jueves, 6 de julio de 2017

Nunca me gustaron los desertores. Los del rock, aún menos.


Por Larry Runner.

Tengo que decirlo, lo voy a confesar, y lo siento si con ello ofendo a alguien, pero Sherpa no me cae bien. Y ahora expongo las causas.


Nunca he tenido la suerte o la desgracia de conocerle de forma íntima, por tanto, que nadie piense que es algo personal. Apenas he estado cerca de él unas pocas veces y jamás he cruzado una sola palabra. Pero me cae mal. Seguro que a tí que me estás leyendo también te pasa con alguien.

No lo trago desde que se fue de Barón Rojo, desde que se convirtió en un “desertor del rock” que cantaba y canta la que en el siglo pasado fuese su banda y gracias a la cual es hoy la persona que es. Si bien nunca fue mi favorito de Barón (siempre fue Armando) el que el tío de repente anunciase que se iba y dejaba al grupo tocado, me llegó al alma. Sí, me fastidió enormemente. Como dicen mucho ahora, me indignó. ¿Por qué se fue? ¿Qué coño hizo desde entonces? Sólo volvimos a saber de él muchos años más tarde publicando discos de medio pelo en solitario.

Recuerdo como hace algo más de una década que actuó en El Entrego, en un local municipal o algo así. Allí acudí con un montón de colegas a ver su “retorno” a Asturias. El espectáculo fue dantesco. El local era un lugar desangelado, oscuro, pero lo peor no fue el garito en sí, si no la actitud del bajista/vocalista, que apenas soltó algunos temas de su por entonces recién publicado “Guerrero en el Desierto”. Fui con la máxima ilusión, pensando en reconciliarme con él, y el concierto me pareció tan sumamente malo que ni quise foto, ni púa, ni autógrafo, ni leches. 

Y es que aquella noche no cantó, su estilo a la voz me recordaba a la del indeseable Víctor Manuel. Esa forma de “cantar” que en realidad, es un rollo medio hablado, como si de un rapero mediocre se tratara, no me gustó nada. Me fui cabreado, de verdad. La decepción fue mayúscula.

Años más tarde se reunieron los “barones” y acudí al concierto de la Rockstar de Barakaldo. Estuvo bien, pero no tanto como para perdonarle. El "rencor" seguía ahí.

Hoy me he enterado de unas declaraciones suyas en Mariskalrock que me han sonado a ancianidad. Una auténtica barbaridad. No va y suelta que “los músicos no profesionales deberían pagar por tocar” (sic).  Luego intenta explicarlo, pero sus palabras no pueden convencer a nadie.

Habla de intrusismo. O sea, que los que hacemos algo que nos gusta y no podemos vivir de ello, no tenemos derecho a expresar nuestra afición. Y si sacamos de ello algún tipo de remuneración, hacemos mal. Lo dice y se queda tan ancho;  sin tener en cuenta si esa “afición” nos cuesta pasta o no y sin pensar si los que hacemos algo por amor -y no por dinero- no somos quizás a veces mejores que los que sí se pueden permitir el lujo de vivir de ello. Tampoco se para a pensar que a lo mejor, ese músico no vive de su instrumento, pero sí lo hacen el hostelero del local donde se celebra el concierto, el técnico de sonido, los camareros y el hotel en el que se alojan los artistas no profesionales.

Y es que a día de hoy, gracias a Dios, no soy músico, pero sí dirijo este pequeño medio por el que me dejo la piel, las horas que no tengo y que a día de hoy hasta me cuesta dinero, como les pasa a los músicos, pero no por ello me siento peor que muchos “profesionales”. Porque en algunos medios profesionales a veces vemos meteduras de pata tan enormes que nos permiten pensar que tenemos derecho a seguir haciendo lo que hacemos de forma altruista, porque simplemente ... nos gusta. Hoy de hecho lo he comentado con otros compañeros de medios al leer una burrada en un medio “profesional”. Menudas risas.

Así que, por favor, pensemos mejor las cosas antes de escupirlas alegremente. Podemos hacer mucho daño con declaraciones así.

Son muchos, muchísimos, desgraciadamente la inmensa mayoría de músicos de metal de este país, los que no pueden vivir sólo de su música. Sí, no son profesionales, pero merecen un respeto y en vez de echarles mierda, lo que hay que hacer es apoyarles para que algún día sí puedan vivir de la música que aman, sea del estilo que sea. 

Quizás algún día me encuentre con Sherpa en algún lugar y mi opinión cambie con respecto a él. Pero tras esto, la historia se complica todavía más. Seguro que tenemos más de un amigo o conocido en común, puede que varios. Pero hasta entonces, me seguirá cayendo mal. Ahora incluso peor. 

Nunca me gustaron los desertores, los del rock, aún menos.



© Diario de un Metalhead 2017.