martes, 17 de enero de 2017

ASTURIAS: PARAÍSO DEL METAL POR LOS COJONES.


By Larry Runner.

Decía Julia Mª Martínez Lombó en las conclusiones de su libro/tésis "Olimpo del Metal" (2014 - NorteSur Records) cuando lo escribió allá por 2012, que desde fuera de Asturias, se veía a nuestra región como “el paraíso del heavy metal”.

Tranquilos buitres, no me voy a echar al cuello de Julia, ni mucho menos, como decimos por aquí "ye muy buena neña". Además, dicha afirmación no me parece exagerada. Mejor dicho, no me parecía exagerada en el momento de escribir su libro. Julia tenía toda la razón. En 2012 aún éramos muy grandes. Pero desde entonces para acá, ha pasado tiempo, y aunque no es mucho, poco más de cuatro años, aquello, desgraciadamente, ya sólo es historia.

El metal en Asturias se muere. Sí, tal cual lo cuento y tiene cojones, que si hay una persona optimista soy yo. No sé qué estaremos haciendo mal los más veteranos para no saber inyectar en las venas de las nuevas generaciones el veneno que nos dieron a nosotros en su momento. Yo no paro de intentarlo, pero las estadísticas no engañan, y el 54% de la audiencia tanto de esta web como del programa de radio, es de gente entre 25 y 44 años. Sólo tenemos un 1% de audiencia de 17 años hacia abajo, que es mucho menos de la que tenemos de más de 60 años, con eso lo digo todo. Así que pinta mal, y puede que en todas partes, pero lo de aquí es sangrante. 

Sí, nosotros nos estamos dejando a veces hasta algunas horas de sueño para poder cumplir. Otros programas como Noche de Lobos o Más Madera más de lo mismo. Aunque ellos también metan otros estilos, el metal nunca falta en sus guiones. Sí, somos una región pequeña y con poco que se haga podemos llegar a todos... si la gente tiene interés. No necesitamos mucho más para promocionar nuestra música, pero ... no está funcionando el relevo generacional.

Sí, siguen saliendo bandas, pero ojo, la última de aquí que tuvo éxito real fue Warcry, que publicaron su primer disco en 2002, hace casi tres lustros. No es que nuestras bandas sean malas, al contrario, yo saco pecho por los músicos asturianos de continuo. Hacen que me sienta orgulloso de ser de donde soy, y no dejo de emocionarme cuando salgo de mi tierra y me dicen por ahí “vaya nivel tenéis en Asturias” o “qué grandes sois por ahí arriba”. Sí, hay bandas buenas, siempre las hemos tenido y cada vez tenemos más y mejores a pesar de todo. Pero ... ¿quién las apoya?

La cultura musical sólo corre por las venas de unos pocos. Sí, muy pocos. Y es que si te paras a pensar, no sólo están vacíos los conciertos de metal. Pregúntale a la gente que hace jazz, folk, o el estilo que te de la gana, y salvo contadas excepciones inexplicables como el boom de Desakato de los últimos dos años, el resto lo tienen jodido y no sólo los del metal. Ya no lo peta Skama La Rede, ni Dixebra, Avalanch tiene que tirar de las rentas; Sound of Silence, Posession, Legacy of Brutality, Blast Open, que eran sinónimo de gran afluencia a sus conciertos observan como cada vez somos menos los que acudimos a sus citas. Es desolador. 

¿Por qué este bajón? ¿Es que de repente las bandas son peores? Para nada. Repito, son cada vez más grandes. Y ojo, los hay que empezaron tras escribir Julia su libro que son la leche. Soldier, Arson, Hate in Veins, Last Days of Eden, coño, son gente cojonuda, a algunos ya les reclaman hasta fuera de España. El problema es que los chavales que ahora empiezan a salir de copas, a alternar, han mamado una cultura cateta del todo. Sólo disfrutan de “la fiesta de prau” y prefieren ir a ver a una orquesta cantando de pena las canciones de otros, que ver a una banda de rock tocando sus propias composiciones. Y si alguien se ofende con que diga que cantan de pena, me da igual, es que es así, salvo contadas excepciones. No citaré ningún nombre para evitar herir sensibilidades, que me la sopla, si no para no hacer publicidad. Sí, cantan de puta pena y encima la televisión autonómica todavía se dedica a darles cancha.

Toda esta mierda hace que nuestros músicos se tengan que buscar la vida tocando las pachangas habituales situándose detrás de la chabacanería de la tetas de turno o del bailarín de la chaqueta brillante. Su talento, a veces enorme, se ve castigado tocando, en el mejor de los casos, temas de algún grupete pop de hace más de tres décadas, siendo lo más habitual el pasodoble y los bodrios similares. A ellos no les culpo, faltaría más. Bastante desgracia tienen los pobres.

Enciendes la televisión, vas al canal autonómico y ahí está la reinona de turno sin amigos pensando que va a ir a Eurovisión. Menuda basura, hasta suelen desafinar. Pero nada, ahí todo el mundo con la palmadita, las lágrimas de emoción y venga vender escoria. Y venga meterlo por los ojos. Y venga colocarlos en todos los pueblos y villas con cachés de escándalo forrándose sus representantes a costa de la música que otros escribieron. Y venga vender basura. Y venga a acabar con la cultura, con la de otros, y con la nuestra, la que más me importa, la del rock y la del metal.

Si vendemos orquestas, orquestas tendremos. Así que iremos pensando que será difícil que algún día sea rentable un concierto de Thyrfing, un Festival de Otero a lo grande o una puñetera Metal Battle. O nos echan un cable de los de verdad y promocionan lo nuestro en los medios importantes, o a la mierda con todo, da igual que otros nos matemos a trabajar. Hemos perdido al público y acabaremos de garito en garito celebrando meter setenta personas con una banda internacional y cuarenta con una de aquí.

Así que lo dicho, paraíso mis cojones. Si algún día Julia escribe una segunda parte de Olimpo del Metal, la pobre terminará seguro con una frase más fina, pero sólo expresará la misma idea con otras palabras más políticamente correctas. No hay más que ver que desde que escribió su libro Absentia, Black Devil, Nexxo, Hunger, Helltrip, Mercyless, The Punishers, Hangin’ Balls, Toxic Society y muchos más ... han pasado a ser historia desanimados por el panorama.


Foto: Sound of Silence con Pablo García by Juán Tomé Nestal.

© Diario de un Metalhead 2017.