miércoles, 12 de diciembre de 2018

NICOTINE BUBBLEGUM: Nicotine Bubblegum (2018, Autoeditado)


Por Larry Runner.

Donde hay confianza da asco. Es lo que yo pensaría puesto en la piel de Luismi Rose, vocalista de estos NICOTINE BUBBLEGUM nacidos en Avilés y que al poco de ponerse en marcha ya han publicado un EP de debut, indispensable tarjeta de visita si quieres tocar en alguna parte.

Cinco son los temas de este cuarteto en el que además de al también cantante de Leather Boys encontramos a Noé Grigera a la guitarra y coros, Pablo Fernández al bajo y Aitor Castro a la batería.

No soy yo de grunge, ni de lejos, pero lo bueno siempre me ha gustado, venga de donde venga, y en mi discoteca particular no faltan las referencias claves de ese género, donde no faltan los temazos. Es por ello que me he atrevido a meterle mano a este disco, que se me pasa -quién me lo iba a decir- volado. 

Tras un muy buen sonido y producción obtenidos de la mano de Sergio Tutú en sus Tutú Studios de Avilés donde también se ha masterizado, aparecen cinco cortes muy alejados del hard rock en el que estábamos acostumbrados a escuchar a Luismi. La música de NICOTINE BUBBLEGUM supura esencias de Seattle, sí. Eso es lo que a mí me transmiten desde la inicial “Space Eyes”, con una guitarra muy subida de volumen en unas canciones que no piden solos pero donde el bajo suena a puro heavy metal.


Recordando más a Soundgarden o a Alice in Chains - “Murder Inside” no digas que no- que a Nirvana, no dejan de venir a mí efluvios de Pearl Jam, e incluso en algún momento me vienen a la mente Jane’s Addiction -"Red Ghoul" tiene la culpa-, aunque más a cuentagotas, no están tan pirados. Definitivamente no.

Me gusta sobre todo eso, el sonido que tiene la guitarra de Noé Grigera, lo gorda que suena, que inunda todo, que manda, aunque no por ello pisa al resto de compañeros. No se dejan. Luismi está mejor apoyado en los coros que nunca y me agrada la forma en que trabaja las líneas vocales, gustándome (espero que no me mate) más su trabajo aquí que en su banda principal. “I don’t know” tiene categoría de hit.


Son solo cinco cortes, pero no por ello es un disco corto. Casi media hora de una música englobada en un estilo del que en Asturias no teníamos referencia. Poco a poco vamos teniendo de todo. Hacía falta una banda así. Eso sí, no les digáis que me gusta, que cara al exterior hay que mantener una imagen de metalhead auténtico y ya sabéis, los 90 fueron una mierda.








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