domingo, 7 de abril de 2019

Quemando el Palacio Valdés. GLENN HUGHES, Avilés. 05.04.2019. Crónica y fotos.


Por Larry Runner.

Cuenta la historia que en el año 1973 Deep Purple estuvo a punto de desaparecer. El ego de Ritchie Blackmore chocaba con fuerza con el del vocalista Ian Gillan y el guitarrista pedía para continuar la salida del cantante y la del bajista Roger Glover. El management convenció a Jon Lord e Ian Paice que lo mejor era dejar marchar al divo Gillan antes que al divo Blackmore y que para el bajo ya encontrarían a alguien. Y así fue como Glenn Hughes pasó de ser miembro de Trapeze, un buen power trío del momento, a leyenda. Nacía el Mk. III de Deep Purple.

En febrero de 1974 se publicó “Burn” y ya nunca nada fue lo mismo. El tema que daba título a ese disco pasaría a ser uno de los más emblemáticos de la historia del rock y a los nuevos músicos de la banda - David Coverdale a la voz y Glenn Hughes al bajo- la vida les cambió para siempre aunque aquella formación durara poco.


Tres discos de estudio grabó Glenn Hughes con Purple publicados en apenas dos intensos años. El citado “Burn”, y “Stormbringer” se publicaron en 1974 y en 1975 el último “Come Taste the Band” ya con Tommy Bolin a la guitarra, sin Blackmore. En 1976 la banda se separa y el mítico nombre no regresaría hasta 1984 con “Perfect Strangers” ya sin Glenn Hughes.

Desde entonces Glenn Hughes soñó con reunir a aquella formación y por supuesto jamás pudo ser.  Eso lo sé porque él mismo me lo contó en 2008. Imposible subir a un mismo escenario a unos viejos cascarrabias como Coverdale y Ritchie Blackmore. Con la muerte de Jon Lord probablemente se escapara la oportunidad para siempre. Tras años de espera y de pasar por diferentes fases espirituales y musicales, Glenn Hughes decide montarse él su gira de “reunión” del Mk III en solitario. Y eso es lo que vimos en Avilés, un concierto que bien podría haber ofrecido el Mk III de haberse juntado, con un repertorio maravilloso, irrepetible y que jamás se atrevería a defender la versión de los Deep Purple actuales.


Así que todos acudimos al maravilloso Teatro Palacio Valdés sabiendo lo que íbamos a ver, salvo quizás algún joven despistado -había pocos- que hiciese acto de presencia por curiosidad. Y es que la media de edad del público del teatro fue probablemente la más alta que haya visto yo en un concierto en Asturias, con una inmensa mayoría de más de 40 y algunos rozando incluso hasta los 70. El público “azkenero” completó el aforo en apenas unas horas y los últimos días fueron una revolución de mercadeo de entradas para poder acudir al que sin duda será el mejor concierto de rock que se vaya a ver Asturias en 2019.


“Stormbringer” fue el tema elegido para comenzar el show, como en todos en esta larguísima gira de 18 meses. Estupenda para ir calentando, ya pudimos comprobar que allí nadie se iba a mover de la butaca. “Might just take your life” del “Burn” fue la segunda. El escenario aparecía con una gran lona de diseño claramente setentero con el nombre del artista, que salió enfundado en una cazadora con la Union Jack. El backline todo doblado, probablemente preparado para solventar cualquier problema que pudiera surgir y evitar parones en el show. Hasta cuatro Marshall se agolpaban a la espalda de Soren Andersen, el guitarrista. El danés, amigo íntimo y hombre de confianza de Marco Mendoza, con quien grabó “Viva la Rock” fue presentado en su  momento por el de Thin Lizzy a Glenn Hughes y este directamente se lo levantó. Algo tendrá el guitarrista y productor. Tras Glenn dos pantallas Orange tapadas con banderas del artista, una costumbre que viene de muy atrás, ambas coronadas por sendos cabezales de la marca naranja. En el micro las púas de color verde, hay cosas que no cambian.


Con dos temas disfrutados ya pudimos comprobar que el estado vocal de Glenn Hughes, que recordemos tiene ya 67 años, era aún mejor que en su anterior y única visita a Asturias de 11 años atrás. Con un pelo mucho más largo, sus pintas esta vez recordaban más al de aquel músico que avasallaba a Coverdale en aquel mítico concierto de “California Jam ‘74”. “Sail Away”, un tema que nunca ha dejado de incluir en sus repertorios fue la tercera. Tras ella presentaciones y declaraciones de amor al público con un inglés pausado y nítido, esforzándose para hacernos llegar el mensaje. Ya podían aprender muchos otros, que algunos se piensan que todos somos de Londres o alrededores y sueltan el rollo sabiendo que la inmensa mayoría de la audiencia no se entera pero dándoles igual. Sin ir más lejos el pesado de Bruce Dickinson.


Nueve fueron las canciones que disfrutamos a lo largo de la noche y que al menos desde mi posición sonaron a gloria bendita. No parecen muchos, pero es que las versiones de los temas incluyeron en todo momento arreglos que las alargaban considerablemente. Mismamente “You Fool No One” fue fusionada con una parte de “High Ball Shooter” y coronada por un larguísimo solo de batería de Ash Sheehan, el sustituto del en principio anunciado Escobedo en este “Glenn Hughes Performs Classic Deep Purple Live Tour”.


“You Keep on Moving”, el tema que cerraba “Come Taste the Band” y que en su día escribiera con David Coverdale fue la siguiente. Detrás vino el recuerdo para el malogrado Tommy Bolin. “Un gran guitarrista y una grandísima persona” nos dijo Mr. Hughes. Mirando al cielo y visiblemente emocionado por el recuerdo a su amigo vino “Gettin' Tighter”, canción que escribieron juntos. Fue la última antes de la traca final.

“Mistreated” fue de las más celebradas. Fue alargada, como todas, aunque esta vez Hughes se despachó más a gusto aún con la improvisación y los gorgoritos, presumiendo una vez más de un estado vocal realmente impresionante para alguien de su edad y de su trayectoria. Demostrando que nadie de su quinta está a su nivel. Ojalá durara eternamente. Es alucinante ver como Coverdale y Gillan cuentan con un pequeño hilo de voz hoy en día mientras Glenn Hughes canta como una bestia de 20 años.


No se cansó entre canción y canción de sacar su mensaje pacifista llegando a decir que la música era la forma de salvar el planeta. Probablemente tenga razón y la música sea una buena vía para ello, pero eso allí lo sabíamos todos, hasta la Concejala de Cultura Yolanda Alonso Fernández que disfrutaba en uno de los palcos laterales del show visiblemente emocionada. La mujer que ha llevado el rock a la ciudad y a lugares tan sagrados como el Palacio Valdés y que ha conseguido en esta legislatura que Avilés sea referencia en el rock a nivel incluso estatal. Ella misma nos contaba en pasado mes de diciembre sus planes para el rock en la ciudad y con el paso de los meses todo se ha ido cumpliendo. 

“Smoke on the Water” puso, por fin, en pie a todo el teatro. No nos cansamos de corear el himno. Como curiosidad decir que terminó fusionado por el “Georgia on my mind” de Ray Charles. Brutal. La banda se despide y regresa para el bis, no sin antes ser largamente aclamada. Faltaba la guinda del pastel. “Burn”, ya con todo el teatro en pie. El que esto escribe abandonó la butaca para irse a la primera fila. Adiós a las formalidades, había que disfrutar.


Se despidió con un “volveremos”, pero lo mismo dijo en Gijón y hemos tardado 11 años en volver a disfrutarlo. No creo que podamos esperar tanto. De aquí a diez años él, y muchos más de su generación habrán desaparecido de los escenarios e incluso del mundo. Así que hemos de disfrutarlos ahora todo lo que podamos. Somos una generación afortunada, hemos visto a los más grandes.

Fue una gran noche con Glenn Hughes, Soren Andersen, Ash Sheehan y el genial Jesper Bo Hansen, que recreó el espíritu de Jon Lord a lo largo de la noche. Unas bestias que hicieron que el pasado sábado vaya a ser inolvidable. Era la quinta vez que veía a Glenn Hughes en vivo y sin duda fue la mejor. Algunos de los que en redes sociales todo el día hablan de “bolazos” deberían ir a conciertos de este tipo para que supieran lo que realmente significa esa palabra que tan a la ligera sueltan a la mínima oportunidad.

Gracias Mr. Hughes. God Bless You.


© Diario de un Metalhead 2019.