domingo, 19 de diciembre de 2010

Diario de un metalhead. Capítulo VI: Donosti inolvidable



Os voy a contar, paso a paso, y tal y como me vienen los recuerdos a la cabeza, lo que fue mi primer concierto de una gran banda extranjera. La primera, afortunadamente, de muchas. Y la primera vez que pisé San Sebastián, una de las ciudades que más amo por la infinidad de recuerdos que me trae cada vez que pienso en ella y todos buenos, tanto de ocio como laborales, que también los ha habido.

LA NOTICIA
Estaba escuchando el Derrame Rock de Alberto Toyos en los 40 Principales de Radio Asturias. Aquel programa era una cita ineludible, era la única forma de enterarse “en tiempo real” de las novedades musicales, tanto de los discos que se editaban como de los escasos conciertos que había por aquel entonces. Hoy en día sigo escuchando el programa, pero en aquella época en la que internet no era ni ciencia-ficción el Derrame Rock era más que especial. A lo que iba, que se me va la pinza.

Fue un miércoles cualquiera del mes de Octubre de 1989. Alberto Toyos anunció las fechas del New Jersey Tour de Bon Jovi, banda que casi todos adorábamos. Una fecha caía relativamente cerca, en San Sebastián, a siete/ocho horas de autobús que se tardaba de aquella. La cita era el 3 de Diciembre, domingo, y yo no podía faltar, no quería faltar. Había que hacer lo que fuese para ir a Donosti. Al día siguiente sería lunes. Pero el lunes no era problema, en Turón era fiesta, Santa Bárbara, y yo el día de Santa Bárbara no iba a clase nunca aunque la hubiese. No como ahora, que como no hay ni mina, ni casi mineros, el 4 de Diciembre dejó de ser fiesta.

Un tío de la zona de Langreo organizaba viaje, Alberto Toyos lo anunciaba en el programa. 4.200 pesetas viaje + entrada, un dineral para alguien como yo, a quién le daban 500 pesetas a la semana. Alberto anunció un número de teléfono.

LOS PREPARATIVOS
No recuerdo como, pero recaudé casi toda la pasta para ir. Luego mi chica me prestó 2000 pesetas. Ella me las daba, pero yo, en mi “orgullo masculino”, las tomé como un préstamo y pasadas las navidades se las devolví. Faltaría más, yo no era un chulo. Bueno, sí lo era, quizás lo siga siendo, pero no un chulo de esa clase, ya me entendéis, jeje.

El caso es que llamé a aquel teléfono. El tío trabajaba en las oficinas de Hunosa en Oviedo, en lo que siempre llamamos por aquí “El Pozu Moqueta”. Así que si quería ir, tenía que currármelo, pillar el bus un día y escaparme hasta Oviedo para pagar el viaje y enterarme de los detalles. Hablé con todos los colegas por si alguien más se dignaba a acompañarme, pero, encontré poca gana de ir alrededor.

No es que realmente no les apeteciese ir a ver a los de New Jersey, sino que el día antes, en el mismo sitio tocaban Manowar, y eso era muy apetecible para mis colegas de entonces. Se iban todos a ver a los fantasmas de Manowar. Yo que siempre he tenido personalidad propia y me he dejado influir por otros solo cuando realmente me ha apetecido, pasé de Manowar. Iría a ver a Bon Jovi. Aguanté alguna que otra broma por entonces, que era un “pastelero”, que no era un “true”. Bueno, las típicas estupideces de algún que otro mamonazo que hoy en día andará por ahí diciendo “yo era heavy” mientras se corre escuchando a Bryan Adams o Bruce Springsteeen pensando que eso es “caña”.

Al final mi vecino de toda la vida, Jorge, al que llamamos Canuto, hoy en día bajista de Blast Open, se apuntó conmigo. Jorge sí que es un “true”, ahí estamos todavía los dos. Liándola juntos de vez en cuando.

Con las pelas de los dos me cogí el autobús un día por la mañana y me piré para Oviedo. Fui hasta la Avenida de Galicia, donde estaban las oficinas de Hunosa y pregunté al conserje por el organizador del viaje, tal como él mismo me había indicado por teléfono previamente. Subí a un despacho en la octava planta y allí me encontré con un tío que tendría de aquella más o menos mi edad de ahora. El pavo estaba hablando por teléfono, con los pies encima de la mesa y detrás tenía colgado un cartel de un concierto que en ese momento me pareció el cartel más guapo que había visto en mi vida. El póster del que iba a ser mi primer concierto de una banda extranjera. Bon Jovi no era mal grupo para estrenarse.

Pagué el viaje y me enteré de los detalles. Tendríamos que ir a Oviedo a pillar el bus. Como era joven y tenía más cara que ahora, le pedí al tío un cartel de aquellos. Me dio dos, para que colgara alguno en algún sitio de Turón. Marché de allí más contento que uno del Gijón metiéndole un gol al Real Oviedo. Me iba a ir a Donosti y todo el mundo se iba a enterar porque aquel enorme cartel iba a estar colgado en la hoy desaparecida Sala de Juegos turonesa.

Ya en Turón yo mismo colgué aquel enorme cartel en la Sala de Juegos que sirvió para decorar el cuarto de los futbolines durante mucho tiempo. El otro fue para mi habitación, faltaría más. Y estuvo durante años colgado en la pared.

LOS PROLEGOMENOS
Así que un par de semanas más tarde nos embarcamos en el autobús rumbo a la capital guipuzcoana.

Llegamos a media tarde y tuvimos tiempo de tomar alguna cerveza y algunos sol y sombra, que eran baratos y la cuenta para que unos mierdas como nosotros nos pusiésemos bien a gusto antes del concierto. Nos plantamos en el pabellón y recuerdo que entramos a empujones, había sold-out y de aquella a Bon Jovi no iban niñas a verlos como ahora. Eran un grupo de heavy metal y allí lo que había eran metalheads. Había chicas, sí, pero metaleras y muchas con aquellos pelos cardados que nos volvían locos.

Una vez dentro, al bar. Indispensable. A comprar un katxi para ir acercándonos al escenario lo más posible. Estando en la barra del bar se acercó un enorme negro. Quizás lo de negro no sea políticamente correcto decirlo hoy en día, pero el tío lo era. Muy delgado y altísimo. Pensamos que sería alguien del crew de Bon Jovi y quedamos como idiotas mirando para él. A mí el inglés siempre se me dio bastante bien, aunque luego a la hora de hablar con un guiri siempre me corte y salvo que haya una par de birras por el medio, no me salga una puñetera palabra.

- El negro dirigiéndose al camarero: “plis, yibí”.
- El camarero: ¿qué?
- Yo: Que le pongas un JB.
- El camarero: ¡ah, vale!

El camarero coge un vaso, unas pinzas, y se pone a echar hielo.
- El negro: “notaisss”
- El camarero dirigiéndose a mí: ¿y ahora qué quiere, tío?
- Yo: Que no le eches hielo.
- El camarero: ¡ah, vale!
- El negro, dirigiéndose a mí: Thanks.

Pilló su JB, pagó y se fue.

Ya con nuestro katxi nos fuimos al baño antes de meternos en el follón del pabellón. Entramos y cuando vamos a mear vemos una pintada en la pared: “Larry, hijo puta”. Como contaba, el día antes tocaba Manowar, así que alguien me había dejado un recadito en la pared. Por supuesto días más tarde me enteré de quién había sido el colega cabrón, aunque, la verdad, me gustó ver aquella pintada, los “trues” me echaron de menos.

Los teloneros aquella noche iban a ser un grupo desconocido por aquel entonces, y para muchos desconocido hoy en día seguro: DAN REED NETWORK. No fuimos capaces de aquella de comprarnos ningún disco ni de conseguir ninguna grabación suya para ir conociendo algo. Ni siquiera pudimos ver ni una foto. Solo habíamos escuchado un par de temas bailones que había pinchado Toyos en el Derrame. Así que íbamos a verlos sin saber una mierda de la banda.


EL CONCIERTO
Se apagan las luces, ruido ensordecedor. Nervios. Y por fin aquello empieza. Salen los Dan Reed Network al escenario, empiezan a tocar y ... ¡Allí estaba el negro del JB! No veas que risas nos echamos. Crecí dos centímetros (ya sé que no se notan). ¡Aquel pavo había tomado un whisky en condiciones gracias a mí y me había dado las gracias!

A la vuelta me enteré de que aquel negro guaperas de melena se llamaba Melvin Brannon. Nos gustó su funky-metal y me compré “Slam”, que así se llamaba el disco que presentaban. Me lo compré en vinilo, y aún lo conservo, por supuesto. Los recuerdos no tienen precio y no se venden. Un par de años más tarde me compré “The Heat”, que fue el siguiente y en 1993 desaparecieron de la faz de la tierra, aunque Dan Reed su líder continuó en solitario, pero ya le perdí la pista.

Dan Reed Network calentaron el ambiente y tocaron algo así como media hora. Se encienden las luces, cambios en el escenario y ahora sí, llegaba lo bueno.

Se apagan las luces de nuevo, ruido ensordecedor y comienza a sonar la intro de “Lay Your Hands on Me”. La banda sobre el escenario, ya tocando y de repente Jon sale del suelo. Gritamos como posesos, allí estaban. Dinero, horas de viaje, noches sin dormir pensando en ello, pero allí estaban. Bon Jovi, delante de mí, una de las más grandes bandas que ha dado la historia del rock, aunque con los años se hayan convertido en un grupo más del pop.

Los mejores fabricantes de singles de la historia. La garganta de Jon un poco machacada por los excesos de una gira sin fin. Yo los conocía desde Runaway. Slippery When Wet los puso en el mapa a nivel masivo, y New Jersey los hacía número uno mundial.

Sonaron “I’d die for you” y “Wild in the streets” antes de que Jon gritara un “buenas noches San Sebastián”. Ovación atronadora y descargan sin parar “You Give Love a Bad Name” y “Born to Be my Baby”, ya me podía morir.

Aquella noche sonaron entre otras muchas la maravillosa “Blood on blood”, el single de los singles “Livin’ on a Prayer” , “Living in Sin” y el mejor medio tiempo jamás compuesto en la historia del rock “Wild is the Wind”.

Tengo un cd pasado de una cassette que recoge parte de la actuación de aquella maravillosa noche. Inolvidable. Sold-out en Anoeta para ver a unos artistas de los que ya no nacen.

Los vi siete años más tarde, en Gijón, en el These Days Tour, pero ya no tenía nada que ver. Habían perdido la magia.

No me importa, yo los vi cuando los tenía que ver, en su mejor momento, con su mejor disco. Los Bon Jovi de New Jersey y del “New Jersey”. Y los vi entre otras cosas porque una maravillosa personita, que aún hoy en día me aguanta, me prestó aquellas 2.000 pesetas.

Espero no olvidar jamás aquella noche y no volver a emocionarme como ahora cuando lo vuelva a recordar.

Como anécdota contar que antes del concierto estuvimos con un colaborador de la por entonces prestigiosa revista Rock De Lux, una de las más importantes del país en aquella época. Vaticinó que Bon Jovi durarían dos discos y que Dan Reed Network eran el futuro. No dio una. Dan Reed duró precisamente dos discos y Bon Jovi... de esto hace 21 años.

Gracias Donosti por ser tan bella y dejarte.


© Larry Runner.

Blog publicado originalmente en myspace en Junio de 2009.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Joder que pedazu crónica más guapa,enhorabuena.

René.

Leña dijo...

"Larry, hijo puta". Me parto con eso!