sábado, 8 de octubre de 2016

BRUJERÍA: Pocho Aztlan (2016- Nuclear Blast) México.


By Simón García López.

BRUJERÍA se formaron en 1989, hace 27 años, época de desarrollo del Grind y el Death. En 7 años desde 1993 al 2000 sacaron 3 discos y han pasado 16 años hasta este nuevo trabajo. Por ello he pensado que era necesario para entender lo que representa este “Pocho Aztlan” hacer un repaso al grueso de la historia del grupo. Esa convicción me ha animado a escuchar una vez más sus anteriores trabajos y lógicamente me ha traído una buena cantidad de recuerdos.


Recuerdo cómo siendo un niño compré “Matando Güeros” atraído por toda la leyenda que rodeaba a BRUJERÍA. Música extrema, imágenes de violencia explícita, temática satánica mezclada con sexo y drogas, el desconocimiento de quiénes eran los autores de todo aquello. Fui emocionado a buscar el paquete a correos, corrí a casa para poner el disco a rodar sin perder un segundo y cuando empezó a sonar me di cuenta aterrado de que no me gustaba. Y digo aterrado porque me costaba sangre y sudor reunir el dinero para comprar discos. No me gustaba el sonido, no entendía lo que hacían, el cantante iba fuera de tiempo... Había gastado 1750 pesetas en un disco que no me gustaba. Una tragedia. Durante un tiempo intenté que me entrase por todos los medios, pero no hubo manera. Tras mucho pensar, acabé vendiéndolo. No estaba preparado. Aún no. Fue demasiado para mí. Concluí que nunca más volvería a comprar un disco sin antes escucharlo.

“Raza Odiada” sí me convenció de primeras. Cualquiera que estuviese al día en el mundo metálico veía a Dino Cazares tras las composiciones, aunque en aquella época ya era conocido quiénes estaban tras la amenazante imagen del grupo. Fear Factory acababan de sacar “Demanufacture” un disco que supuso un antes y un después en el metal mundial. Influenció a una generación y abrió un camino inexplorado en el campo de las producciones de la mano de Mr. Colin Richardson. “Raza odiada” Sonaba más limpio y potente, era menos Grind, menos extremo y más audible para cualquier fan del metal.



Entre el 1995 y el 2000 mis gustos evolucionaron. “Raza odiada” terminó convirtiéndose en un buen disco más para mí, con dos o tres temas sobresalientes que no pueden faltar en toda fiesta de metal que se precie, pero sin embargo “Matando Güeros” se metamorfoseó en ese disco legendario que yo había comprado unos años antes y no llegué a apreciar por no estar acostumbrado aún a las producciones que no fuesen “limpias”, a la influencia punk del Grind más extremo, a la música más extrema de verdad. Lo que me pasó con “Matando güeros” me ha pasado con muchos discos a lo largo de mi vida. He tenido que romper muchas barreras mentales con la música, pero no es ahora el momento para explayarme sobre eso. Es otro tema.

En el año 2000 Brujería editaron “Brujerizmo”. Tuve la sensación de que supuso el final del mito, por lo menos de ese aura mítica que los había rodeado siempre. No me pareció un disco amenazador y temible como los dos anteriores, sobre todo “Matando Güeros”. Si “Raza Odiada” olía a Fear Factory “Brujerizmo” era demasiado. Dino había iniciado su descenso (no en ventas) hacia el “Digimortal” que aparecería un año después. Demasiado alejado del Grind, demasiado cercano al sendero pseudocomercial de Fear, demasiada presencia Factory, los temas no tenían la calidad de discos anteriores. No es un mal disco pero le falta algo. Creo que lo que le faltaba era Brujería en esencia.  
Y después de todo esto, en 2016 vuelven a sacar disco. Quién lo iba a decir. He de reconocer que no esperaba mucho de “Pocho Aztlan” pero el disco ha resultado ser un subidón que te cagas. Y lo digo como lo pienso y siento.



Bestial la producción, manteniendo la esencia BRUJERÍA heredada de la época anterior, de ese sonido Richardson (quien curiosamente nunca produjo a BRUJERÍA, viniendo el sonido por Dino que lo asimiló para Fear y todo aquello en lo que estuvo metido), que no solo era de Fear Factory sino también de los Napalm de finales de los 90 y de todos los grupos que pasaron por su mano en aquella época. Sonido que influenció a toda una generación de ingenieros y productores de metal como Andy Sneap entre otros, y que dio vida y sigue dando a decenas de discos de música extrema.

Las canciones son de lo más variado cosa que se explica por la variedad de los compositores. Shane Embury, Chirs Paccou, Patrick Jensen o Jeff Walker se ocupan de la composición del disco mientras que la parte mexicana se encarga de dar a todos los riffs la esencia Brujería tan característica, porque la composición no es solo el riff. Es construir la canción y eso es cosa de todo el grupo. En general, nos encontramos con guitarras afiladas y potentes de mutes precisos unidas a dobles bombos machacones en los temas lentos, y de precisión quirúrgica en los rápidos. Nicholas Barker y Adrian Erlandsson están a la batería, principalmente el primero, espectacular como siempre. Todos han sabido entender y respetar lo que eran y necesitaban ser unos Brujería modernos y fresocs en 2016, sin perder un ápice de sus raíces. Encontramos temas Grind como “No aceptamos imitaciones”, ”Satongo”, “Isla de fantasía” (lo del avión es buenísimo) o “Culpan la mujer”, mezcladas con temas más lentos y potentes marca de la casa también como “Pocho Aztlan”, “Profecía del Anticristo”, “Plata o plomo” o el adelanto “Bruja”.


Enorme el trabajo de samplers en todo el disco, enriqueciendo las canciones al extremo. La variedad de voces es otra de esas cosas a destacar, metidas mejor que nunca, jugando con los registros de todos los cantantes que a día de hoy completan la formación del grupo. “Ángel de la frontera” es un ejemplo perfecto de todo lo destacado. Brujería cuentan historias en sus canciones, las interpretan de una manera casi teatral utilizando todo lo que está a su alcance.

Temáticamente da la sensación de que poco ha cambiado en el mundo en estos más de 25 años de Brujería. Aquel Pito Wilson del “Raza odiada” se ha convertido en Donald Trump; las luchas entre narcos y la violencia que se genera alrededor de ellos en vez de ir a menos es más brutal que nunca y la criminalización del inmigrante latino como generador de todos los males en EE. UU. es un tema de plena actualidad. Que la historia se repite cíclicamente es algo que cualquiera sabe, pero en este caso concreto da miedo lo poco o nada que han cambiado las cosas. De todo esto y algo más van las letras de “Pocho Aztlan” que como siempre ponen el dedo en la llaga sangrante de todos los grandes problemas de aquella alejada para nosotros parte del mundo, pero que se pueden extrapolar a nuestro país o a la situación que se produce en Europa con los refugiados sirios. Políticas ineficientes o inexistentes, las de mirar para otro lado, y mucho, mucho racismo. Las letras son ácidas, y cargadas de contenido crítico como siempre. El código lingüístico en México no es el nuestro. El léxico es diferente y la entonación y expresión lo es. Si alguien no lo entiende tendrá que darse cuenta de que el problema es de su propia ignorancia y no de Brujería.

Por último destacar el himno hardcore a la selección de fútbol “Mexico campeón” que sin duda se convertirá en un tema mítico como “La migra” y volverá loca a la audiencia de todo el mundo. No me quiero imaginar a la mexicana.


Subidón bestial de disco. ¡Ahí nos vemos al rato Brujería!









© Diario de un Metalhead 2016.


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