By Simón García López.
Pensaba comenzar esta crítica con esta
frase: “Algo está cambiando en el panorama extremo de este país.” Pero después
pensé que lo más acertado o cercano a la realidad sería comenzarla así: “Algo
sigue cambiando en el panorama extremo de este país.”
Y es que en España, aunque nos queda
mucho camino por andar respecto a otras potencias mundiales en música extrema (cada
uno que saque sus propias conclusiones de lo que falla y daría para mucho un
debate al respecto), podemos presumir desde hace un tiempo de tener a unas
cuantas bandas bien posicionadas. Wormed, Avulsed, Haemorraghe o Looking for an
Answer quizás son las bandas activas más destacadas desde hace años, pero en
los últimos tiempos han salido trabajos de un nivel más que excelente, de los
que presumir y con potencial de sobra para exportar. Por citar los primeros que
se me vienen a la cabeza tenemos a Scent of death con su Of Martyr´s Agony and Hate, Dejadeath con su ¡Viva Dios!, Carnivorous Voracity con su reciente The Impious Doctrine (crítica
próximamente) o los protagonistas de esta reseña, THIRTEEN BLED PROMISES con este
The Black Legend. Cito estos porque
me parecen sobresalientes 100% y cuestiones personales aparte que tanto nos
gustan en este país y tanto influencian nuestra opinión,
creo que objetivamente su calidad es incuestionable.
Para quien aún no los conozca, THIRTEEN BLED PROMISES son una banda de Madrid formada en 2009 que se mueven alrededor
del Brutal deathcore pero desmarcándose de las bases características del
estilo, sobre todo en este último disco e incluyendo en su música cosas propias
del Death técnico o el Brutal death actual más innovador. Además es obligatorio
destacar que Javier Cosmea, fundador de Cathexia quienes están preparando
material para su nuevo disco por cierto (esto es un secreto y asumo las
responsabilidades por desvelarlo), ha entrado a formar parte del grupo como
miembro permanente haciendo un magnífico trabajo en este disco, dicho sea de
paso.
Antes de comenzar el análisis en
profundidad hay tres cosas que destacan en THIRTEEN y que los dotan de una
personalidad propia muy acentuada. Una es la voz de Turri. No dejo de alucinar
con ese timbre tan particular. Es un puto monstruo y no es cosa de estudio.
Tiene una voz increíble y en este disco ha profundizado en su voz grave aún más
y ha sabido mezclar con maestría las voces agudas y graves, o utilizar las
agudas rasgados sin excesos, sólo cuando la parte lo requería. Su trabajo es
impecable. Ejemplo de ello es la canción Sons of the Northward Clash donde se
aúnan en una misma canción de manera magistral todas ellas añadiendo una
especie de corales bajo la voz grave en la parte más pesada de la canción
creando una atmósfera de profunda tenebrosidad.
su calidad es incuestionable
La segunda es el gusto por el sonido de
bajo y guitarras bajado de tono. Aún más abominable en esta ocasión que en su
anterior Heliopause fleets, pero sin
permitir que las partes más técnicas pierdan claridad. Esto unido a las voces y
composición de batería excelente en complejidad o sencillez cuando la música lo
requiere, hacen que el disco sea una mole aplastante en las partes lentas y un
misil de precisión en las rápidas.
Y por último, la tercera es la apuesta
decidida por mantener una temática y artwork
concretos y coherentes con la propuesta musical, basada como en el trabajo
anterior en las civilizaciones alienígenas. Muchos grupos compran portadas sensacionales
a artistas de reconocido prestigio, pero en el fondo lo que expresa el dibujo
poco o nada tiene que ver con el material interior. Martín de Diego Sabada
vuelve a dibujar la portada realizando un trabajo alucinante en todos los
sentidos. Respetar esto es claramente un esfuerzo de coherencia y
profesionalidad.
Metiéndonos en materia el disco es un
paso enorme en la carrera de THIRTEEN BLED PROMISES. Encontramos canciones más redondas, con
composiciones más complejas y trabajadas donde se aprecian una gran cantidad de
influencias que en el conjunto dotan al disco de una personalidad muy marcada.
Es un disco más técnico, más pesado, más brutal, más oscuro, que en ciertos
momentos despierta incluso cierto desasosiego. Mejor en todos los sentidos.
El disco entra con una musical corta
para dejar paso a Species Landfill que marca lo que será la tendencia general
del disco. Muchos cambios, ayudados sobre todo por el trabajo Jonhy a la
batería que no para un segundo y las guitarras jugando con las melodías, las
disonancias y los mutes más brutales sobre la voz inmensa de Turri. Los ritmos
y melodías varían en segundos y pueden recordarte a grupos tan diversos como
Hate Eternal, Behemoth, Cattle Decapitation o Meshuggah, pero esto es THIRTEEN BLED PROMISES amigos y han conseguido aunar todo eso bajo su propio sello. Mete
miedo el breakdown de Sons of the Northward Clash que antes destacábamos y sus punteos del espacio, el comienzo
de Year 666 (The First Arrival) o la parte intermedia de Biblepaghy, que
comienza con un ritmo ultrapotente con hammer
blast de batería para metamorfosearse en una aplastante parte lenta. Además
esta fue la canción elegida como adelanto del disco y cuenta con un
espectacular videoclip. El tema más directo del disco es probable que sea Cosmic
Depletion y el más melódico y melancólico sin duda la casi instrumental Death
of an Alien donde Turri aparece prácticamente al final. Cierra el disco The
Day After Roswell, tema que mezcla toda la esencia del disco añadiéndole como
novedad desarrollos lentos y melódicos, guitarras dobladas sobre bases
potentes, un pequeño solo de bajo del espacio y un final épico que redondea un
trabajo sin mácula.
Aquí no jugamos con el 10 como nota
máxima. Jugamos con las 5 estrellas y estas son las que califican este trabajo.
5 sobre 5. Nada más que añadir.
© Diario de un Metalhead 2016.
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