martes, 19 de marzo de 2019

Vi a Toundra ... en el programa de Broncano.


Por Jorge López Novales.

Hace ya unos meses vi a Toundra en el programa de David Broncano, La Resistencia. Por lo general, este tipo de entrevistas no suelen aportar nada al fan de toda la vida (ejemplo, el despropósito de entrevista conocida por todos, a Dream Theater, que no aportó nada relevante… ¿el agua que le gusta a Labrie? ¿en serio?). Sinceramente, si no hicieran lo mismo con algo que no me gustase (el 99% de los músicos que van a este programa) cambiaría inmediatamente de “canal”.


Más recientemente, Bruce Dickinson visitó el programa de Buenafuente Late Motiv. La entrevista fue bien porque el cantante pudo extenderse y siempre hace declaraciones que encuentran el aplauso. Y es que una buena parte de las preguntas fueron dedicadas a su libro, más concretamente, a las partes más interesantes de su autobiografía: su vomitiva anécdota con Ian Gillan y el viaje a Sarajevo. En serio, me esforcé para que me gustara el What Does This Button Do? A lo mejor no es para mí. No me importa que Bruce no hable de sus temas más personales (si tiene hijos, casado…) pero el libro se convierte en un coñazo cuando empieza con los aviones y la esgrima.

Nos hemos desviado. Sigamos con Toundra. Como de costumbre en este caótico late night de Brocano vino la típica pregunta: ¿cuánto dinero tienes? Cada uno de los miembros del grupo fue diciendo cuanto tenían ahorrado. Es evidente que, incluso teniendo Toundra mucho tirón (hablamos de “Instrumental Rock”), cada uno de ellos tenía un trabajo aparte y parecía evidenciar que estaban un poco por encima del sueño de cualquier músico… no perder dinero. Luego, Jorge Ponce apareció e hizo la típica gracia de que un músico, que no se dedica en exclusiva a ello, no lo es. La verdad es que si nos atenemos a esa estricta definición habría pocos músicos. Entraríamos de lleno en la maldita polémica de los músicos profesionales.

Para mí un músico es la persona que se sube a un escenario y puede transmitir al público, independientemente de su número, sensaciones positivas. De acuerdo, eso lo puede hacer un niño con una guitarra de juguete pero no seamos rebuscados.

¿Músicos profesionales? Vivir de la música, ¿qué cojones es vivir de la música?

Por un lado está vivir exclusivamente de la música…. Encerrarte en una academia de sol a sol, tocar en orquestas o grupos de versiones y luego ver las energías que te quedan para otros proyectos que puedas considerar más personales.

Por otro lado está vivir de tu música ¿Existe gente que pueda hacerlo? Aparte de la que vive de las rentas de lo que hizo hace muchos años y que no quiere que cambien las reglas del juego. Hago un inciso. En una ocasión, revisando unos registros sobre un asunto que no viene al caso, pude ver lo bien que funcionaba en los años 20 y 30 la Sociedad de Autores de España (por entonces S.A.E.). Una red perfectamente organizada que podía registrar cualquier evento cultural en los sitios más recónditos de España. Además de ser una fuente de ingreso para los autores, se había establecido como una herramienta de protección para las familias cuando este enfermaba o fallecía. ¿A quién ayuda ahora la famosa “rueda”? Además de al nuevo presidente de la SGAE… Puede que digan que la rueda sea legal, pero inmoral lo es un rato.

Esto hablando de música “comercial” pero, evidentemente… hay un número bastante menor de gente, de músicos, que viven de su música en el metal. Se puede entender una banda como una empresa, con un altísimo nivel de profesionalidad. No sería malo querer ganar dinero con lo que haces si está a la altura de lo que ofreces y la demanda de tu música te corresponde.

Por otra parte…Siendo realista, ¿Hasta dónde estarías dispuesto a llegar con tu banda? ¿En qué momento un supuesto crecimiento (llamémoslo mejor apuesta) te va a entorpecer en el terreno laboral y familiar? Encontrar el mismo nivel de compromiso para ensayar, para ir en la misma dirección, más allá del ámbito local. ¿Cuánto dinero estáis dispuestos a perder? (nadie usaría la palabra arriesgar). En la primera línea de este párrafo ya nos hemos cargado toda la diversión, la ilusión con la que uno empuña por primera vez un instrumento o con la que encara un ensayo con los amigos. Esto es común a todas las bandas de metal estatal, medianas y pequeñas. Partimos de que ninguna de ellas espera conseguir el “éxito” fuera del mainstream, y que todas buscan estar en un escenario cada fin de semana expandiendo su circuito de conciertos, ofreciendo material nuevo cada cierto tiempo que revitalice su setlist (si, otros grupos pueden concentrar sus conciertos fuera de España, otros despreciar el directo).

¿Qué es el éxito? ¿Sirve de algo? 

Como no hay dinero parece que la moneda de cambio es el ego, se busca tener muchos amigos o seguidores en Redes Sociales, magnificar su escaparate para aparentar “grandeza”.

Esto deriva en que actualmente parece que hay un desprecio de las “herramientas” promocionales tradicionales del grupo. ¿Cuántos creen que la cartelería física no sirve para promocionar un concierto? ¿Creando un evento en el Face basta? Y ya no hablemos del trato con los medios (asunto ya tratado en profundidad aquí en Diario de un Metalhead por Larry). 

¿Alguna vez habéis visto una página de Facebook con cien mil me gusta y que cada nueva publicación tenga sólo un puñado de likes? No puede haber nada más artificial. Y esto se plasma en ver una sala de conciertos casi vacía, tras crear un evento con cientos de invitaciones. Es creer que no necesitas nada más para poder seguir adelante. Es pedir un like a tu página… ¿para qué? ¿En serio Facebook es la mejor herramienta de promoción del mundo? Aunque alguien mande por privado el enlace de una puta obra maestra, sino me suenas de nada y me aparece un mensaje copia-pega de manera abrupta, ni lo voy a mirar (no es que tenga la piel fina pero desde que puse que soy un tío en Facebook, no paro de recibir cosas raras). Aunque también, si la música es una puta mierda, da igual el envoltorio. Mi aprobación importa bien poco, sólo soy un consumidor de conciertos. Yo sólo toco la guitarra, sin alardes, en una habitación (nota: aspirantes a músicos, músicos, bajistas, medios, fotógrafos, promotores… parece que hay poco sitio para el público que disfruta sin más de un concierto).

No es fácil afrontar todas las adversidades, cada poco vemos desaparecer una banda, muchas veces ni nos vamos a enterar. Independientemente del nivel, de la notoriedad que haya llegado a tener, no se hace fácil ver como la gente pierde la ilusión en sus proyectos y de los que tratan de auparlos en la escena. Y los hay que siguen contra viento y marea…

© Diario de un Metalhead 2019.