miércoles, 17 de agosto de 2011

Solo fue un sueño


Por Larry Runner.

Desde niño he sido diferente a los demás, o al menos así me ha gustado sentirme. Nunca fue con la intención de ser distinto porque sí, y nunca fue por destacar. Al menos no conscientemente. Lo que siempre he tenido claro es que no quería ser del montón. Quizás porque en la inmensa mayoría de las ocasiones en las que ido con la masa, con el paso del tiempo o me he sentido engañado o directamente un borrego.


Por eso que si todos eran del Madrid o del Barça yo salí del Athletic de Bilbao. Si todos del gijón, yo del Real Oviedo. Con el baloncesto más de los mismo. Todos culés o merengues y yo de la Penya de Badalona. Con la adolescencia si todos de Slayer yo de Stryper, si todos de AC/DC yo de Maiden, si todos de Barón, yo de Obús. Siempre así pero nunca premeditadamente. No sabría explicarlo del todo. Jamás nadie me dijo que me tenía que gustar esto o lo otro, yo fui siguiendo mi camino y tirando para lo que más me atraía.

Puede que eso me haya hecho ser "el notas" del grupo, el que siempre tiene que ir en contra de los demás, pero creo este hecho, más que perjudicarme, a la larga me ha ayudado y me ha hecho llevar una vida mejor.


Nací en el seno de una familia trabajadora. Sé bien de dónde vengo y soy también un humilde currante. Mi padre, abuelos y bisabuelos bregaron en la Hunosa, o bien en la mina donde mi abuelo y bisabuelo maternos fallecieron, o bien en los servicios del exterior, donde mi padre y mi abuelo paterno trabajaron hasta jubilarse.

Los problemas a casa llegaban solos, no hacía falta buscarlos. A pesar de que tenía solo cinco años recuerdo bien como nos vinieron a avisar del accidente que segó la vida de mi abuelo. También conservo en mi memoria el sobresalto que nos llevamos cuando siendo muy chiquitín vi llegar a mi padre con un hombro vendado por haberse caído de lo alto de un poste de la luz a los que se subía día sí, día también. Lesión que aún hoy sigue visible y que se encarga de recordarnos tal incidente.


Así que cuando llegué a la adolescencia, sin ser un estudiante brillante, al menos lo que intenté fue no meterme en líos. Como siempre he sido un alma que brillaba por libre, eso me sirvió para no seguir la ruta marcada que guiaba a los de mi edad en un sitio como Turón.

Amo a mi pueblo, siempre he estado orgulloso de ser de donde soy. Para mí ser de la Cuenca, es ser más asturiano que nadie. Es un título. Pero me crié en un sitio donde el dinero se movía a tu alrededor. Dinero que nadie regalaba; la gente lo ganaba arañando duramente de las entrañas de la tierra cada piedra negra. Un lugar donde a más de un millar de hombres el trabajo, les costó la vida.

Un desgraciado día a alguien se le ocurrió traer la droga a Turón y aquí se estableció. Así que en plena pubertad te ves rodeado de ella, te la ofrecen por todas partes y todo el mundo va probando. El caso es que yo, como iba por libre, siempre estuve un poco al margen de ello. Si todos lo hacían yo no iba a ser igual. El alcohol siempre me ha gustado, no voy a decir que no, pero a día de hoy, sigo pasando de otras sustancias y ni siquiera fumo tabaco.


Cuando yo tenía 15 años lo más normal en Turón y alrededores era meterse ya algo. Fumar porros, luego tripis y poco más adelante la puta heroína. Algunos sacaron un master en eso en poco tiempo. Desgraciadamente, más de un centenar, reciben flores todos los primeros de noviembre.

Sí. Tener personalidad propia me ha hecho distinto a los demás. Para mal y sobre todo para bien. Al menos yo he seguido viviendo en Turón, de donde soy y no me he tenido que ir para olvidar o para huir. Sigo pudiendo hablarme con todo el mundo. Nada me deben y nada les debo. No me he pegado con nadie por el maldito vicio y no me he ganado, que yo sepa, enemistades por ello. Tampoco he obtenido compañerismo mediante ello, pero sé de buena tinta que esos llamados amigos jamás son auténticos.


Es triste mirar atrás a día de hoy y ver que algunos crían ortigas o han tenido que emigrar, sobre todo porque a muchos los apreciabas o los querías de corazón. 

Y es que hoy en día, y tras muchos años viéndolo, no conozco a nadie a quien esa lacra le haya dado algo bueno. Los que la han consumido siempre han perdido. El que ha hecho negocio de ello, o no ha podido enseñar su dinero, o está amenazado o en la cárcel. Nunca nada bueno.

Así que después de todo ser diferente no ha sido tan perjudicial. Algunos más lo han sido y no les ha ido mal. Unos son escritores, otros brillantes músicos, otros músicos y escritores, otros ejecutivos en grandes empresas, otros ocupan cargos de relevancia en el gobierno del estado, otros son profesores universitarios y otros hasta han jugado en primera. Algunos no han llegado a nada de eso y aún permanecen aquí, en Turón, y algunos, los mejores mejores de los más jóvenes, forman nuestra Plataforma Juvenil.


¿Y a que ha venido todo este divagar? Pues muy sencillo. A que me he despertado angustiado a las seis de la mañana con una horrible pesadilla en la que veía como los sueños de unos amigos se iban al garete por culpa de la droga. Veía como su rizoso y melenudo cantante era detenido. Soñé como yo mismo tenía que ir a buscarlo para recogerlo en la comisaría y como salía aún con restos de la puñetera sustancia en su cara. Soñé como al ir a cenar con él en compañía de mi mujer nos encontrábamos con su guitarrista metiéndose un fogonazo en el baño. Soñé con que se buscaban la ruina.

Soñé. Soñé y desperté con esa angustia. Espero que se quede en eso, en un sueño. Y que si algún día los sueños de alguien que me rodea no se cumplen, sean por culpa de la mala suerte y no por buscarse la ruina como otros hicieron antes. Espero que mis amigos tengan personalidad. Que tengan brillo propio y que no se dejen llevar.

Los sueños, sueños son. Pero como a veces algunos se han convertido en realidad, asustan.

Texto: Larry Runner
Algunas de las fotos las he sacado de http://www.elvalledeturon.net

© Larry Runner 2011