jueves, 11 de agosto de 2016

GHOST WARFARE: Dust Reloaded (2016- Art Gates) Bulgaria.


By Larry Runner.

En su hoja de presentación dicen practicar Occult Metal. Yo no sé qué es eso, la verdad. ¿Metal Oculto? Supongo que será una forma de llamar la atención.

GHOST WARFARE proceden de Bulgaria y presentan una arriesgada apuesta de difícil aceptación. Si eres de sonidos puros, a buen seguro que les rechazarás. Y es que fusionan tantos estilos en su música que pillarles el punto se me antoja realmente difícil.


Sobre una base rítmica contundente se asientan unas guitarras sencillas, muy sencillas, quizás demasiado para con lo que solemos alimentarnos hoy en día por norma habitual. Encima van las voces, con un juego casi perpetuo entre la masculina y la femenina. Georgy Latev, voz y guitarra se encarga de las oscuras, en una onda muy Abbath. El contrapunto lo pone Ganiela Ganeva, que se encarga de las guitarras rítmicas también. Ella aporta las voces operísticas para conseguir el contraste en las canciones, aunque también aparecen algunas masculinas que ya no me parecen tan buena idea. Todo ese batiburrillo de voces le da un aire gótico al asunto que no me acaba de convencer del todo.

Es su tercer álbum y nos llega de mano de Art Gates, que ha apostado por el cuarteto. Musicalmente no le hacen ascos a nada, y en su música metalera encontrarás retazos de influencias continuas de géneros tan dispares como la música clásica -algo no tan extraño- e incluso el jazz -aquí sí que se columpian un poco más-.


Toda esa amalgama de sonidos les convierte en únicos, rarunos a tope y por consiguiente bastante sesudos a la hora de pillarles el punto, algo que sólo conseguirás si eres bien abierto de oídos. Si no, puede que te lleguen a parecer soporíferos. Por mi parte de digo que si le das unas vueltas las impresiones van cambiando, la verdad.

No han inventado anda, pero sí que han tenido la valentía o la osadía -escoged vosotros- en mezclar lo suficiente para que suene distinto, casi único, muy experimental, pero falto de brillo y desde luego, poco digestivo. Tú mismo. 







© Diario de un Metalhead 2016.

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