📝 Alejandro Rochu.
Qué mejor manera de rematar tres semanas seguidas de festivales (Z! Live, Hellfest y Resurrection Fest) que una semana de vacaciones por Portugal en furgoneta, para terminar celebrando en Lisboa el quincuagésimo cumpleaños de la banda que más me gusta de la historia, los legendarios Iron Maiden.
Primero dejo claro una vez más que siempre que se pueda es recomendable acudir a estos conciertos en el país vecino; las entradas cuestan prácticamente la mitad incluso con aforos mucho más pequeños que en España, lo cual dice mucho de lo ladrones que son algunos promotores de nuestro estado. No me vale que la producción sea más grande, que lo será, pero acuden más del doble de público, a veces casi tres veces más y al doble de precio, por no hablar del coste de la bebida en los recintos. Por otro lado está el precio en el alojamiento, la oferta gastronómica, el desplazamiento o la localización, y es que meterse en Madrid en estas fechas teniendo Lisboa como alternativa es un auténtico suicidio. Hoy por hoy si eres de lejos de Madrid, como es nuestro caso, te sale más barato desplazarte y alojarte en el país vecino de largo, es un hecho.
Vamos al lío, el domingo nos recibió con un día caluroso pero para nada en exceso, y hacer cola fuera del recinto no fue un trago desagradable, había muchas zonas con sombra y la organización a la hora de proceder al acceso fue impecable. Entramos con tiempo para situarnos en una zona perfecta, en pista, centrados y por delante de la mesa unos diez o quince metros, sitio perfecto para disfrutar del mejor sonido posible. En esta ocasión no hubo zonas vip ni nada por el estilo, con lo que los primeros en entrar podían disfrutar de estar delante del todo si así lo deseaban. El pabellón se llenó casi por completo con 18.500 personas, y aun así, y con el día de calor que tuvimos para nada fue un concierto asfixiante, y es que el sistema de climatización del MEO ARENA es una auténtica maravilla.
Comenzaron puntuales los suecos AVATAR, banda que ya tiene casi 25 años de trayectoria y casi veinte desde su álbum de debut. No creo que necesiten presentación a estas alturas, pero navegan entre el heavy metal, el power, y tienen unos toques Groove e incluso de death melódico por momentos. La banda creada por el batería John Alfredsson y el guitarra Jonas Jarlsby ha mantenido su formación original desde los inicios salvo por un cambio en el segundo guitarrista. Hacen una representación teatralizada muy interesante, capitaneada por su cantante Johaness Eckerström, que es un auténtico showman, además de un gran cantante con un gran abanico de registros, llegando desde momentos graves intensos a unos agudos que nada tienen que envidiar a los de los grandes intérpretes de la escena. Dicho esto es un grupo que no había visto nunca y que me dejó un poco indiferente, la propuesta musical no acabó de engancharme, a pesar de la gran calidad que tienen todos sus músicos. Cierto es que el sonido no acompañó, exceso de graves y poca manera de reconocer las melodías, y una voz que solo al final aparecía en su lugar, pero todo empastado en un formato “catacumba” que no dejaba manera de disfrutarlos como es debido salvo si eras un fan de la banda, que no era mi caso. Me quedo con ganas de verlos con otras condiciones de sonido, quizás así puedan generarme otra impresión. El estilo de la banda es divertido, y tiene como recurso partes muy coreables, lo cual es obvio que engancha mucho al público. Me recuerdan en ese aspecto a bandas de la “nueva” hornada de metal nórdico como Sabaton, a los más recientes Amon Amarth, o a los alemanes Powerwolf.
Llegaba el momento de la noche, la celebración esperada por todos los fans de la doncella de hierro, y es que cincuenta años sobre el escenario no se cumplen todos los días. La cita tenía varias incógnitas, principalmente la adaptación de Simon Dawson como nuevo batería de la banda y su influencia sobre las canciones, el estado individual del resto de la banda rozando ya los setenta años, y otras menores como el cambio de los fondos de escenario clásicos, siempre en formato telón, al nuevo sistema de video wall gigante con diseños 3D.
El concierto comenzaba con el "Doctor, doctor" habitual que ya hizo que se viera a un público ansioso por ver a la banda, incluida mucha gente joven que acudía por primera vez a verlos, y es que es una pasada ver como cincuenta años después siguen reclutando tantísimos nuevos seguidores allá donde van; pocos grupos pueden presumir de este hecho tan notoriamente. Acto seguido sonaba el "The Ides of March" en formato grabado mientras en la mega pantalla situada detrás del escenario se recorrían en formato 3D las calles de Londres visitando sitios icónicos en la historia de la banda y que han dado lugar a canciones o reflejos en sus portadas de singles o discos. Con esta presentación daba inicio un concierto que iba a recorrer casi toda la trayectoria desde el “Iron Maiden” al “Fear of the Dark”, con la única excepción del “No Prayer of the Dying”, lo cual confirma los que algunos pensamos de siempre, que es un disco donde creativamente no estaban finos y hasta ellos mismos lo reconocen al pasar por alto este disco. No me hubiera importado escuchar "Bring your daughter…," canción que no escucho en directo desde dos mil tres y que me parece el único tema redondo del disco, pero al ser un tema de Bruce en una época donde Harris no daba pie con bola igual alguien decidió que no merecía la pena ponerlo en el setlist, que se yo…
De entrada un viaje por la época de Di Anno (poco recuerdo para Paul, todo hay que decirlo, esperaba algo más de detalle con su persona) con el "Murders in the Rue Morgue", "Wrathchild", "Killers" y "Phantom of the opera", y es que en esta gira se recuperaron temas que llevaban mucho sin sonar en los directos de la banda, lo cual se agradece, pero en donde tampoco tomaron riesgos y siempre optaron por temas que han sido parte de setlists en el pasado, no dejando opción para temas completamente desconocidos en directo, sobre todo para los que llevamos viéndolos ya una veintena de veces desde mediados de los años noventa. Si pensábamos que el sonido regular de AVATAR era por ser los teloneros estábamos equivocados, me duele decirlo pero no estábamos asistiendo a un sonido digno de Maiden, no por la banda, que una vez más se demuestra que está en forma y que la cifra en el documento de identidad para ellos de momento es solo un número. Mucho eco, poca fuerza en la voz de Bruce que se diluía en esa bola de graves que provenía en gran parte de una batería muy “oscura”, una guitarra de Murray que sonaba como los ángeles mientras por el contrario la de Adrian Smith sonaba muy escondida. El bajo de Harris iniciaba casi desaparecido, y sin su tono característico, hasta el punto de no destacar en los inicios del "Killers" y del "Phantom...", cosa ya difícil de por sí. Que quede claro que ser consciente de esto y ser realista no fue óbice para pasarlo en grande saltando y disfrutando de cada canción, y es que el concierto fue una auténtica fiesta, pero para nada tuvo el sonido que deben y suelen tener los genios de Londres. Para colmo vi algo que no había visto jamás y que pasó en dos temas además, uno fue en el "Killers" donde Bruce se perdió de manera notoria, estando parte de las estrofa sin cantar, lo nunca visto, y es que debía tener problemas serios de monitorado en sus in-ears, llegando a echar unas miradas asesinas a sus técnicos. Estoy seguro que esa noche hubo más que palabras sobre todo esto durante y después del concierto, y es que contra los que algunos piensan, y que no van a sus conciertos, Iron Maiden no son esas bandas de geriátrico que van arrastrándose por el mundo, dan habitualmente un show impecable en lo musical, tanto de ritmo como visualmente, y el patrón de calidad de la banda sigue siendo el mismo que hace veinte años sobre las tablas, siendo sin duda el mejor grupo en directo de la actualidad de todos los que pintan las mismas canas que ellos, pero con mucha diferencia.
Entramos en la época Bruce con "The Number of the Beast", "The Clairvoyant" que sigue siendo para mí una de las mejores canciones de la banda, una "Powerslave" donde Bruce demuestra que sin tener la capacidad que tenía hace veinte años, se puede decir tranquilamente que cada vez canta mejor, pues su capacidad para mantener la voz a ese nivel a los sesenta y seis años es digna de estudio, y es una pena que no se pudiera escuchar plenamente porque fue una sobrada la manera de ejecutar el tema, que auténtica leyenda. Acto seguido una "Two Minutes to Midnight" que ya parece propia de tantas veces que la he oído en directo y por fin el momento de la noche, la canción, ese himno que quedó en mi retina un día de reyes del noventa y cuatro mientras veía en mi VHS el "Live After Death". El tema más épico de la banda y una espina clavada, pues solo me he perdido una gira de "Iron Maiden" desde el año noventa y siete, y fue justo en la que decidieron tocar "The Rime of the Ancient Mariner" en el año dos mil ocho, un asunto que me tenía trastornado y que pensaba que me iba a llevar a la tumba. Por eso cuando se supo que volvían a tocarla en esta gira no pude dejar de pensar en otra cosa que llegar a este momento, y que deciros, fue mágico, además para este momento si bien la guitarra de Adrian seguía un poco más baja que la de Murray al menos a Bruce se le iba escuchando más y más y el bajo de Harris ya tenía su “clon, clon” característico. Joder, no paré de llorar durante todo el tema, que maravilla, esa vuelta del medio tiempo, la épica y tantos recuerdos de estos treinta y un años de espera…además de la misma pirotecnia que en el "Live After Death", y es que estos detalles saben cuidarlos a la perfección.
De aquí al final el sonido fue mejorando pero nunca llegó a ser la maravilla a la que nos tienen acostumbrados, y en cuanto a temas solo "Seventh son of a seventh" son se salió del guión, en otro de los temas grandes de la banda, pero que en la parte del medio tiempo, esa parte tan progresiva algo faltaba, no sé si debido al sonido o a otra cosa que analizaré más adelante, pero nada que ver con las otras veces que pude escucharlo en directo. Como dije siguieron el guión establecido, "Run to the Hills", "The Trooper", "Hallowed by name" y "Iron Maiden" donde el video wall acabó por conquistarnos, primero con una secuencia de ejecución increíble en la "Hallowed..." y después con un Eddie gigante 3D que sustituía al célebre hinchable de cada final de concierto pero que convence con creces; os recomiendo buscarlo en redes o youtube, pues tanto esto como las animaciones durante todo el concierto fueron una jodida pasada.
Los bises fueron para una "Aces High" donde sorprendentemente Bruce parece sufrir menos ahora que hace cuarenta años, pero donde si no recuerdo mal llegó el segundo lapsus entrando realmente tarde a cantar en un parte de la canción, lo que conllevó de nuevo miradas asesinas al lateral del escenario y unos improperios al final del tema mientras salía del escenario difíciles de descifrar. Volvió de nuevo vestido para la ocasión para una magnífica "Fear of the Dark" y finalizaron con otro tema de los que siempre nos sacan nuestro cantante interior, la gran "Wasted Years". Finalizado el concierto y dándole vueltas a todo me puse a pensar cómo afrontar el tema de la batería de Simon Dawson, y allá va mi conclusión:
Primero no quiero ser injusto y creo que cuando menos se merece más tiempo de adaptación, y además poder valorarle en un concierto donde el sonido sea más redondo sería más justo, porque si os soy sincero no puedo saber a ciencia cierta si las cosas que no escuchaba era porque no se oían o porque no las hacía, y me explico. Sus cambios y brakes son buenos, en los temas clásicos reaparecieron los recorridos por los timbales que había dejado de hacer el bueno de Nicko por sus problemas de salud, y el hecho de que su batería sea más sencilla no me pesa, como a alguna gente, no creo que tener más instrumentos en la percusión sea igual a hacer más, ni mucho menos. Por otro lado da la sensación que su estilo hace que la base cabalgue menos, su juego con el hi hat durante el concierto suena extraño, haciendo que ciertas canciones parezcan “distintas” como sucedió en el “Seventh…”, y es que aparentemente no va con la fluidez que nos tenían acostumbrados primero Clive Burr y luego Nicko McBrain. Sinceramente parece que toca un poco tieso, un poco como si le costara lo que está haciendo, y repito que es una impresión, y que igual estoy completamente equivocado, pero al igual que en algunos videos que había visto me había dejado una buena sensación, la que me dejó en directo el otro día no fue tal. Por último tenía esperanza de que la entrada de un nuevo batería realzara el ritmo de los temas que habían bajado los últimos años en función de las limitaciones de Nicko, pero nada, aún con batería nuevo los temas se han mantenido en esa velocidad, con lo que supongo que no volveremos a disfrutar de esos ritmos tan suyos que nos hacían volvernos locos no hace tanto tiempo.
En resumen una gran noche que pudo ser antológica si el sonido hubiera acompañado un poco más, y que demuestra que como los grandes equipos Iron Maiden es capaz de ganar solo con el escudo y sin bajarse del autobús, si hace falta. Hace dos años tenía miedo que el fin estuviera cerca, ahora por lo menos se ve que si ellos quieren hay carrete de sobra, calidad y actitud tienen para aburrir. UP THE FUCKIN’ IRONS!!!!!!
Fotos: https://www.facebook.com/ironmaiden
© Diario de un Metalhead 2025.


No hay comentarios:
Publicar un comentario