martes, 25 de octubre de 2011

Diario de un metalhead. Capítulo XIX: No quiero verte caer.


Los descubrí bastante tarde. No recuerdo exactamente el año, pero su “Diablo Blvd.” ya tenía tiempo, y aunque lo tenía y tengo original,  no era un disco que me hubiese enganchado ni mucho menos.

Una noche tocaban en Xixón, en el tristemente desaparecido “Nuevo Savoy”. Aquella tarde su actuación coincidía con la de los riojanos Tierra Santa en la Sala Albéniz. Yo, como buen true-metalero me decidí por ver a los de Logroño. Jamás me arrepentí de ello pues fue la última vez que les vi. Al poco se separaron y nunca más pude disfrutarles en vivo desde entonces.

Algunos de mis amigos fueron unos “traidores” y se escaparon al Savoy. Pero lo que ellos no sabían es que Tierra Santa acabaría su concierto pronto, y que nos daría tiempo luego a acercarnos hasta el Savoy a ver a aquellos valencianos que rockeaban en directo bastante bien, según nos habían contado.

El caso es que llegamos cuando anunciaban el fin de su actuación. Era tan tarde que ni nos cobraron. Cuando entramos, los asistentes, no demasiados, estaban locos con ellos. Y a fuerza de pedir otra, pudimos disfrutar aún de su largo bis.

Ese día quedé prendado de su música y a partir de ahí comencé a prestarles más atención. Si en vivo eran buenos, era cuestión de tiempo que editaran un disco cojonudo. El que habían presentado en  el Savoy (he tirado de archivo y fue el 17 de Noviembre de 2006), fue el homónimo “Uzzhuaïa” que estaba bastante bien, con la brillante versión de “La Chispa Adecuada” de Héroes del Silencio.

Así fue. Un par de años más tarde publicaron “Destino Perdición”, un disco de notable alto con algunos temas sobresalientes. Tuve la suerte de trabajar como “runner” en el Derrame Rock siguiente, donde formaron parte del mejor cartel de la historia del festival, y allí poder charlar un rato con ellos. Además recuerdo bien que les ayudé a descargar los bultos de su furgón. Aquella tarde el sol ardía con fuerza y les recibí al apearse con un “bienvenidos a la Alta California”.

Luego me pude escapar un rato del backstage para ver el concierto y disfruté de lo lindo. Guardo con cariño una púa de Álvaro y con una baqueta de Jose Lï de aquella actuación. Aquel día me compré allí mismo el “Destino Perdición” en una preciosa edición de vinilo que guardo con nostalgia pues está firmada por los dos guitarristas de la banda: Israel y Álex. Su sencillez y amabilidad aquella tarde me convirtió en fan para siempre.


El año pasado vio la luz “13 Veces por Minuto”. Un discazo en toda la extensión de la palabra que a pesar de el tiempo que ha transcurrido desde su publicación, no dejo de escuchar regularmente. Sus diez canciones me parecen sencillamente perfectas y si hoy en día escribiera una reseña sobre el disco, le pondría sinceramente una nota de 10.

Ahora cada vez que se acercan por aquí, salvo causa de fuerza mayor voy a verlos. Nunca más los cambiaré por otra banda, pues hoy en día, si hablo de rock, son con mucho mi banda favorita. Además se que todos ellos son encantadores, pues aguantan hasta a los borrachos sin un mal gesto.

Espero que aún no hayan tocado techo y que sigan la línea ascendente que nunca han abandonado desde sus humildes inicios. Hoy en día además de tocar bien, tienen canciones y una imagen en escena que espero que no estropeen con absurdos cambios de look. Además suenan ya a ellos mismos, no a The Cult como algunos les critican sin haberles escuchado en los últimos discos.

Pase lo que pase, quiero darles desde aquí todos los buenos momentos que me dan casi a diario con su música. Esa es la razón de estas palabras en mi blog.

Pase lo que pase, Uzzhuaïa, no quiero verte caer.

© Larry Runner 2011.

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