domingo, 30 de marzo de 2008

Road Report. TURISAS + NORTHER. Berlín, Sala Kato 23.03.2008. Crónica y fotos


By Larry Runner.

Ver a Turisas siempre es algo especial. No hay grupo como ellos. Los vi en Wacken el verano pasado y quedé prendado para siempre de su música. En la Wet Stage del festival disfruté de lo lindo con los finlandeses. Allí, acudí a aquel concierto épico, en el que la audiencia más bien parecíamos una horda de soldados dispuestos a la batalla.


Y es que en los conciertos de Turisas la gente se convierte en guerrera, pues sus canciones son al fin y al cabo, eso, cánticos de guerra vikinga que hacen que sin darte cuenta te metas en ellos y acabes coreando todos y cada uno de los estribillos.


Tras verlos por primera vez allí, estando de vacaciones en Berlín unos días, y sabiendo que tocaban, no íbamos a perdérnoslos bajo ningún concepto.


Así que tomamos el metro hasta el barrio de Kreuzberg para ir a verlos. Ya aprovechando el desplazamiento hasta aquella parte de la ciudad, lo hicimos con tiempo. Allí está el precioso puente de Oberbaumbrücke, una de esas visitas obligadas cuando vas de turista. Vimos el puente, que está apenas a doscientos metros de la Sala Kato, lugar del concierto y lo cruzamos en dirección Berlín Occidental, pues allí mismo está el mayor de los trozos de muro que quedan. Ahí todavía se pueden ver algunos kilómetros de muro, y es otra de esas visitas obligadas si quieres hacerte una foto con la mítica barrera. Allí te encontrarás los murales más míticos, esos que ves en todas las fotos cuando buscas Berlín en alguna página.

El puente de Oberbaumbrücke

El frío era intensísimo, estábamos quince grados bajo cero, pero eso no nos impidió disfrutar haciendo fotos. Jamás en mi vida he ido tan abrigado. Luego nos tomamos un buen café caliente en una cafetería cercana a la sala donde nos invitaron a las pastas, y una vez repuestos nos fuimos a la sala para disfrutar del espectáculo vikingo.


Turisas en este tour van como estrellas en el cartel, con sus compatriotas Norther como invitados. Noche tras noche se nota que la gente va a ver a Turisas. Incluso te encuentras a muchos fieles vestidos para la ocasión, con las pieles y las pinturas rojinegras. Realmente fantástico.

La Sala Kato no es muy grande, calculo que tenga un aforo para unas 600 personas. Está en un sitio realmente sorprendente, situada bajo una estación de metro elevada, la de Schlesisches Tor. Eso hace que ir sea realmente sencillo. Solo tienes que tomar la línea de metro que te acerca hasta allí y bajando la escalera ya te la encuentras. Si lloviese no tendrías ni que mojarte, del metro a la sala directamente. Tiene una pequeña cafetería a la que intentar entrar antes del concierto era poco menos que una odisea y los servicios y los camerinos están en una planta superior a esa cafetería. Sus paredes, pintadas todas de negro, hacen de ella un local oscuro pero la visibilidad del escenario es excelente. Independientemente de donde te sitúes, vas a ver bien a los músicos, que es lo importante. El servicio de bar es rápido y los precios similares a los de las salas de aquí.

La estación de Schlesisches Tor y la sala justo debajo.

La cafetería del Kato Club

Pero vamos a lo que vamos, a la actuación de Turisas.

Llevan casi un año presentando su segundo trabajo The Varangian Way. Un disco que les ha puesto en el mapa del heavy metal a pesar de su particular estilo. Comenzaron su actuación por lo que es el final del disco, The Dniepper Rapids, para seguidamente atacar con To Holmgard And Beyond. Llevan samplers para todo el tema de coros y teclados, lo que lejos de deslucir el show, le da mucha más brillantez, aunque a veces estas cosas, si no se les da el volumen adecuado, puedan hacer entrar en sospecha a algún desconfiado de que se esté haciendo playback. No es el caso.


Warlord en acción.

Pronto nos dimos cuenta de que Warlord iba justito de voz. Llevaba varios días arrastrando el resfriado, y ello unido a que están haciendo su primer gran tour, le está pasando factura al líder de la banda. Sorprende verle tan enorme en el escenario con las ropas y las pinturas de guerra tras haberle visto antes vestido de calle. Asusta sobre las tablas, sin embargo en el cara a cara es una persona supertranquila, que habla en voz baja y además bajito y delgado. Lo sé porque antes de la actuación charlamos con él.

Warlord antes del concierto.

A pesar de llevar los coros grandilocuentes del disco sampleados, en esta tarea también se esfuerzan otros miembros de la banda, sobre todo el bajista, el fornido Hannes Horma, que no para de sonreír y de arengar a las primeras filas a gritos, aunque si alguien tiene carisma sobre las tablas es el violinista Olli Vänskä.
Olli Vänskä.

A portage to the Unknown, que comienza con su acordeón la guapísima Netta hace que la gente cante con la banda en perfecta comunión, y luego con One More otra vez no paramos de cantar. Por supuesto tuvimos que ir a por otra “one more” cerveza. Y es que si te gusta la cerveza, ni que decir tiene que Alemania es el paraíso y a esas alturas del show, en la sala ya teníamos calor, nos paseábamos en manga corta, y la cerveza entraba sola.

Netta.

Tras el paréntesis que significó One more en el set-list, que hasta entonces iba conformado única y exclusivamente por temas de The Varangian Way, llegaron otros dos temas más de su álbum estrella. En esta ocasión In The Court of Jarisleif, donde Netta vuelve a brillar de forma destacada, Five Hundred And One y Miklagarad Overture, que cerró la actuación.

Hannes Horma,

Ni que decir tiene que allí silbé como un loco al lado de todos los presentes para que nos vinieran a regalar un bis, y aunque se hicieron un poco de rogar, volvieron a salir para regalarnos tres canciones más. Sahti-Waari, de su primer disco, fue la primera.

Luego nos propusieron convertir la Kato en una discoteca. Nos pidieron bailar, y a fe que la gente se animó. Rasputín, el famoso cover de Boney-M puso la sala patas arriba. Es increíble el éxito que está teniendo el single, sonando en emisoras de toda Europa central, tanto es así que Century Media va a reeditar el disco incluyendo el tema en cuestión.


Para acabar, no podía faltar Battle Metal, coreada hasta la extenuación. La despedida fue con una ovación que duró varios minutos.
En definitiva, un concierto épico, en una gélida noche que haría la vuelta al hotel aún más épica. Un concierto inolvidable, de esos que recordaré toda mi vida. Y es que la ciudad, y la Sala siempre estarán en mi corazón. 

Berlín inolvidable. Volveremos.

Vista desde el puente de Oberbaumbrücke

El premio que me traje. La púa de JussiWickström.

© Larry Runner 2008