miércoles, 8 de diciembre de 2010

Diario de un metalhead. Capítulo I: El Primer Concierto.


Oviedo, Septiembre de 1983. Fiestas de San Mateo. La ciudad en plena ebullición. Conciertos gratis en la Plaza de la Catedral. Una noche es para la banda local Ilegales, la otra para la banda de moda del metal español: Barón Rojo.


Pero con 14 años, no fue eso lo que me llevó a disfrutar de las fiestas de Oviedo. La Selección Española de Fútbol jugaba contra Bélgica un partido de clasificación para las Olimpiadas de Los Angeles de 1984 y mis tíos me invitaron al partido y a estar en su casa unos días para disfrutar de las fiestas mateinas en la Capital.

Así que me fui aquella semana a Oviedo, como iba muchos fines de semana. Así se gestó mi amor por la Capital y por los colores de su equipo. Pero bueno, aquella semana yo no iba a ver al Real Oviedo, iba a ver a España, que empató a uno. Recuerdo que el “Lobo” Carrasco jugaba en la delantera. ¡Hay que ver como he llegado a no soportar a este fulano con el paso de los años!

Al día siguiente tocaban Barón Rojo en la Plaza de la Catedral, y mi primo y yo, queríamos ir. Yo tenía catorce años y él solo doce, con lo cual, pedir permiso era perder el tiempo. ¿Qué íbamos a hacer dos críos en un concierto de heavy metal?

Solución: escapar. Nos piramos, no sin antes avisar a mi otro primo Marce de a donde íbamos, así sabrían en un momento dado, donde estábamos. Y si luego nos castigaban nos daba igual, que nos quitaran lo "bailao". Jamás pensamos en ningún tipo de peligro, claro.

Así que peregrinamos hasta la Plaza de la Catedral y vimos el concierto en las primeras filas. Los chavalotes de la parte delantera nos permitieron colarnos por allí. Digo yo que fliparían viendo a aquellos dos mierdecillas alucinando con El Malo, Casi me mato o Las flores del Mal.

Años más tarde conseguí una estupenda grabación de aquel concierto, aunque solo con siete de los temas, pero menos es nada y para mí es un disco de incalculable valor.

Cuando el concierto llegó a su fin y ya abandonábamos la plaza rumbo a casa vimos a mis tíos, que nada más que se chivó Marce de que habíamos escapado fueron corriendo hasta la Catedral y allí esperaron pacientemente a que terminase el bolo de los Barones. La plaza estaba abarrotada y era tontería intentar encontrarnos allí, así que acertaron esperando. Juntos los cinco nos fuimos para casa. No nos riñeron demasiado y no nos castigaron, pero al día siguiente ya no escapamos para ver a Ilegales. Aquellos eran de Oviedo, ya los veríamos más adelante. No era plan de volver a asustar a mi tíos que tan bien se portaban conmigo.

Fue mi primer concierto. Inolvidable.

© Larry 2009.

Nota.- Blog escrito y publicado originalmente en Enero de 2009 en mi desaparecida cuenta de myspace.

No hay comentarios: