lunes, 15 de agosto de 2016

UN MÚSICO EN WACKEN. Parte I.


By Simón García López.

Trabajar en Diario de un Metalhead tiene cosas inevitables. Una de esas cosas inevitables es que Larry te “anime” a contar la experiencia Wacken desde dentro ya que como cantante de Legacy he tenido el privilegio de poder tocar allí representando a mi país en la Metal Battle.

Antes de empezar a narrar la experiencia, creo que hemos de viajar un poco en el tiempo. Mucho antes incluso de que nos hubiésemos apuntado al concurso.

A principios de este 2016, con 9 años a nuestras espaldas, Legacy of brutality era un grupo moribundo y sin rumbo. Esa es la verdad. Habíamos hecho de todo. Una demo, un mini, dos discos, un EP y un directo; habíamos aparecido en numerosos recopilatorios; casi 100 directos nos contemplaban desde aquel primero concierto en junio de 2007 con un solo tema propio y un montón de versiones. Nuestros trabajos siempre habían tenido muy buena acogida en los medios especializados. Creo recordar que la peor crítica que recibimos nunca nos daba un 6´5 y había sido con nuestro primer disco. Con Giants ninguna bajó del 8. Nuestros directos en general gustaban a la gente y siempre notamos el cariño del público allí por donde fuimos y repetimos. Pudimos tocar más en 9 años, componer más, viajar más e ir más lejos, pero nuestros trabajos y vidas no hicieron posible tocar, componer, viajar e ir más lejos de lo que lo hicimos. En 9 años lo habíamos superado todo, pero tras este tiempo nos costaba superar el desánimo por primera vez. El ver que nadie se interesa por ti, te da una oportunidad de verdad, algo que merezca la pena. ¿Qué estábamos haciendo mal? El rumbo se había perdido y no había horizonte, meta que superar o por la que luchar. ¿Qué más teníamos que hacer si después de tanto tiempo y trabajo no teníamos nada? Estábamos más fuera que dentro en todos los sentidos.

Surgió lo de apuntarse a la Metal Battle España. Sin ninguna fe. Recordábamos cómo en 2009 no habíamos entrado ni entre los semifinalistas si mal no recuerdo. 155 bandas inscritas, casi nada.


El primer paso fue superar la primera criba donde quedaron 36. Un concierto más por lo menos, algo de publi, no está mal. No teníamos nada que perder.

El segundo paso fue la semifinal de Oviedo. 20 minutos. El nivel era brutal, no lo digo por dar mérito a lo que hicimos, sino porque fue una verdad constatable por cualquiera que allí estuviese a lo largo de los dos días de competición. El jurado decidió que pasásemos junto a The Descent a la final de Barcelona. Un concierto más pensamos y esta vez en Barcelona, lugar al que el destino nunca nos había llevado.

El tercer y último paso era la final. Ya estábamos contentos con haber llegado hasta allí. Era más de lo que habíamos imaginado. 6 grupos, los mejores a ojos de los diferentes jurados de las 3 zonas de España donde se había celebrado la Metal Battle. Igualmente el nivel era enorme. Una demostración de que más allá de lo que los medios dan a conocer del panorama metálico español donde parece que sólo 10 bandas a lo sumo existen, hay mucha vida y calidad indiscutible. Metal Hammer se ha hecho eco de lo que aquí ocurría. Creo que ha sido el único medio profesional y es de destacar y alabar. Si no estoy en lo cierto, que alguien me corrija. Pediré personalmente disculpas a quien haya olvidado. Pero lo cierto es que ese día, en la final, nadie más estaba presente. No debería de ser lo suficientemente importante un evento así para dedicar presencia y atención. Ellos sabrán.

La final se celebró en el mejor de los ambientes. Los concursos no son festivales. Todo el mundo quiere ganar. Se lucha por algo. Persigues un sueño y es lícito querer que tu contrario no lo haga tan bien como tú o le pase cualquier cosa imprevista, pero sin embargo el ambiente fue de festival y personalmente todos los agradecimos. Menos ambiente hubo en algunos festivales donde hemos participado entre grupos y no nos jugábamos nada entre nosotros. Todas las bandas de la final tuvieron una actitud sobresaliente antes y después de revelarse el ganador. Ojalá siga siendo siempre sea así. Personalmente salimos con unos cuantos amigos de esa final y cuando volvimos a Cataluña tal hecho se refrendó con la cantidad de gente de aquella final con la que estuvimos hablando y compartiendo tiempo. La música es esto, que nadie lo olvide.


El jurado de la final quiso que nosotros saliésemos vencedores de la batalla final y no fuimos muy conscientes de lo que aquello significaba hasta que no pasaron unos días. Nos íbamos a Wacken a representar a España, a competir con otras 28 bandas más por ganar la final internacional de la Metal Battle. A Wacken, al festival más importante de metal del mundo. A la meca del metal mundial.

Volvimos a Puerto de vega llenos de orgullo, y el apoyo y cariño de toda la gente, no sólo en nuestro pueblo y Asturias sino en toda España fue total. Es algo que nunca podremos olvidar. Cuando uno empieza a tocar no empieza pensando en eso. Piensa en sacar un disco, tocar con sus grupos preferidos, para salas abarrotadas y en festivales para multitudes, pero nunca piensa en recibir toneladas de cariño y apoyo de la gente. Cuando algo así ocurre es impagable. Es una satisfacción personal bestial. No hay concierto en Wacken que se iguale a eso. El death metal como fuente inagotable de amor. Quién nos lo iba a decir.


Tocaba empezar a planear el viaje a Wacken. Un viaje que sería una aventura en toda regla.

continuará ...

© Diario de un Metalhead 2016.