sábado, 27 de julio de 2019

El festival está por encima de todo.


Por Larry Runner.

Ya hace años de esto, pero la frase jamás se me olvidará. Y no se irá nunca de la memoria por venir de la persona que la pronunció y por el lugar en concreto donde se dijo, probablemente el más especial del mundo.

Fue hace unos años, no recuerdo cuantos y llegó a mis oídos en la Press Tent de Wacken. Acudía a la rueda de prensa que cada año celebran los promotores en la última jornada del mejor festival del mundo. Allí Thomas Jensen y Holger Huebner tras presentar a algunas de las bandas del año siguiente y como es tradición, abrían su turno de preguntas a todos aquellos redactores que habíamos tenido a bien acudir a la cita, algo que no me suelo perder nunca.

Aquella tarde llevaba una cuestión para Thoman Jensen en mi cabeza. ¿Y Manowar para cuando? Llegó el momento y un redactor levantó la mano antes que nadie y ... me pisó la pregunta. “Thomas, ¿qué pasa con Manowar?" le espetó. 

La respuesta de Thomas Jensen fue contundente, “Manowar no tocará nunca en Wacken”. Evidentemente no era una respuesta en plan rabieta, inmediatamente nos dio sus argumentos. Los muchos presentes de muy diferentes países asentimos y le dimos la razón. El festival había contactado con Manowar, pero lo que Manowar exigía estaba por encima de lo razonable. Fueron varios los puntos citados por Jensen en su exposición. Exigencias varias, superando el límite de lo razonable, algunas tan delirantes y déspotas como la prohibición de la venta de cualquier tipo de merchandising que no fuese el de la propia banda. Exigir eso en un festival en el que más de la mitad de la gente luce camisetas con el logo del evento y donde actúan 230 bandas. Menudo ego.

Thomas Jensen fue muy claro. “El festival está por encima de todo”. En ese todo están las bandas, por supuesto. Los grupos vienen y van, Wacken cumple 30 años. Manowar desaparecerá y Wacken seguirá ahí. Wacken está por encima incluso de sus creadores. La Holy Land no lo es solo de boquilla, es de verdad sagrada. Wacken ha de seguir incluso el día que sus creadores no estén al frente por salud, edad o fatiga. El show debe continuar y no hay grupo ni persona en el mundo lo suficientemente grande como para pasar por encima del Festival.

Wacken es un ejemplo por muchas cosas y una de ellas es la integridad. Otros han pensado que podía ser posible lograr lo que no logra Wacken. Lo que no saben es que lo que Wacken no logra es porque simplemente, no quiere. La integridad debería ser lo primero en nuestras vidas. Allí lo es. No todo vale. Que se arrastren otros. Para Thomas Jensen y Holger Huebner es así y además se lo pueden permitir. Aquí se trabaja de esta forma y si no estás de acuerdo, no vengas.

Manowar en Hellfest era una jugada maestra, pero al final salió mal. Lo hizo porque como en el caso del festival alemán, los americanos querían estar por encima del Festival. Al final los franceses no tragaron y que se jodan los déspotas y sus mierdas de egos. Un aplauso para ellos, aunque en realidad metieron la pata. La cancelación llegó demasiado tarde e incluso se puede pensar mal de esa actitud. No se puede caer un cabeza de cartel apenas unos días antes cuando ya has vendido todo salvo que sea por una desgracia personal. Muestra debilidad y falta de profesionalidad.

De todas formas, me alegro de que Hellfest y de que el Festival estuviera por encima de todo. Así debería ser siempre y en todo lugar, llámese Wacken, Hellfest, Leyendas, Resurrection, Vidiago Rock, Unirock o la madre que me parió.

El festival está por encima de todo. Bandas, promotores, managers y egos. Siempre debería ser así y si no, no tiene sentido. El que quiera sumar, que sume. El que se crea más importante, que se haga a un lado. En Wacken, aquí y en la Conchinchina.

© Diario de un Metalhead 2019.