📝 Larry Runner.
Les descubrí en Wacken y casi por casualidad. No sé si me llegaron a gustar del todo por entonces o no, lo que sí consiguieron fue llamar mi atención por su originalidad.
Por entonces casi nadie les conocía en Europa, ahora el que aún no les ha descubierto es porque simplemente carece de interés en conocer nuevas bandas, porque no será por no aparecer en medios y publicaciones, además de mover el culo para tocar en directo en todos los rincones del mundo donde son requeridos.
Cemican vuelven a la carga con U k’u’uk’ankil Mayakaaj, un disco que llega envuelto en misticismo, pólvora ancestral y un imaginario que muy pocos grupos del planeta pueden manejar con esta autoridad. Considerados por algunos medios como la respuesta mexica a fenómenos ritualistas como The Hu o Heilung, llevan años demostrando que su propuesta es única: un choque frontal entre metal moderno y la cosmovisión prehispánica. Y este nuevo trabajo, publicado el 31 de octubre, no solo reafirma ese discurso, sino que lo eleva a un nuevo nivel.

El álbum –cuyo título puede traducirse como “La Resistencia Maya”– profundiza en mitologías, leyendas y dualidades que conectan vida y muerte, luz y oscuridad, cosmos y tierra. Tlipoca, batería y uno de los cerebros conceptuales del grupo, explica que las canciones nacen de historias de dioses ancestrales, relatos transmitidos durante generaciones y vivencias transformadas por la mirada de Cemican. Todo se articula con ese equilibrio tan suyo entre agresividad tribal y melodías ceremoniales que invitan al trance, siempre con el uso magistral de instrumentos prehispánicos y letras que entrelazan castellano y maya yucateco.
La portada, diseñada también por Tlipoca, es prácticamente un tratado visual sobre la creación del universo maya. Itzamnaaj, el supremo, emerge creando vida y caos, templos y abismos, con un océano cósmico en ebullición y rostros que representan el nacimiento y la muerte. Un despliegue iconográfico que, lejos de ser simplemente decorativo, encaja a la perfección con la música: cada riff, cada caracola, cada percusión tiene un peso simbólico que construye un viaje espiritual y sonoro.
Su música es puro metal de guitarras afiladas. La percusión ritual y la épica visual les hace únicos en vivo y recordando por momentos a una película histórica tipo Apocalypto. La distorsión convive con flautas, tambores y voces chamánicas.

El resultado final es un trabajo que combina brutalidad, belleza y una sensibilidad cultural profunda, sin caer en clichés superficiales. Cemican dominan el equilibrio. U k’u’uk’ankil Mayakaaj es oscuro, poderoso y atmosférico, pero también tiene espacio para para la calma y algunas sorpresas como el heavy metal de "El Niño Que Contempla Las Estrellas", que cuando la escuché por vez primera me volvió loco por lo inesperado.
Tras su paso por festivales como Wacken, Hellfest, Resurrection Fest o Leyendas del Rock, el grupo mexicano demuestra que está en un momento creativo sólido y en plena proyección internacional. Este álbum no es solo un homenaje a sus raíces: es un golpe sobre la mesa que confirma que Cemican siguen siendo una de las propuestas más originales, intensas y necesarias del folk metal extremo actual.
Tlipoca – Drums
Tecuhtli – Guitar/vocals
Ocelotl – Bass/backing vocals
Itzcoatl - Choirs & Performance
Yei Tochtli – Pre-Hispanic Instruments
Mazatecpatl – Pre-Hispanic Instruments
Xaman-Ek – Rituals/Dance/Pre-Hispanic Instruments





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