sábado, 28 de octubre de 2017

Productores: los grandes olvidados.


Por Simón García López.

Una de las primeras cosas que preguntaba hace años cuando alguien me hablaba de las bondades de un disco era quién lo producía. Dependiendo de la respuesta ya sabía si merecería o no dedicarle tiempo y atención. De paso me hacía una idea de si la persona que me lo decía controlaba o no de verdad. Sutilezas algo cabronas que todos tenemos. Si la respuesta era Colin Richardson, Ross Robinson, Scott Burns, Fredik Nordström, Daniel Bergstrand, Tomas Skogsberg o Terry Date por poner unos cuantos ejemplos, sabías cómo iba a sonar, aseguraba la calidad de sonido y también la calidad general del trabajo. En el 80% de los casos así era. He descubierto muchos grupos por su productor, he afrontado escuchas de una manera u otra dependiendo de quién estaba detrás. Se hablaba del grupo y se preguntaba por el productor. El estilo ya llegaba con la respuesta a lo segundo, aunque siempre preguntabas para cerciorarte. La última era el sello. Después a escuchar.

El productor era una figura fundamental antes de la digitalización de las producciones, de que se pusiera al alcance de todos poder grabar, producir, mezclar o masterizar un disco. No quiero decir que esas figuras hayan dejado de ser fundamentales. Lo son, siguen siéndolo, claro que sí, aunque como en la mayoría de ámbitos tecnológicos, el desarrollo los haya puesto en un segundo plano por poner al alcance de todos hacer ciertas cosas que antes eran absolutamente imposibles en ese ámbito y nivel profesional. Eso es innegable. 

Por eso con este artículo, quiero poner de manifiesto lo importante que es la gente que está detrás del sonido de un disco, gente que han marcado nuestra vida, la vida de muchos que puede desconozcan incluso la relevancia de estas personas, de algo tan fundamental como el trabajo de estudio. Y es que esta gente que antes he nombrado, como otros muchos, han sido directamente creadores de estilos de música con su impagable aportación, con su consejo, con su forma de ver la música, con su manera de entender el sonido. 

Para que se me entienda más claramente pondré unos cuántos ejemplos de la unión entre estilo o grupo y productor:

No se entendería el Death metal americano de Florida sin Scott Burns y su trabajo en los Morrisound Studios de Jim y Tom Morris, grandes productores a su vez, sobre todo Jim productor que daba un sonido pulido, limpio pero potente a su vez, perfecto para bandas de gran nivel técnico como los Brutality de los inicios, Iced earth o Death en la última parte de su discografía por poner unos ejemplos. Como curiosidad, Tom produjo los discos de Hamlet en su etapa americana de principios de los 90. Volviendo a Scott Burns, éste le puso sonido a un estilo de música y los Morrisound se convirtieron en una meca del Death mundial. Él siempre ha dicho que su trabajo podría haber sido mejor en muchos casos, pero las exigencias de estudio hacían que el tiempo entre grupo y grupo fuese inexistente y que el mismo sonido que usaba para unos lo tuviese que usar para otros. En aquella época difícilmente había nada mejor y se nota sobre todo cuando Suffocation con el “Breeding the spawn”, Malevolent Creation con el “Stillborn” o Deicide con el “Legion” se decidieron por cambiar las riendas en la producción. El resultado final es claramente peor. Puede a los fans gustar igualmente, incluso más a algunos, pero en cuestión de sonido fuera de las manos de Burns, el resultado era peor. Buena muestra de que esto es así es que en muchos casos, en trabajos posteriores, estos grupos volvieron a trabajar con él. 

Tomas Skogsberg hizo lo mismo en Suecia con sus Sunlight Studios de Estocolmo. Dio el sonido que un movimiento como fue el Death sueco, más centrado en la evolución desde las raíces agresivas del punk de Discharge o rockeras de Motörhead o más extremas de Venom necesitaba. No se partía de conseguir lo extremo a través de la potencia como en EE. UU., casi como una evolución extrema de su Thrash, sino que se partía de unas raíces más puras, en el fondo más primitivas. Sonido podrido, muy puro y a la vez con calidad y claridad. Esa fue la aportación de Skogsberg ni más ni menos. Sus primeros discos marcaron el sonido del Death en Suecia. Los tres primeros discos grabados por él en los Sunlight son el “Sumerian Cry” de Tiamat, el “Left hand path” de Entombed, y el “Dark recollections” de Carnage. Poco más que decir.

Ross Robinson le puso sonido a toda una generación de Nu metaleros. Bajó el tono de las guitarras, impulsó la visceralidad de los grupos, la transmisión de energía y agresividad. Sus discos son una caja de sorpresas. A cada escucha se escucha un nuevo matiz, una nueva aportación. Es un icono, un gurú en el mundo musical. Grupos como Korn con sus dos primeros discos, Slipknot con sus dos suyos, Sepultura con el “Roots”, Limp Bizkit con su primero antes de ponerse en las manos de Terry Date, Amen, Glassjaw y otros muchos le deben en gran medida mucho de lo que son a día de hoy, aunque a veces ese tipo de cosas cueste reconocerlas. A día de hoy, Ross elige con quién quiere trabajar y nuestros Berri Txarrak han sido uno de esos grupos elegidos. 

Colin Richardson en Europa dio sonido a muchas bandas europeas de Death que no se iban a América ni a Suecia y se descubrió a sí mismo explotando su personalidad desde mi punto de vista con tres discos míticos e irrepetible como fueron el “Heartwork” de Carcass, el “Demanufacture” de Fear Factory y sobre todo el “Burn my eyes” de Machine Head. Con este disco, disco que en aquella época llegó a decir que era de lo que más orgulloso se sentía, encontró su sonido personal, quizás lo que le faltaba al compararlo con alguno de los anteriores y desde ese momento la mayoría de producciones han llevado su innegable marca. Ese sonido que se estandarizó con el “Inside the torn apart” de Napalm Death, se ha perpetuado como sonido de una manera de entender la música, el Groove. Era el sonido de lo que en los 90 se llamaba Power Thrash y que a día de hoy se encuentra en grupos tan dispares como Brujería o Hamlet, sonido que uno de sus alumnos aventajados, Andy Sneap, hizo propio. Un sonido limpio, potente y crujiente. Como anécdota, Colin siempre trabajó con Carcass excepto en el primer disco de los británicos “Reek of putrefaction”. Estaban absolutamente destrozados por el resultado compositivo de su segundo “Symphonies of sickness” porque queriendo dar un salto de calidad respecto a su primer disco, se dieron cuenta de que no lo habían conseguido. Cuando llegaron al estudio con aquello y le explicaron a Colin lo que les ocurría, éste estructuró los temas de nuevo y les dio la forma que a día de hoy conocemos y que ha pasado a la historia. De la misma manera, cuando Hamlet se presentaron en su estudio para grabar “Insomnio”, él reestructuró los temas y les dio una nueva perspectiva, temas que de inicio estaban enfocados para ser un nuevo “Revolución 12.111”. Así de importante es un productor influyente como Colin.

Si Skogsberg le puso sonido al Death en la segunda década de los 90 Fredik Nosdtröm se lo puso al Death melódico de Gotheborg. Por sus manos pasaron At the gates, In flames o Dark tranquility, Arch enemy o Soilwork. Pero además de eso enfocó o ayudó a enfocar el camino de grupos tan conocidos a día de hoy como los propios Opeth con su “My arms, your hearse” o “Still life”. 

Daniel Bergstrand fue el productor sueco que pilló el relevo de Nordström por decirlo de alguna manera. Desarrolló el sonido de los primero grupos de Death melódico como In flames que se consolidó con el “Reroute to remain”, sonido utilizado por otros grupos como Darkane, Soilwork o Raised fist. Lo más característico de Bergstrand es su trabajo con el sonido de batería, fácilmente reconocible en todas sus producciones siendo reclamado en muchas ocasiones para trabajar solo en ese aspecto con él como por ejemplo con Meshuggah. Incluso con Tomas Haake ha llegado a grabar varios programas de batería que seguramente hagan las delicias de todos aquellos interesados en el tema. 

Sin querer ser excesivo con esto, creo que si aún no se ha entendido la importancia de los productores, destacaré ciertas relaciones que sin su existencia la historia del metal nunca hubiera sido la misma:
Iron Maiden y Martin Birch, aunque probablemente y en general, sin adscribirse sólo a Maiden, sin él la historia del rock y heavy británico, y a la postre mundial, hubiese sido muy muy diferente.

Flemming Rasmussen y Metallica, hasta que llegó Lars Ulrich y decidió quitarle el bajo al “…and Justice for all”.

Bob Rock y Metallica, que directamente los convirtió en ricachones. 

Terry Date y Pantera, White zombie o Deftones.

Rick Rubin y Slayer o System of a down.

Muchos son los que se podrían citar. Andy Wallace, Das Swanö, Peter Tägtgren, GGGarth, Rick Parashar… Una interminable lista de personas que sin nosotros saberlo han marcado nuestra vida y en algunos casos siguen haciéndolo, generando interminables horas de emociones sin límite. 

Va por todos ellos. 

© Diario de un Metalhead 2017.

Más artículos de opinión aquí.