jueves, 17 de febrero de 2011

Diario de un metalhead. Capítulo XIV: Entre dos tierras, Benidorm-Oviedo.


Vacaciones de verano. Sol. Calor. Benidorm. Agosto de 1993. Era un día de tantos, de esos de vacaciones. En concreto era domingo, pero estando de vacaciones daba igual que fuera domingo que otro día cualquiera. Era un día de esos de no hacer absolutamente nada, que es lo mejor que se puede hacer cuando se va de vacaciones, y que es lo que más nos gusta hacer a mi chica y a mí.


El sábado había sido duro, acabamos de día, y el domingo fue día de dormir durante toda la jornada, con una única pausa para comer. Ya cuando casi se ponía el sol, un baño en la piscina y luego a cenar.

Ese día no íbamos a salir, nuestros planes de noche eran los de simplemente cenar en la terraza y ver una película. Una noche tranquila tras un sábado de los que nos montamos en Benidorm, que son a romper, y más entonces que éramos muy jóvenes.

Foto de esa noche del Diario Información

Allí, en la terraza, disfrutábamos de la brisa y cenábamos viendo al tele cuando de repente un guitarrazo brutal, proveniente de la Plaza de Toros (que está al lado de casa) rompía nuestra tranquilidad. Un vistazo a la arena y allí pudimos observar que había un enorme escenario. Y nosotros sin enterarnos. Algo se estaba cociendo a treinta metros de casa y no teníamos ni idea de lo que era.

Yo ya me estaba poniendo nervioso. Los guitarrazos continuaban. Luego alguien aporreaba una batería y convertía en imposible oir el televisor. Aquellos pavos que se disponían a probar sonido metían caña.

En cuanto terminé mi plato, sin esperar al postre y tal cual estaba, me puse unos playeros y bajé hasta la Plaza de Toros a fisgar. Que nosotros supiéramos, durante esos días no había ningún concierto decente. ¡A ver si los músicos de Miguel Bosé o similar se estaban quedando con nosotros!

Benidorm 1993.

Me subí al muro a echar una ojeada y observé el escenario. Todo con telas moradas. Sí, eran ellos. Traían un buen montaje. Los había visto ocho meses atrás en Oviedo y había sido en la discoteca Estilo. En aquel concierto de la Capital de Asturias había habído mucha gente, pero no se llenó. Eso sí, el show fue alucinante y su cantante se acabó tirando al público que lo levantó en volandas. Fue la primera vez que ví algo así.

Ahora los tenía allí. Se habían convertido con su nuevo album en uno de los grandes. Y estaban empezando a ser auténticas estrellas fuera de nuestras fronteras. Nunca fueron un grupo de heavy, pero en vivo metían más caña que algunos que se pasean con esa etiqueta por el mundo. De hecho, ser un metalhead y que te gustaran ellos era no ser “auténtico”. A mí, la verdad, lo que pudiera comentar la gente nunca me importó.

Recuerdo perfectamente la primera vez que los escuché. Fue en Pamplona, al poco de empezar a trabajar. Apenas llevaba una semana en la empresa, me mandaron a la ciudad de los Sanfermines a un curso de Apple. El instructor era de Zaragoza y presumía de ser amigo de la banda. Supongo que sería cierto, de aquella aún no eran famosos y no me pareció tan descabellado o que fuese una fantasmada. El caso es que volví de Pamplona con ellos en la cabeza y enseguida me pillé algunos discos para ponerme al día.

Oviedo, Sala Estilo 29.12.92

Años más tarde, aunque no muchos, los estaba a punto de ver por segunda vez y ya consagrados como una banda grande que actuaba en aforos no muy habituales para el rock más cañero de nuestro país. Hoy en día, si hablamos de heavy metal, o parecido, solo Mago de Oz y Warcry pueden tocar en esta clase de recintos.

Allí en Benidorm aquella noche de domingo, fuimos 4.000 a disfrutar de la velada. Algo que recuerdo comentó su líder por el micro. Ocho años atrás se habían presentado al concurso pop-rock de la ciudad y apenas habían pasado de las fases previas. Ahora volvían a lo grande y cobrando bien.


Oviedo, La Real 24.11.93

Nos lo hicieron pasar de puta madre y fue tan bueno que tres meses más tarde, volví a verlos de nuevo en Oviedo en una Sala La Real llena a reventar y que aquella noche vendió casi 2.000 entradas.

Se hicieron entonces muy grandes y yo he tenido la suerte de verlos en el mejor momento, cuando vendían más discos en Alemania que en España.

Hace un par de años volvieron para tocar en recintos enormes como el Estadio de La Cartuja sevillano o el Circuito de Cheste valenciano, pero yo no fuí. Con los años y tras aquel gran boom, su público cambió y pasó de ser un grupo de rock a ser una banda de grandes masas a la que también van a ver gran cantidad de pijos estúpidos. Como no me suelo sentir cómodo en esos ambientes, ni me molesté en viajar o enterarme de lo que costaban las entradas. Pero teniendo en cuenta lo que ofrecían en vivo en los buenos tiempos, costasen lo que costasen en esos conciertos de reunión, fueron baratas.

El grupo que vimos aquella noche, casi por casualidad al lado de casa eran, por supuesto, Héroes del Silencio y yo siempre recordaré aquella mágica noche de verano.

© Larry Runner 2011.