos.

En segundo lugar, la decisión de continuar sin un miembro fundador por defunción es algo que a cualquier fan de un grupo molesta hasta cierto punto, pero es una decisión habitual en bandas que tienen la música como forma de vida y que ha ocurrido desde siempre. Metallica o Slipknot son algunos de esos casos. Incluso hay grupos que siguen a día de hoy sin ningún miembro fundador, como Napalm Death, y no pasa nada. Criticar eso significa criticar a todos y cada uno de los grupos que todos escuchamos y admiramos.

En tercer lugar, criticar a Slayer por su directo significa dos cosas: o que nunca los has visto o que no te gusta el grupo. Te puede pillar un día malo, pero si por algo han destacado siempre Slayer por encima de la mayoría de grupos de metal o Thrash es por sus directos. Puede ocurrir que al no gustarte no tengas desarrollado el sentido de la justicia para reconocer que a pesar de tus gustos sus directos son demoledores. A mí, sin ir más lejos, los últimos 15 años de Kreator no me gustan nada, pero me da el sentido común para reconocer sin tapujos que en directo son perfectos. Además ese sentido de la justicia es tan útil que se puede aplicar en cualquier aspecto de tu vida diaria, lo que hará que dejes de ser en muchos casos un cerril gañán.

En cuarto lugar, dudar de que esto sea la despedida es lícito y entendible. Tacharlos de falsos dando por hecho que es una patraña no, simplemente porque no admito que la omnisciencia de las redes sociales llegue al punto de conocer el futuro de las cosas. Estaría bueno. No lo sabes, no rajes. Espera a ver qué pasa y si al final pasa, raja, yo también lo haré.


Por último, si eres de los que opina que Slayer llevan 20 años haciendo mierda, que se han vendido o qué sé yo qué más, creo que eres un osado. Soy de los que prefiere sus primeros 20 años si se trata de dividir su trayectoria en dos grupos temporales, pero de igual manera, veo que no todo en esa primera época fue excelente, ni por supuesto todo lo demás apesta. Veámoslo disco a disco:

• Considero que “Undisputed attitude” es el mejor disco de versiones que nunca haya escuchado y lo digo por un motivo. Es de los pocos discos de versiones donde un grupo ha hecho suyas todas y cada una de las canciones revisadas, hasta el punto de que si lo escuchas descontextualizándolo totalmente, en nada o casi nada difiere de un disco de Slayer, y “Gemini”, única canción propia del disco, es simplemente impresionante con un final bestial donde la intensidad alcanza a su punto máximo.

• “Diabolus in musica” es quizás el disco más flojo de Slayer. El grupo pasó por un momento compositivo bajo y se notó, pero aun así tiene buenas canciones y excepto en un par de cortes “extraños”, quizás influidos por el momento musical imperante, marcado por la preponderancia de los grupos de Nu metal, mantiene el tono de siempre de Slayer. De Diabolus siempre he creído que el que aporta el impulso que impide que el disco tienda a desmoronarse es Bostaph, ese batería que pasaba por ahí y que no le llega a la suela de los zapatos a Lombardo. Espero que se perciba el tono. El trabajo de Bostaph en el disco es genial, una lección en cuestión de pegada, contundencia y originalidad. 

• Tras Diabolus llegó “God hate us all”, centrado en su parte más potente y pesada, con momentos de agresividad únicos en su carrera. Sin duda, que Matt Hyde colaborase en la producción influyó en este sentido. Es uno de los discos más violentos sino el más violento de Slayer. Creo además que es el trabajo por descubrir para aquellos que echan pestes de los Slayer de los últimos 20 años. Digo esto porque doy por hecho que a los dos siguientes discos, los más trues les hayan pegado una escucha solo por la curiosidad que les haya despertado la vuelta de Lombardo y el artwork característico de su etapa más gloriosa. Pena me da de estos auténticos que no son conscientes de que con ese enganche caen directamente en las redes de algo tan poco auténtico como el mercado. 

• “Christ illusion” supuso como decíamos la vuelta a la formación original. Un atractivo para la mayoría que en realidad fue una estratagema comercial, motivada por la nostalgia de los viejos fans, algo ya habitual y que ha ocurrido con otros muchos grupos, y que como casi todas segundas partes no fue buena y acabó mal una vez más, por motivos, porqué no decirlo, económicos. En este disco, el grupo abandonó el sonido eminentemente pesado y la vena más violenta para regresar a la velocidad, como no podía ser de otra manera, al estilo y sonido de su época dorada, aunque en temas como “Skeleton christ” o “Eye of the insane” se vea el poso de los años anteriores. 

• “World painted blood”, último trabajo de Lombardo en esta segunda etapa, sin ser un mal disco, bajó en la intensidad de la producción y la calidad general de las canciones respecto a “Christ illusion”. Esto, claro está, es una opinión muy personal, pero hay algo aquí que no me acaba de cuajar. Me resulta repetitivo y pobre de sonido, como si lo que hubiesen editado fuese una preproducción. Sigue la línea de los clásicos, línea motivada en gran medida por el estilo de Lombardo, pero le falta algo, quizás un conjunto de todo lo expuesto. 

• “Repentless” es el último disco y según se entiende por las últimas noticias, el definitivo. Vuelta de Bostaph y primero sin Hanneman tras su fallecimiento en 2013, sustituido por el gran Gary Holt de Exodus. Un disco cercano en todos los sentidos a “God hate us all” en sonido, concepto y sensaciones generales que aportó un punto de frescura a la larga trayectoria del grupo. El impulso mediático que les supuso su salida de American y entrar en un sello tan poderoso dentro del mundo del metal como Nuclear Blast fue bestial. Apostaron sin dudar por Slayer y no les salió mal. 


A Slayer se les puede criticar por muchas razones, claro que sí, también musicales, pero sin generalizar, con coherencia y sin faltar a la verdad. Para mí la primera y principal crítica en estos años ha sido la falta de coherencia entre sus creencias religiosas reales y las que transmitían en sus discos. No es coherente llamar a un disco Dios nos odia a todos y ser devoto católico como Araya. No tiene sentido y lo único que demuestra es que en la música, como en casi todo, la apariencia es una parte fundamental del negocio. Está claro que si haces música extrema vende más la imagen de Satán que la de Jesucristo, pero si después te sacan los colores poniéndote delante lo incoherente de tu propuesta te tienes que callar o reírte como le pasó al pobre Araya en una entrevista. De igual manera que no tiene sentido ser una banda cristiana y que al mismo tiempo tu cantante sea detenido por intentar asesinar premeditadamente a su mujer. Hay cosas que no cuadran.

En definitiva, Slayer son indiscutiblemente un gran grupo, histórico, con sus fallos y aciertos, altos y bajos, pero que no merecen en ningún caso y menos en el plano musical que se sobrepase la línea del respeto hacia ellos. 

© Diario de un Metalhead 2018.

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