viernes, 16 de septiembre de 2011

Road Report: Munich 2011. Parte 1 de 2


Una vez más la música nos llevó a Alemania. En esta ocasión partimos en avión desde Bilbao, para pasar unos días en el país donde tanto disfrutamos los amantes de la buena cerveza y del heavy metal.

Nuestro vuelo despegaba muy temprano, así que con apenas tres horas de sueño viajamos por carretera rumbo a la ciudad de Athletic. Lufthansa nos llevaría en un abrir y cerrar de ojos a Munich, la cual personalmente iba a visitar por primera vez. En mi estómago se alojaban los nervios de la emoción que siento cuando voy a visitar un lugar nuevo.

Llegamos a la capital bávara en un periquete y en el mismo aeropuerto ya tomamos la primera “currywurst”. En nada estábamos al volante de nuestro vehículo de alquiler. Munich nos recibió con intensa lluvia pero eso no nos iba a impedir disfrutar.

El Allianz Arena del Bayern München desde el avión

Una vez posadas las maletas en nuestro céntrico hotel, paseamos rumbo a Marienplatz, centro histórico de la ciudad, donde está el espectacular ayuntamiento neogótico famoso por los autómatas de su reloj. Detrás del ayuntamiento está la catedral de Nuestra Señora. La parte vieja de la ciudad es preciosa. Caminamos un buen rato y fuimos a parar a la cervecería de más prestigio de la ciudad, la HofBräuhaus, fundada en 1589, casi nada. Como contraste, enfrente teníamos el Hard Rock Café, pero preferimos lo tradicional y local antes que la franquicia yankee a la que tan grande le viene el nombre.

El ayuntamiento

Dicen que en la HofBräuhaus se gestó en su día la fundación del partido nazi, aunque antes de aquello fueron muchos los personajes históricos que pasaron por este maravilloso local. El beergarten estaba abarrotado, así que nos sentamos en una mesa de la planta baja, lugar con capacidad para 1300 personas. No estaba lleno, pero calculo que habría unas 1000 tomando jarras. Las cervezas son todas de litro, parecía una barbaridad, pero todos la terminamos e incluso nos tomamos alguna ronda más. Eso sí, acompañando la cerveza con buena comida típica alemana. Brezen, codillo y degustación de salchichas. Todo exquisito.

Las mesas tienen la particularidad de ser muy alargadas, con capacidad para 10-12 personas, así que si no vas con un grupo grande, probablemente acabes sentado al lado de desconocidos, algo que fomenta el buen rollo y que acabes entablando facilmente conversación. Así que terminamos brindando con un muniqués y con otro chaval de Hannover que se sentaron a nuestro lado. Como el mundo es un pañuelo resultó que el de Hannover era hijo de una gallega, hablaba español y había estado 15 veces en Wacken. Mis 7 pulseras del festival palidecieron al lado del historial del metalhead de la ciudad de los Scorpions.

La HofBräuhaus por dentro

El segundo día nos recibió con mucho calor y sol achicharrante. Partimos bien temprano rumbo al Campo de Concentración de Dahau, situado a 20 kilómetros de la capital bávara. En la oficina de  información nos dijeron que se visitaba en dos horas. A nosotros nos llevó 6 y no creo que fuéramos tan despacio. Algo que impresiona si tenemos en cuenta que solo se visita una séptima parte de la instalación nazi, ya que el resto de los espacios se siguen utilizando para otros fines civiles y militares.

Muro exterior del Campo de Dahau

Es sobrecogedor saber lo que allí ocurrió. Pero a mí me impactó aún mas saber que tras la liberación del campo por parte de las tropas aliadas, los americanos hicieran uso también de las instalaciones, algunas a imagen y semejanza de sus enemigos. Por cierto, con ellos al mando aún murieron allí más de 3000 personas durante la cuarentena que impusieron antes de dejar partir a los presos, en su inmensa mayoría prisioneros políticos. La cámara de gas consiguió revolverme el estómago. De todas formas merece mucho la pena la visita.

Cámara de gas de Dahau

La tarde-noche la pasamos por Münich, esta vez la cena fue en el beergarden de otra inmensa cervecería, la que tiene Löwenbrau al lado de su fábrica, fundada en 1516. Allí bebimos y comimos de maravilla. Luego hicimos una visita al Raw, un antro metalero cercano al hotel, donde nos agasajaron los oídos con varias lindezas, entre ellas el “Madhouse de Anthrax. “Spreading the Disease” forever! El sábado había dado mucho de si.

 La inmensa cervecería de Löwenbrau

Cartel del Raw Metal Bar

El domingo era el día grande para nosotros. La noche en que tendría lugar el evento que nos había hecho viajar hasta Bavaria. In Extremo cerraba el tour por su país en Landshut, al Norte de Münich, y hasta allí teníamos pensado acudir. Así que por la mañana abandonamos nuestro hotel de la capital y nos dirigimos hacia el tranquilo pueblo en el que pernoctaríamos tras el concierto.  Landshut es la típica población que ves en las películas de la segunda guerra mundial. Parecía que ibas a doblar la esquina y encontrarte de frente con un tanque. El río Isar atraviesa el pueblo y la tranquilidad flota en el ambiente. A pesar de estar cruzado por una carretera con notable tráfico, reina la calma.



©Larry Runner 2011

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